CAPITULO 22. ¿Quien eres?

4 1 0
                                    

Por fin había llegado el miércoles ese día tenía prácticas de tenis, por desgracia para mí, mi mamá no me podía llevar así que debía irme con mi padre, para eso me había mandado a buscar al colegio y fuimos a almorzar. Como había un trayecto largo de horas entre mi almuerzo y mis prácticas yo debía irme a la firma con mi padre y ya luego él me llevaría al club.

—Recuerda no hacer escándalo, me esperas en la sala común yo no demoró tanto solo veré algunos alumnos nuevos del postgrado — me decía mi papá que como siempre estaba dando órdenes.

— Ajá — respondí mientras escribia un mensaje en mi teléfono.

Mi papá es abogado, tiene una firma de abogados un tanto reconocida en el centro de la ciudad y es profesor en una Universidad y todo eso más que ser su trabajo es su vida, sus ojos es su firma, son sus casos y sus clientes. ¿La verdad? Mi pesadilla es llegar al punto de mi vida donde deba elegir que estudiar en la universidad porque para ser sincera lejos de mis planes está ser abogada y no creo que a mi padre le simpatice esto. Llegamos al piso donde está su oficina, el lugar es amplio, al abrir las puertas lo primero que ves es a la recepcionista, luego hay que avanzar y hay un montón de oficinas y cubículos entre vidrios y maderas.

— Ya están los chicos en la sala de espera señor — dijo la recepcionista.

Ella tiene la costumbre de cuando mi papá llega empezar a caminar detrás de él mientras le dice las personas que lo llamaron, quienes lo esperan o cualquier información que pase por ella; lo que es innecesario porque para eso existe la asistente ¿no? Lo que es gracioso es su caminar, creo que el hecho de llevar tacones tan altos, falda corte en lápiz tan ajustada y que mi papá es alto y sus pasos son agigantados, no le ayudan a la pobre.

La sala de espera es un lugar donde solo hay algunas bancas y plantas, debes pasar por ahí para ir a varios lugares por ejemplo: la oficina de mí papá la cual debes cruzar a la derecha para ir ahí y otras oficinas que están rodeando la sala de espera y el salón común que está a la izquierda por un pasillo, este último es un salón donde hay algunas mesas, un sofá, tv, revistas y libros; éste lugar es para los pasantes de mi papá que iban a estudiar o resolver sus casos o que se yo; tambien es para las personas que quieran esperar y estar cómodas, y era ahí donde iba yo. Ciertamente habían un grupo de chicos hablando entre sí cuando mi padre y yo entramos a la sala, un silencio perpetuo invadió el espacio iba diciéndole lo último a mi papá asi que quite la vista de mi teléfono y levanté la cabeza dado el rotundo silencio.

— Recuerda que debo estar puntual en el campus — no pude terminar mi frase cuando me di cuenta que los chicos nos miraban y dos de ellos estaban al igual que yo a punto de desmayarse — no puede ser— murmuré.

No pude evitar quedarme congelada, no podía creer lo que mis ojos veían, ¿era en serio? Prácticamente a unos metros de mí estaba él... estaba Abbel o sea, mi Abbel, estaba tan o más elegante que siempre pero esta vez pálido, sus ojos parecían dos huevos fritos y de su cara se fue el color por completo, lo conocía sabía que debía estar tan frío como yo lo estaba ahora, Danny y Angel que también estaban ahí igual lucían sorprendidos y sin palabras.

—¿Necesitas decirme algo más? — preguntó mi papá en murmullos luego de que saludo al grupo de chicos.

—¿Ah? — dije y fue lo más que pude hacer, no salía de mi asombro, todo pasaba en cámara lenta para mi, mis manos sudaban y temblaban.

— Que si necesitas decirme algo más, estoy por ocuparme — repitió mi padre entre dientes.

—No, no nada — me gire en mis talones y me fui casi corriendo al salón.

No lo puedo creer me descubrió, entre tantas personas debía ser él quien estuviera aquí, en mi desesperación le marque a Jessy apenas me respondió empecé a disparar las palabras

Las chicas Biancci (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora