CAPITULO 77. La despedida mas dolorosa

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Cuando reaccioné una vez más Abbel acariciaba mi cabeza, bajé mis piernas y liberé mis manos las cuales estaban muy sudadas, recosté mi cabeza en el hombro de Abbel.

— ¿Estás mejor? — yo asentí. — ¿Quieres agua? — inquirió y nuevamente asentí.

Me cargó y me depositó en la cama luego salió del cuarto, al cabo de unos minutos volvió con un vaso en la mano el cual me ofreció. Me senté en la cama, cogí el vaso y aunque mis manos aún temblaban pude mantener el vaso en ellas, lo miré a los ojos los cuales mostraban una excesiva preocupación.

— Perdóname — alcance a decir — no quería que te despertaras — me disculpé avergonzada.

— Eso no importa, lo que me importa es que estés bien — dijo mientras acariciaba mi mejilla, luego se sentó a mi lado y me acurrucó en su pecho.

— Con ésto también tendrás que lidiar sí paso contigo el resto de mi vida — dije rompiendo en llanto, él solo siseó mientras acariciaba mi cabello, solo cuando me calmé tomó mi cara, limpió mis lágrimas, depositó un beso en mis labios y luego dijo:

— Intentaré toda la vida hacerte tan feliz que no tengas que pasar por ésto, que olvidarás que se siente tener miedo, ansiedad o soledad; mi meta es cuidarte, hacerte feliz, acompañarte, protegerte y amarte incluso más de lo que necesitas, y sí aún así no es suficiente, entonces, acepto incluso lidiar y acompañarte con ésto — tomé su cara y lo besé me comí sus labios, aquellos que habían dicho todo lo que mi alma necesitaba oír desde que tengo uso de razón, en ese momento me sentí tan acompañada que no sabía cómo gestionarlo.

— No te merezco — dije sollozando, apenas dejé de besarlo.

— No digas eso — me contradijo y solo negué con mi cabeza.

— Yo no te merezco, Abbel, por mucho soy aquello que no debió haber llegado a tu vida — limpie mis lágrimas — necesitas alguien más, necesitas alguien que — él estampó un beso en mis labios para callarme y lo logró.

Sabía que era el momento en el que debía ser honesta con él a pesar que eso implique perderlo, no podía seguir prolongando este acto de crueldad contra él, contra la única persona que me ha amado sin límites, la única persona que ha intentado incansablemente hacerme feliz. Pero él no me permitió hablar más, sus besos me callaron una y otra vez hasta que terminamos acostados en la cama besándonos, fueron sus manos acariciando mi cabello y su tarareo los que me ayudaron a conciliar el sueño una vez más.

En la mañana siguiente me despertó con besos y un jugo de naranja, sonreí, eran las nueve de la mañana lo que me sorprendió y le pregunté sí se había quedado dormido a lo que respondió que no, que decidió quedarse conmigo. Salimos a desayunar a un lugar en las afueras de la ciudad, luego volvimos al Loft y me sorprendió con tres cajas de diferentes tamaños, la más grande era rectangular mediana y cuando me la dio dijo:

— Éste es por tu cumpleaños — sonreí y le agradecí con un beso. Depositó al instante otra caja de la mitad del tamaño y luego agregó — este es por nuestro aniversario que no pude llevarlo porque no estuvo listo — reí y negué con mi cabeza — y esté — dijo depositando una cajita pequeña sobre las otras dos — es solo por ser existir — mordí mis labios al mismo tiempo que una amplia sonrisa se dibujaba en ellos.

Dejé las cajas a un lado y me lancé sobre él, lo abracé y lo besé y él me respondió el beso luego me apresuró en abrir los regalos. Los abrí en el mismo orden, el más grande se trataba de un Kindle cuya carcasa estaba modificado en rosa con la inicial de mi nombre en el formato del logo de las Barbies, reí y me emocioné mucho al verlo, más porque curiosamente nunca había tenido un ebook o Kindle.

Las chicas Biancci (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora