CAPITULO 60. La suerte de la hermandad.

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Irnos del motel fue lo mas gracioso de ese dia porque cuando pasamos por el puesto de control él frenó y dio el número de la habitación, sacó su cartera y se quedó extrañado cuando la barra de seguridad solo se levantó sin más, me miró y yo intenté esconder mi risa viendo hacia mi puerta.

— Barbara no, eso sí que no — dijo sin querer avanzar.

"Avance no puede obstaculizar la salida" se escuchó desde el intercomunicador, yo empecé a reír, no tuvo más elección que avanzar, sin embargo, estuvo durante el camino intentando que tome una cantidad estúpida de dinero para reembolzarme el costo de la habitación. Aún así no lo acepté y dejé de escucharlo cuando no pude mantener mis párpados abiertos ni un segundo más, pensé que había pasado un segundo cuando abrí mis ojos

— Ya llegamos, preciosa — dijo Abbel con voz dulce.

Alcé mi mirada y ciertamente estábamos entrando al estacionamiento del campus, yo me moví en el asiento, mis ojos se sentían pesados, mi cuerpo estaba como una gelatina, con esfuerzo levanté mi mirada para verlo.

— Anda amor, quiero que cuando llegues a tu casa comas algo y te acuestes a dormir ¿Entendido? — ordenó y yo asentí — no quiero que estés en línea ni siquiera para hablarme a mí — dijo mientras se acercó y besó mis labios — necesitas descansar, nos vemos mañana — agregó.

Yo recobré mi posición en el asiento y bostece vacilé unos segundos y luego hice un esfuerzo para no arruinar el momento con mi pregunta.

— Yo — vacilé — Abi — hablé de forma torpe, vi como alzó su ceja para incentivar me a hablar — sí no pudiera verte mañana, porque no logré escaparme — vacilé y fijé mi mirada a la palanca de velocidades — tu... ¿Me perdonarías? — inquirí finalmente, escuche como respiró profundo.

Tomó mi barbilla con sus dedos y con un sutil movimiento levantó mi cara.

— Está bien, pequeña, no te preocupes por eso ahora ¿Si? — respondió con un tono de voz tierno.

Él depositó otro beso en mis labios, luego de eso me baje del carro y debía caminar para ir hasta la puerta de entrada del edificio, ya el cielo estaba oscuro y era cuestión de tiempo que llegaran mis padres.  Iba caminando hacia la puerta cuando un carro tocó la bocina y por instinto voltee, era la SUV de mi padre; mi corazón bombeo con fuerza porque no sabía desde cuando habia llegado o sí habia podido alcanzar a ver que yo me bajara del carro, o si se pudo haber cruzado con el carro de Abbel y aunque nosotros tomamos las precauciones necesariasn nunca he podido confiar en mi maldita suerte. Me subí a los asientos traseros del vehículo y saludé a mis padres.

— ¿Por qué estabas acá? — preguntó mi padre incluso antes de saludarme, interrumpiendo el saludo de mi madre.

— Desde hace un rato estaba en la puerta con unos compañeros, creí haber visto tu carro estacionado y me dirigí hasta ahí, luego me di cuenta que no era y me estaba regresando — mentí.

El tono de mi voz era bajo, sin ánimos, desganado, la verdad no me importaba lo que pensara, yo solo recosté mi cabeza al vidrio de la puerta cruce mis manos en mi cintura y dejé que mis párpados batallaran entre permanecer abiertos o cerrados. Escuché a lo lejos a mi madre quien me preguntó si todo estaba bien, que me sucedía y otras cosas más. Yo solo alcancé a responder

— Fue una práctica muy dura, estoy cansada — respondí con el mismo tono de voz y a partir de ahí no supe que más dijo.

Vi mi reloj, eran las 5 am, le envié un mensaje de felicidades a Abbel y bajé a trotar en la cinta caminadora. Tomé mi desayuno y subí a bañarme poco después revisé mi teléfono y él me había respondido así que lo llamé.

Las chicas Biancci (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora