CAPITULO 42. Lo que sea por ti

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Al día siguiente nos despertamos un poco tarde, nos vestimos tomamos café, desayunamos nos acostamos una vez más en la malla suspendida acordamos que vendríamos después de mi próximo torneo cuyas practicas empezaban en septiembre, es decir, en dos semanas al igual que mis clases pero eso es algo que él no sabría. Poco después nos bajamos, recogimos todo y fuimos a almorzar luego de eso nos quitamos del lugar, fui todo el camino quejándome porque no quería regresar.

Me dejó en casa de Sara, me quedé hablando con ella un buen rato, le conté todo lo que había vivido ese fin de semana, bueno casi todo. Mis tíos habían invitado a cenar a mis padres así que en la noche ellos llegaron y me saludaron durante la cena la pasamos bien, nos reímos de varias cosas y mi tío empezó a molestar a mi padre ya que pronto seria su cumpleaños, cuando era casi la media noche nos despedimos y nos fuimos.

Decidí pasar el lunes en mi casa, al igual que el martes realmente me sentía cansada, entre mi muy activo fin de semana y las anteriores semanas donde había tenido una exigencia física bastante alta, mi cuerpo estaba abatido, sin tomar en cuenta que solo me quedaban dos semanas para recuperarme porque los entrenamientos se reanudarían para prepararme para el torneo de octubre. Hablaba con Abbel unicamente por teléfono. El miércoles mis padres salieron de la ciudad por unas horas, llegarían en la noche, yo igual preferí quedarme durmiendo y si lo hice hasta las 3 de hecho, sin embargo, Abbel pasó por mi un rato y fuimos a dar una vuelta, cuando íbamos en el carro me dio una bolsa de una librería, lo mire extrañada.

— Para que leas — me dijo, abrí la bolsa y se trataba de la novela Cumbres Borrascosas, lo miré y sonreí — lo vi en la librería y pensé en ti, no sé si te guste o ya lo hayas leído — me explico, yo le dí un beso en la mejilla — ¿me acompañas a dejarle esto a los chicos? — me preguntó señalando una bolsa que estaba en los asientos de atrás yo solo asentí.

Fuimos a un departamento lo que me extraño que no había sido al Loft, cuando llegamos estacionó, fuimos hasta los ascensores y llegamos al 7mo piso, fuimos hasta una de las puertas del piso y Abbel solo abrió la puerta como si se tratase de su casa, me invito a pasar, en el interior había un pequeño pero cómodo departamento. Al entrar y caminar apenas unos dos o tres metros te encontrabas a mano derecha la pequeña cocina con una barra desayunadora en el centro, a la izquierda pegado a la pared una mesa de apenas cuatro puestos y justo en el frente una pequeña sala con un sofá pegado a la pared de lado derecho, en el centro una pequeña mesa y en la pared de lado izquierdo un centro de entretenimiento con una gran tv en el medio, justo enfrente había una pared totalmente de vidrio que daba a un pequeño balcón donde se encontraba Angel fumando, entre la pequeña sala y la cocina había un pasillo que supongo llevaba a los cuartos.

— ¡No, Bro! ¿como la vas a traer? Ahora conoce la guarida, vamos a tener que eliminarla — dijo Daniel quien estaba sentado en el piso justo frente a la mesita de la sala, al parecer estaban estudiando porque no solo la mesa estaba llena de libros sino también, parte del sofá.

— Ja, ja, ja muy gracioso — lo remede de forma sarcástica — a donde vayan los acosare, acéptalo.

— Deja a mi amigo, acosadora — me señaló Danny por lo que me reí, Ángel igual lo hacia desde el balcón.

— Solo esto encontré — dijo Abbel ignorándonos y depositando la bolsa de libros en la mesita, Ángel entro con aires de desanimo.

— Hola Baba — dijo Angel, yo igual lo salude.

Me invitaron a sentarme lo cual accedí, ellos se pusieron a leer los tres libros que había llevado Abbel, yo aproveché y empecé a leer la novela que Abbel me había comprado y así les daba el espacio a ellos de hacer aquello que tanto les estaba angustiando, ya había pasado bastante tiempo cuando Angel tiro el libro que tenia en la mano y dijo resignado:

Las chicas Biancci (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora