CAPITULO 58. Una clase diferente.

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Una vez que abbel acepto, decidí darle la segunda parte de su regalo o mejor dicho, nuestras nuevas herramientas de diversion, por lo que, bajé una vez más al carro y busqué en mí maleta de entrenamiento su regalo, lo subí y luego se lo entregué; Abbel me miró y alzó su ceja cuando vio una especie de caja cuadrada envuelta en papel de regalo y con un moño en el medio.

— Es tu regalo de cumpleaños — dije con una sonrisa.

— Amor ¿No era éste? — pregunté y yo asentí con mi cabeza.

— Ambos — dije, sonriendo.

Él tomó la caja que no era tan ligera y me dio un beso en mis labios seguido de un "gracias", la depositó en la cama y empezó a abrirla y mientras estaba distraído, yo aproveché en quitar mi ropa para quedarme unicamente con un set de lencería blanco. Cuando él desenvolvió el paquete se dio cuenta que no era una caja, sino un maletín de cuero negro así que lo abrió. Se trataba de una maleta con equipamiento para BDSM que traía desde fusta hasta esposas, reí al ver que de verdad traía todo lo que en linea prometía, casi todo era o estaba decorado con cuero negro y algunos detalles en rojo. Cuando él se volteó para enfrentarme y me vio, apretó sus ojos y reclinó su cabeza para atrás para luego respirar profundo, segundos después esbozó una enorme sonrisa mientras recobraba la compostura.

— Tu - eres - una - genio - del - mal — dijo haciendo una micro pausa entre cada palabra.

Al mismo tiempo se iba acercando y una vez que estuvo a un centímetro de mí bajó su cara y me besó, luego se separó y me miró de arriba abajo posterior a eso caminó al rededor de mí, se detuvo en mi espalda y pasó su dedo por mi nalga, luego pasó ambas manos por mi vientre y me empujó ligeramente para que quedara pegada a su cuerpo, mis nalgas rebotaron sobre su erecto miembro.

— Entonces la niña quiere experimentar — dijo en mi oído logrando erizar toda mi piel, yo asentí en respuesta — y quiere ponerse ruda — agregó y yo sonreí — pues, vamos a complacerla.

Dio unos pasos hasta que estábamos en el borde de la cama me volteó hasta quedar frente a él y me tumbó en la cama, yo caí sentada. Él usó su dedo para aflojar el nudo de su corbata hasta quitarla, yo moví mí cabeza para liberar la tensión de mi cuello; él tenía una sonrisa dibujada en su rostro. Él desabotonó poco a poco su camisa y no pude evitar lamer mis labios, la quitó y quise pasar mi mano por su abdomen pero me dio una palmada en ella y abrí mi boca de sorpresa.

— Te lo dije, no haces lo que quieres, sino, lo que yo te digo, ordenó o autorizo — dijo con su voz ronca y yo bajé mi cabeza escondiendo una sonrisa, él levantó una vez más mi cara.

Desabrocho su cinturón y lo quitó luego lo tiró y finalmente desabotonó su pantalón, me quedé con las ganas de que lo bajara porque solo dio un paso atrás e hizo que me pusiera sobre mis pies, para después darme la vuelta y hacer que caiga sobre mis manos en la cama.

— Bien — dijo finalmente — te iré mostrando cada uno y la sensación que provoca, cuando ya no aguantes más tendrás que decir "para", no "ya", ni "por favor amor", tampoco "detente", deberás decir un solo y simple "para" y a partir de ahí no te tocaré más ¿Ok? — inquirió después de su explicación la cual hizo que mi corazón empezara a bombear con fuerza.

Yo asentí  en respuesta sin embargo él no lo aceptó y me pidió que respondiese en voz alta.

— Si, lo entiendo, diré para y así te detendría — repliqué.

— No aguantes más de la cuenta ¿Bien? Se trata de divertirnos, no de sufrir — me recomendó a lo que respondí "Ok".

Apenas respondí él tomó una bocanada de aire y llevó su mano al maletín de dónde sacó uno de los objetos que era similar al que se usaba en la equitación.

Las chicas Biancci (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora