CAPITULO 80. La mejor decision

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¿Cuántas veces una persona puede morir y volver a vivir? ¿Cómo hago para dormir con los ojos abiertos? Y es que no podía cerrarlos sin que su cara se viniera a mi mente, me perseguía, me acosaba y se llevaba hasta la ultima gota de estabilidad. En la última semana había visto a más enfermeros que en toda mi vida pero como pretendían que comiera sí no me rodaba nada por la garganta, como me pedían que hablara sí no tenía nada que decir ¿Para que iba a reaccionar? Ni siquiera sabía cómo reaccionar, al final, las personas solo entraban y salían de mi cuarto una y otra vez durante todo el día e incluso la noche.

Abrí mis ojos y el cuarto estaba muy iluminado, moví mí cabeza e intenté bajarme de la cama y la enfermera en turno de acercó a mí.

— Solo quiero ir al baño — pedí.

Me ayudó a levantarme y caminé hasta el baño donde le pedí que me dejara sola, acomodó la solución que estaba conectada a mi mano por medio de una vía y salió del baño. Me enojó estar atada a esa porquería así que me la quité y la solté, quite mi ropa y me metí en la ducha donde dejé que el agua tibia de la regadera me cayera, pasaron unos pocos minutos cuando la enfermera entró al baño y escuché como soltó un resoplido. Solo cuando estuve lista salí del baño y me dirigí al cuarto, me vestí y bajé hacia la cocina; tenia a la enfermera persiguiéndome como si fuera un perro, trate de estar en la cocina, luego en el patio y ni así me dejó sola. Cuando llegó mi madre me abrazó y fue cuando por fin esa señora se apartó un poco de mí, mi madre se quedó conmigo e intento sacarme conversación a lo que dentro de lo que pude accedí.

Tuvo que pasar algunos días para que no estuvieran tan fastidiosos encima de mí y cuando así fue me dí la oportunidad de sumarle otra estupidez a mi lista. Estaba convencida que debía hablar con Abbel y no permitir que todo terminara así odiándome, pensando que era una egoísta porque ciertamente no lo había hecho por egoísmo. Así que, calculé que él estuviera en el Loft y que las personas en mi casa estuvieran distraídas y salí por la puerta de servicio rumbo al taxi que desde hacía unos minutos me esperaba. Fui hasta el edificio y apenas lo vi supe que no iba a ser como en mi mente estaba planeado ya que mi cuerpo empezó a reaccionar de la peor forma posible, le pedí al señor del taxi que tarde lo que me tarde no se fuera y él apagó el motor, me bajé y caminé pero llegar desde el estacionamiento hasta la puerta del Loft fue el camino mas largo y tortuoso que había recorrido en toda mi vida.

Cuando estuve frente la puerta la toqué tantas veces como fue necesario para que alguien abriese pero creo que fallé en creer que Abbel faltaría al gimnasio, aún así no quise rendirme y toqué un poco más hasta que la puerta se abrió pero apenas vio quien era intentó cerrar, por lo que metí mi brazo y apreté mis ojos esperando el golpe de la puerta.

— Por favor escúchame un segundo — me apresuré.

— Barbara saca la mano, no tenemos nada de que hablar — dijo intentando quitar mi mano.

— Te lo suplico por favor, dame cinco minutos — imploré.

— No, Barbara, vete — me pidió.

— Te juro que es la última vez que me vas a ver, te lo prometo pero dame cinco minutos — imploré una vez más, hubo un silencio y abrió la puerta

Pasé al Loft pero él no me dejó caminar mucho más del recibidor se detuvo frente a mi, yo lo miré solo hasta el cuello, no pude subir un milímetro mas mi mirada.

— Tienes cinco minutos — sentenció.

— Yo no vine buscando que me entiendas o perdones — comencé hablando de forma torpe y atropellando mis propias palabras — realmente lo único que quiero es explicarte mi versión aunque no cambie nada - mi respiración empezó a acelerarse.

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⏰ Última actualización: Jan 06 ⏰

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Las chicas Biancci (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora