Llegamos a la casa guardamos las cosas, disfrutamos de una taza de café, luego mi abuela se entretuvo leyendo y yo jugando mi teléfono, la verdad era que estaba riendo a carcajadas mientras me mensajeaba con las chicas porque me estaban contando sus anécdotas, la peor fue que en la disco se encontraron con los chicos y se quedaron hablando con ellos como siempre.
Daniel había llevado a su nueva novia y estaba convencido que estaba dándole celos a Sara, hasta que en la madrugada cuando los tragos los habían dominado a todos, Sara terminó besándose con la novia de Daniel y desde ese entonces le hacen burla a Daniel porque su crush le bajó a su novia. También me contaron que bromearon a Jessica ya que en una fiesta le espanto varias pretendientes a Abbel y que se la hizo de problemas a las chicas "esa es mi amiga", le respondí, mientras que ella me respondió que ya comprendía mis celos enfermizos, verdaderamente es incómodo la forma en la que las chicas buscan o le coquetean a Abbel, es una cosa terrible.
Claramente no las juzgo, entre su precioso, perfecto y arreglado cabello negro, sus maravillosos ojos color miel, su hermosa sonrisa blanca adornada con sus majestuosos hoyuelos, sus pestañas, su 1.90 de estatura, su precioso cuerpo marcado, sus brazos, sus nalgas, sus piernas y esa maldita personalidad protectora, tierna, sexy y controladora ¡Dios, lo extraño! Debo reconocer su buen gusto pero aún así era solo mío y me molestaban las moscas que andaban detrás de él y que siempre se acercaban algunas nuevas. Igual hablaba con Abbel quien estaba mas romántico que de costumbre, de hecho para poder hablar mejor con él me fui hasta mi cuarto y entre broma y broma, terminamos poniéndonos caliente lo que dio paso a qué termináramos teniendo sexo por videollamada, él enloqueció cuando me vio desnuda después de tanto tiempo y yo igual enloquecí cuando lo vi.
— ¿Me juras que no has estado con otra en todo este tiempo? — pregunté y él suspiró.
— Mi amor acabas de ver todo el reguero que hice al acabar y ¿aún así me preguntas ésto? — replicó y yo reí.
— Perdóname, amor — dije con melancolía — sé que es difícil para ti todo ésto.
Mi ánimo cambio y ahora no podía evitar sentir melancolía.
— No pasa nada mi reina, todo va a estar bien — me animó — me estoy empezando a guardar para el matrimonio — reí ante su comentario.
— ¡Más te vale! — amenacé — amor ¿Me prometes algo? — inquirí y él contesto con una mueca — sí llegas a tener sexo con alguien porque no aguantaste las ganas ¿Prometes decírmelo? Y así no me entero por otro lado. — concluí y él me lanzó una mirada de reprobación.
—Amor te prometí que no te volvería a engañar y no pienso hacerlo — fue firme al decirlo.
— Amor, por favor, solo dame la tranquilidad de saber que si pasa me lo dirás — insistí.
— No va a pasar pero sí llegara a pasar te lo diré ¿Contenta? — yo asentí.
Seguimos hablando hasta que se dio la hora de dormir para él, nos despedimos, yo me dí un baño y bajé a cenar. Está casa era como la mía, grande y con pocas personas para llenarla aunque aquí el servicio nunca se iba a diferencia de mí casa y mi abuela tenía dos perritos así que era más animado, además que al ser personas mayores estaban casi todo el tiempo aquí. Al día siguiente mi abuela pidió hablar conmigo pensé por un momento que sucedía algo pero no.
— Sé que me adoras y también que te gusta pasar tiempo conmigo — dijo calmada mientras tomaba su taza de café — pero también sé que sí te quedaste acá era porque no querías estar con tus padres — me dedicó una sonrisa cuando lo dijo — puedo ayudarte para que pases tus últimos días libres con tu prima solo sí tus tíos cumplen los siguientes requerimientos: primero que vayan por ti al aeropuerto, segundo que no le digan a tus padres ni por casualidad, tercero que el día que tienes que llegar según tus padres, te devuelvan al aeropuerto para que ellos no se den cuenta.
— ¿Cómo así abuela? — pregunté incrédula.
— Cómo escuchas, hija. Te permitiré irte antes y así estás con tu prima y tu amiga pero bajo éstas condiciones, por lo que habla con ellos y me confirmas ¿Si? — inquirió tranquila.
— ¿De verdad? — aún continuaba incrédula ante dicha propuesta, ella rió mientras asentía con su cabeza.
Enloquecí brincando por todos lados y abrazándola aunque sabía que no era muy amante de los abrazos, corrí a llamar a Sara y a mis tíos y le propuse la idea por lo que Sara igual enloqueció y mis tíos solo reían, por supuesto se preocuparon porque era arriesgado aunque al final aceptaron. Me dijeron que tenía que intentar llegar el jueves o después del jueves que ellos estarían en la ciudad, sin embargo, tenía razón mi madre no habían vuelos y las únicas opciones eran o viajar el sábado o el lunes. Sara y yo le terminamos inventando que estaba bien que ellos adelantarían su llegada aunque solo era Sara siguiéndome el juego, por lo que viajaría el lunes para llegar a las 11 pm a Venezuela. Lo primero que hice fue llamar a Daniel y poder planear esta locura con él, me costó más de 3 llamadas para que me respondiera y cuando lo hice me adelanté en decir:
— Sí estás con él no digas mi nombre, soy Barbara — lo advertí y él rió.
Le conté que viajaría antes de tiempo pero que necesitaba un favor de él y era que fuera por mi al aeropuerto el lunes a las 11 pm, él rió como necio cuando me preguntó si eso no califica como secuestro, llamé su atención para que se pusiera serio, luego lo amenacé con que no dijera nada para que fuera una sorpresa.
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Las chicas Biancci (TERMINADA)
Novela JuvenilLas mejores historias de amor siempre se presentan entre las personas que no pueden estar juntas. Pero ¿Qué tan lejos pueden llegar dos personas con todos los pronósticos en contra? Barbara quién no conocía los límites ni mucho menos el control, con...