Me dirigí a la mesa y tomé mis cosas que estaban junto a Jessy, ella una vez más se fue detrás de mí y una vez fuera del club me tomó del brazo y me detuvo.
— Hey ¿que sucede? ¿Qué tienes? — preguntó.
Sin esperar una respuesta me abrazó, la verdad lo necesitaba, porque en ese momento un río completo de lágrimas empezaron a salir y es que me sentía tan abrumada por todo y decepcionada de mi misma.
— Nena ya — dijo en consuelo sobando mi cabello, se separó de mí y tomo mi cara con sus manos — ¿quieres irte? — preguntó y yo solo asentí con mi cabeza — Ok llamo a Sara y nos vamos ¿si? — en eso se acercó Abbel a nosotras ambas lo miramos y él fijó su mirada en mí y llevó su mano a su nuca.
— No me dejaste hablar — pasó sus pulgares por mis mejillas secando mis lagrimas.
— Ahmm, Voy a buscar a Sara ¿Ok? — dijo Jessy y asentí, Abbel solo la miró y en el mismo movimiento llevó nuevamente la mirada a mí.
— Yo jamás prohibí nada entre nosotros — empezó a hablar — yo jamás dije que no podíamos hacer o dejar de hacer algo — continuó yo solo voltee mi mirada — Bárbara yo no dije que no nos podíamos enamorar, yo no voy a correr por el hecho de que te hayas enamorado — puse mis ojos en blanco y esto último que dijo se repitió varias veces en mi cabeza.
— Pero lo estás haciendo, estás corriendo — dije y di un paso hacia atrás para poder escapar de su olor que me estaba hipnotizando.
— No, no es así; yo no estoy alejándome por el hecho de que estemos involucrándonos más de la cuenta, lo sabes, me estoy alejando de ti por respeto a tu padre — aclaró y una vez más puse mis ojos en blanco, me hice a un lado y di unos pasos lejos de él, una vez más sentía la necesidad de respirar pero él me tomó del brazo otra vez— Bárbara no es por ti que lo hago.
— Bien — respondí y suspiré una vez más.
— Bárbara me importas y estas últimas semanas he sentido que estoy en el mismísimo infierno — confesó y yo solo pude reír de manera irónica.
— ¿Si? Bienvenido... — respondí.
El infierno todavía ahí se sentiría bien pero ¿esto? Esto se llama agonizar y no sé si verlo mejora o empeora la agonía. Las chicas llegaron y ambos estábamos en silencio, Jessica fue la primera en romperlo.
— ¿Estás lista? — se dirigió a mí.
— Las llevo — ofreció Abbel.
— No es necesario — me adelanté a responder.
— No está en discusión Bárbara, no se irán en taxi — respondió Abbel y su voz volvió a ser de mando pero lejos de molestarme, me alegro un poco.
Las chicas me miraron y asintieron, caminamos detrás de él y solo nos miramos entre nosotras, sé que se morían por hablar o preguntar; sé además, que querían quedarse un rato más a pesar de que ya era tarde odiaba el hecho de que les arruine la noche a varios. Al momento de subirnos al carro Abbel abrió tanto la puerta de adelante como la de atrás, yo iba convencida de montarme en la de atrás pero aquellas dos me empujaron y entraron disparadas a los asientos de atrás y sin esperar que alguien cerrara la puerta o entrara al carro, jalaron la puerta cerrándola en seguida, vi de reojo como a Abbel se le escapó una risilla e hizo un ademán para que entrara a la parte del copiloto, entré y tras de mí cerró la puerta sutilmente.
— ¿Qué pasó? ¿Se arreglaron? — preguntaron las dos en susurro desde la parte de atrás, cuando iba a responder él entró y nos fuimos de ahí, preguntó a dónde íbamos y le respondimos que a casa de Jessy pero insistió en luego llevarme a mi casa.
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Las chicas Biancci (TERMINADA)
Novela JuvenilLas mejores historias de amor siempre se presentan entre las personas que no pueden estar juntas. Pero ¿Qué tan lejos pueden llegar dos personas con todos los pronósticos en contra? Barbara quién no conocía los límites ni mucho menos el control, con...