CAPITULO 46. Una llamada repentina

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 El viernes el chófer nos llevo a Jessica y a mí a mi casa ya que se quedarían conmigo, al igual que Sara, nos sorprendió cuando en la tarde no solo llegó Sara sino también, sus padres o sea, mis tíos. Estuvieron toda la tarde con nosotras, me hicieron reír a carcajadas, es normal en ellos, mis tíos son medio bohemios y son tal para cual, parecieran que Dios los hizo a un exacto molde. En la noche se fueron y nosotras nos quedamos viendo películas y las chicas tomando una botella de vino, la verdad se me antojo tanto que las acompañe con una, bueno, con dos copas.

Como a eso de las 12 el novio se Sara la llamo para invitarla a un antro y al final terminamos yendo todas, creo que el alcohol del vino había bajado mis nervios al punto de animarme a salir. El ánimo solo me duró hasta las 3 así que decidí irme, no quise molestar a las chicas así que les dije que nos veríamos en un rato, cuando llegue a la casa y me encontré con la soledad supe que había sido una muy mala idea, me senté en la sala y tomé mi teléfono empecé a deslizar todos mis chats hasta que vi el de Abbel hacía días no me llamaba ni me escribía, leí su mensaje una vez más, respire profundo y le marqué. Solo repicó dos veces cuando me respondió

— Bueno — apenas se escuchaba su voz por el ruido de fondo.

— Disculpa — respiré profundo una vez más — no sabía que estabas ocupado.

— No, no lo estoy — el volumen de la música se empezaba a escuchar más lejos — ya estoy apartándome — a medida que se apagaba el sonido de la música, se revelaba la ebriedad en su tono de voz.

— ¿Estás ebrio? — pregunté.

— Un poco ¿Y tú? — ahora solo se escuchaba él.

— Un poco — respondí igual y ambos nos quedamos en silencio — ¿Dónde estás?

— En Atrio — respondió enseguida, Atrio era un antro de moda que no quedaba muy lejos de mi casa, de hecho, fue el lugar a donde fuimos cuando lo vi por segunda vez — ¿Y tú? — inquirió después de unos segundos en silencio.

— En mi casa — ¿Cómo le decía que quería verlo? ¿Cómo se le daba a entender? ¿Cómo le suplicaba que por favor viniese?

— Quieres — dudó — ¿puedo ir a verte?

— Si — respondí sin pensar.

— En 10 minutos estoy allá — dijo sin más y yo tranqué.

Agarré de la botella que estábamos tomando las chicas y yo antes de irnos y me serví una copa más, mi corazón estaba acelerado, mi estómago dio un salto cuando entró su llamada, contesté

— Estoy afuera — dijo.

Fue increíblemente rápido o no sé si realmente el tiempo para mi pasó veloz. Salí y me subí a su carro sin decir una palabra, él arranco yo solo miraba el frente sin saber que decir. Finalmente tome valor y voltee a verlo él me dedicó una sonrisa torcida, estaba especialmente hermoso, tenía un sweater cuello tortuga negro que se acentuaba en sus brazos y su pecho, un pantalón que parecía cargo-pants igual negro y un cinturón con hebilla plateada. Oler su perfume hizo que cerrará mis ojos y así disfrutar un poco de él, por lo menos por unos segundos. Sus dedos en mi mejilla hicieron que abriera mis ojos, él tenía una media sonrisa dibujada en su rostro.

— Estás hermosa — dijo, poco después su sonrisa se desvaneció.

— Disculpa que te sacará de tu fiesta, no debí — intenté explicar pero él me interrumpió.

— No pasa nada — me dedicó un guiño — no es como que prefiera estar allá, de hecho verte es mil veces mejor, Barbi yo — pausó un instante — de verdad te extraño y necesitaba verte, necesitaba arreglar las cosas — puse mi mano en su pierna derecha para llamar su atención.

Las chicas Biancci (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora