Capítulo 50: Bailando en la Tormenta

3 1 0
                                    

≿————- -ˋˏ ༻✿༺ ˎˊ- ————-≾

Los días siguieron pasando, y la vida continuaba su curso. En medio de la rutina, había algo que iluminaba mis jornadas: ahora veía a Ryan en los llamados de terreno. Cada vez que nuestras miradas se cruzaban, una complicidad se tejía entre nosotros, un entendimiento silencioso que crecía a medida que nos veíamos más. Era un juego de miradas que solo nosotros entendíamos, un secreto compartido que nos unía en la distancia de los demás. A veces, las sonrisas se volvían involuntarias y mi corazón se aceleraba al sentir que, en esos instantes, el mundo exterior desaparecía.

Daniella, siempre atenta, lo seguía notando. A veces, me lanzaba un regaño disfrazado de preocupación, preocupándose más por mí de lo que ella misma admitía. —Tienes que tener cuidado, Hannah—, me decía, su tono de voz lleno de ese amor fraternal que solo una amiga puede expresar. Sus ojos, sinceros y llenos de preocupación, me hacían reflexionar sobre lo que estaba arriesgando. Pero Daniella se mantenía en silencio, respetando la promesa que había hecho de no contarle nada a Alex. A veces me preguntaba si eso era bueno o malo, pero no tenía respuestas claras. La tensión entre mi vida personal y profesional se tornaba cada vez más palpable.

La relación con Alex también continuaba su camino. Nuestro trabajo de investigación nos mantenía ocupadas, y a medida que compartíamos largas horas de trabajo, comenzaba a conocer un poco más de su historia. Alexandra era una mujer hermosa y delicada, con un pasado de lujos que se hacía evidente en sus gestos sutiles y en la forma en que hablaba. Al decidir convertirse en policía y dejar la enfermería de lado, había creado una coraza que la protegía, no sólo a ella, sino también a su familia y a su corazón. Podía sentir el peso de su historia en su voz, y a veces me preguntaba qué le habría llevado a elegir ese camino.

Sus palabras resonaron en mí. Aunque su pérdida era palpable y más profunda que la mía, en esos momentos entendía que a veces las cicatrices de la vida no son visibles a simple vista. Con cada conversación que teníamos, sentía que nos íbamos acercando más, compartiendo confidencias en medio de las risas y el trabajo. Había algo reconfortante en esa conexión, algo que me hacía sentir menos sola en mi propio dolor.

Con Ryan, la relación seguía floreciendo. Me sentía más cerca de él, y cada día confiaba un poco más en mis instintos. Sin embargo, había cosas que notaba que él no me decía, decisiones y secretos que mantenía ocultos por mi propia seguridad. Era una sensación incómoda, como una sombra que se cernía sobre nosotros, pero elegía ignorarla, aferrándome a la esperanza de que el amor que compartíamos podría ser más fuerte que cualquier obstáculo. Al mismo tiempo, la incertidumbre de su pasado me mantenía alerta, preguntándome si realmente estaba lista para aceptar todo lo que eso implicaba.

Esa tarde, mientras revisábamos unos documentos en la estación, el ambiente era ligero. Alex y yo intercambiamos algunas bromas sobre los casos más absurdos que habíamos enfrentado, y en un momento, mientras reía, un pensamiento se me cruzó por la mente. —¿Podríamos realmente encontrar la felicidad en medio del caos que nos rodeaba? ¿Es posible que nuestra vida se convierta en una danza, a pesar de las tormentas que nos acechan?— me pregunté en voz alta, buscando respuestas en la profundidad de mis propios pensamientos.

—¿Qué piensas, Hannah?— Alex preguntó, mirándome con curiosidad, como si supiera que mis palabras escondían algo más profundo.

—No lo sé. Tal vez... tal vez podamos bailar en la tormenta— respondí, sonriendo con la esperanza de que algún día esta locura se sintiera como algo bello. Mientras tanto, la idea de bailar, de disfrutar los momentos simples, me llenaba de emoción y me daba fuerzas para enfrentar lo que viniera. Era un mantra que repetía en mi mente, un recordatorio de que siempre había algo hermoso en medio del caos.

Con Amor, Hannah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora