Despues de ponernos algo comodo, bajamos a la sala para recoger la ropa tirada y limpiar cualquier desastre, reí como estúpida cuando limpiaba el piso donde Abbel decidió convertirse en fuente, él me cuestionó y empecé a hacerle burla por tal cosa.
— Es tu culpa ¿Como pretendes irte tanto tiempo? — me reí y abrí mis ojos en señal de sorpresa.
— ¿Mi culpa? — inquirí haciéndome la ofendida por tal acusación.
— Si tú culpa, tu te fuiste y dejaste que se me acumularan las ganas, estaba que me tocabas y me salía hasta por los oídos — confesó por lo que reí aún más fuerte.
— Tu que eres un calenturiento — acusé mientras botaba la masa de toallitas que había en mi mano.
— Ah ¿Con que calenturiento? — asintió con ironía — entonces para la próxima no te espero y dejó que otra me baje las ganas — dedujo y yo automáticamente dejé de reírme y fruncí mi ceño él se acercó a mí, estiré mí mano y apreté su mentón.
— Nadie, ninguna otra que no sea yo puede quitarte las ganas, jamás — amenacé y los celos empezaban a apoderarse de mí — nadie Abbel, créeme yo igual puedo poner el mundo a arder sí me entero que volviste a estar con otra. — sin problema alguno zafó su cara de mi mano, la tomó y la llevo junto a mi espalda, me pegó a él y me besó.
— No tienes tamaño para lo que te gusta pelear — sentenció riendo y depositando un beso en mis labios — te amo — intensificó su beso.
Terminamos de recoger y nos pusimos a ver la tv mientras esperábamos nuestro almuerzo, luego que llegó comimos y vimos una película Abbel se puso a jugar con mis nalgas lo que hizo que me dieran ganas y le peleé para que me comiera pero él se justificaba en que estaba cansado, como quiera terminó follando me una vez más.
— Tregua, tregua — pidió levantando sus manos después que acabamos.
Puso sus manos sobre su pecho donde yo luego me acosté, estaba realmente cesando del cansancio y eso que quien había hecho el trabajo había sido yo. Él me abrazó y me apretó a su pecho, yo dejé que mi cabeza se acomodara y me quedé disfrutando de sus caricias en mi espalda hasta que me dormí. El sonido del seguro de la puerta anunció que Danny estaba entrando al Loft y nos despertó logrando hacernos sobresaltar, "mierda" susurró Abbel. Rápidamente cogimos nuestras cosas, lo primero que me puse fue mi brasier y luego mi franela.
— No mires, cabrón — le gritó Abbel desde el mueble cuando se percató que Daniel entró y mientras nos vestíamos, escuchamos a Danny quejarse.
— No me voy a seguir sentando en ese mueble hasta que lo manden a lavar, si no, lo voy a botar — nos amenazó, Abbel apenas se vistió camino hasta encontrarse con él y lo saludó dándole un beso romántico en la mejilla, Daniel lo empujó diciéndole "sácate de aquí", Abbel rió yo me quedé escondida en el sofá riéndome igual.
— Hola Barbara, sé que estás ahí — grito Daniel desde la cocina, yo levanté mi cabeza y yo vi.
— Hola Dan ¿Que nos trajiste? — pregunté mientras me levantaba y caminaba hacia la cocina.
Me reuní con ellos y me quedé hablando, Daniel nos había traído asado pero no fue mucho lo que pude comer mientras que Abbel devoró su comida como sí no hubiera comido en horas. Cuándo vi mi reloj noté que ya eran las 8 y que debía irme, Abbel me hizo un puchero cuando se lo dije aún así después de muchos besos aceptó llevarme a casa. El lunes volví a clases y Jessica estaba peleando porque no fui a verla ayer, me disculpé e intenté comprar su perdón invitando la a mi casa para que almorzáramos juntas y me acompañará a mis prácticas, ella rechazó porque me contó que saldría con alguien, la interrogué y pasamos todo el descanso hablando de su nuevo prospecto. La mañana pasó rápido y divertida ya que pude hacerle bromas a Jessy.
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Las chicas Biancci (TERMINADA)
Novela JuvenilLas mejores historias de amor siempre se presentan entre las personas que no pueden estar juntas. Pero ¿Qué tan lejos pueden llegar dos personas con todos los pronósticos en contra? Barbara quién no conocía los límites ni mucho menos el control, con...