Capítulo 57: Desvanecer

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Ryan se levantó para ir a trabajar, y yo fui tras él, atrapada en la burbuja de felicidad que había rodeado nuestra noche anterior. Era como si fuéramos una pareja recién conociéndose, el roce de nuestros cuerpos aún cargaba la energía de lo que habíamos compartido. Mientras él se vestía, mis dedos jugaban con el borde de su camisa, y nuestras risas llenaban el aire. —¿Qué te parece esta combinación? —me preguntó, sosteniendo dos camisetas en cada mano. La luz del sol filtrándose por la ventana iluminaba sus ojos de manera tan intensa que me costaba concentrarme en la ropa.

—La azul —respondí, sin dudar. Algo en esa elección hizo que sonriera, como si el simple acto de elegir la camisa adecuada para su día pudiera cambiar todo.

Después de un par de bromas y pequeños besos, se detuvo un momento para buscar algo en el armario. Sacó un sobre de un cajón, y mis cejas se alzaron curiosas. —¿Qué es eso? —pregunté.

—Es un secreto —dijo con una sonrisa traviesa—. Pero quiero que prometas que lo abrirás esta noche.

Lo miré con atención, tratando de leer su expresión. Había un brillo en sus ojos, como si ese sobre guardara no solo un mensaje, sino una parte de su ser. Asentí lentamente, sintiendo que el corazón me latía con fuerza. —Lo prometo —le aseguré.

Al final, nos despedimos antes de que cada uno tomara caminos diferentes. La despedida fue rápida, pero cargada de significado. Mientras salía por la puerta, sentí una mezcla de emoción y ansiedad; algo en mi interior sabía que ese día no sería como los demás. El aire de la mañana estaba fresco, y con cada paso que daba, la promesa de esa noche pesaba sobre mis hombros, como un recordatorio de que la vida, aunque hermosa, podía cambiar en un instante.

En medio de la locura del turno, entre pacientes y tratamientos, mi teléfono vibró en el bolsillo de mi uniforme. Al ver su nombre en la pantalla, una chispa de alegría iluminó mi día. Sin embargo, cuando contesté, su voz era diferente, casi etérea, como si hubiera una distancia que se extendía más allá de la señal. —Hannah —dijo, su tono cálido pero con una leve tremor que me hizo fruncir el ceño—. Quiero que sepas algo.

Las palabras que siguieron me sorprendieron y me llenaron de inquietud. —Gracias por amarme. Por entenderme, por nunca haberme juzgado —continuó. Su voz se deslizaba por el teléfono como una melodía nostálgica, pero había un matiz en ella que me hizo estremecer.

—¿Ryan? ¿Qué está pasando? —pregunté, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho.

—No, no, espera —dijo rápidamente—. Solo... solo quería que lo supieras. Eres increíble, y a veces siento que no merezco todo esto.

Mis manos temblaban mientras intentaba procesar lo que decía. ¿Acaso estaba despidiéndose otra vez? El eco de su voz resonaba en mi mente, y la sensación de una tormenta inminente se cernía sobre mí. —Ryan, no me hables así. ¿Estás bien? —le imploré, mi voz casi un susurro. La ansiedad crecía en mi estómago, como un nudo que se aferraba cada vez más fuerte.

—Estoy bien, realmente. Solo... hay cosas en mi vida que no entiendo, y me da miedo no poder controlarlas. Pero tú has estado ahí para mí, siempre —respondió, y había un quebranto en su tono que me hizo temer lo peor.

—¿Qué quieres decir con eso? —mi voz se quebró, y las palabras salieron más desesperadas de lo que pretendía.

—Quiero que sepas que siempre estaré agradecido por ti. No sé lo que el futuro nos depara, pero eres lo mejor que me ha pasado.

Con Amor, Hannah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora