-Buenos días- saludo a Ursula que entra a la cocina, ya estaba vestida y justo ahora estoy desayunando unos hot cakes, antojos repentinos.
-Buenos días- me sonríe.
-¿Cómo estás?- le preguntó para después darle el último bocado a la tercera rodaja, que gorda me siento, en fin.
-Excelente, y por lo que veo usted también- dice refiriéndose a los hot cakes.
Señaló el microondas con el tenedor, -allí hay más por si se te antoja- comentó, tome los platos y los deje en el lavaplatos, justo antes de alejarme de allí sentí un leve mareo y con ello un dolor de cabeza intenso.
-¿Se encuentra bien Kimberly?- Pregunta Ursula preocupada.
-Si, pero tengo el peor dolor de cabeza del mundo- digo llevando mi mano a la frente, Ursula me pasa una pastilla y me la tomó junto con un vaso de agua. -Gracias- miró mi reloj, -se me hace tarde, me marchó.
-Que pase un feliz día- comenta.
Tomó mi bolso y salgo del departamento, bajo por el elevador hasta el estacionamiento donde José me espera. Al pasar por recepción saludo al que esta en el puesto tras el mostrador.
-Buenos días Kevin- lo saludo con una sonrisa.
-Buenos días señorita Connor- dicho esto me devuelve el gesto.
Llego hasta el coche, saludo a José y me entró al coche, en el viaje al edificio tomo una conversación con José.
-Vaya que estas tres semanas han sido largas- comento, desde ya hacia tiempo no hablo con Danielle, y siento que algo se me esta olvidando.
-Ya llegamos Kimberly- comenta para luego bajarse y abrir mi puerta.
-Gracias- comento al salir, -hoy por la noche tengo una cena de negocios, por lo que significa que saldré más temprano por la tarde para recoger mi vestido en la tienda.
-No se preocupe por eso, yo me encargo de buscarlo y dejarlo en el departamento y la vendré a buscar más temprano de lo habitual para dejarla en el salón de belleza.
-Eres un amor, gracias- comento.
Me adentre al edificio para hacer lo que he estado haciendo las últimas semanas, organizar reuniones, chequear papeles y otras cosas, después de varias horas trabajando llamo al sr. McKellen.
-Buenas tardes, compañía McKellen, en qué podemos ayudarle?- comenta la secretaria
-Buenas tardes, me puede comunicar con el sr Antonio McKellen- respondo.
-No hay problema, pero necesitamos saber quién llama?- pregunta y la escucho teclear algo en su ordenador.
-Soy Kimberly Connor- en ese instante se vuelve a escuchar las teclas, -actualmente soy la encarga de las oficinas McKellen en Inglaterra.
-Perfecto, hemos confirmado su información, le estamos transfiriendo la llamada al sr McKellen.
-Gracias.
-A la orden, feliz tarde- fue lo último que escuche de ella, ya que en segundos esvuche la voz de mi jefe.
-Buenas tardes, ¿señorita Connor?- pregunta.
-Buenas tardes, si soy yo- contesto me acomodo mejor en mi asiento, -¿Cómo está?
-Bien, y ¿usted?
-Muy bien- aunque sea una reverenda mentira, mi salud a decaído mucho, supongo que ha sido porque he dormido fatal y tampoco he tenido mucho apetito, sin mencionar los mareos, vómitos y dolores de cabeza matutinos.
-Cuenteme, ¿Qué tal van los planes?
-En crecimiento, hemos hecho alianza estratégicas para el mejor avance y publicidad de su empresa.
-Se escucha maravilloso, Señorita Connor- se notaba en su voz el orgullo hacia el trabajo que he estado haciendo arduamente.
-Me alegra que le guste, hoy por la noche me reunire con el Rey William Morrison, he de admitir que estar en su agenda no ha sido fácil.
-Sabia que no me defraudarias, si todo sigue así en unos dos meses podrás regresar o a menos que te guste el puesto que tienes.
Rayos pensé
-Tendría que pensarlo, ya que toda mi familia esta en Estados Unidos.
-Pues piénsalo bien, porque oportunidades como estas no se presentan tan fácilmente.
-Claro señor, muchas gracias- después de esto cuelgo la llamada, suspiro agotada, hoy por la noche llamaría a Danielle aunque se haga tarde.
Cuando se hizo la hora, José paso por mi para dejarme en el salón, me maquillaron, arreglaron mi manicura y pedicura, por último peinaron mi pelo en un moño alto y muy hermoso. Salí del salón un par de horas después, llegamos al departamento. Me dirijo a la habitación, tomo en mis manos el vestido que escogí hace una semana que se ubicaba colgado en mi armario, me lo pongo, llega unos dedos sobre mis rodillas, consiste en dos telas una rosa que es de seda y otra que es tejida en negro, llega hasta mis hombros donde hace unas pequeñas mangas.
-¿Qué raro?- el vestido me quedaba justo en el abdomen y en mis pechos, antes me sobraba tela en esas zonas, -rayos, estoy engordando aunque no estoy comiendo bien- el vestido es una talla más grande de lo que era la mía, me calce los tacones, me coloque los accesorios, ya lista me miro por última vez en el espejo, mi abdomen se notaba algo hinchado, no entendía lo que me sucedía, mi móvil sonó y veo la alarma que puse, tomo mi bolso y salgo de la habitación.
-Te vez hermosa Kim- comenta Ursula.
-Gracias- le sonrio.
-¿Está lista?- pregunta José poniéndose su sombrero que completamente su traje de chófer.
-Sí.
Me despido de Ursula, ya que no la veré hasta el lunes de la próxima semana. En el camino me dedique a mirar por la ventanilla, había acordado con la asistente del Rey que nos veríamos en su palacio, donde podríamos hablar de negocios, buscando el beneficio de su pueblo y yo como representante de la empresa McKellen.
-Buenas noches, altezas- me incline levemente, frente a mi se hallaban el Rey William y la Reina Juliette, ambos vestían elegantes.
-Buenas noches, señorita Connor- comenta el Rey.
-Buenas noches, siéntete como en tu casa- expresa la Reina.
-Es un placer conocerlos en persona- comento, nos acercamos a una mesa en medio de la terraza.
Observe a la reina, es pelirroja natural, sus ojos son verdosos y su piel es blanca; el rey, es moreno, con piel blanca y ojos grises, los cuales me parecieron ya haberlos visto, reste importancia. Hablamos de negocio, todo salio mejor de lo esperado, nuestra empresa estaba legalmente respaldada por la familia real.
-Me encantaría que mi hijo ayudará en este proyecto- comenta la reina.
-Claro, no tengo problemas- le sonrió, tomo mi bolso ya dispuesta a marcharme, -al contrario, será todo un honor.
-Me parece excelente- comenta la reina, -me gustaría conocerte mejor Kimberly- comenta.
-No hay problema, usted dígame y estaré aquí para conversar.
-Entonces nos vemos el domingo para desayunar- se expresa la reina con ilusión, en el momento que divise el coche y a José me detuve.
-Por supuesto- respondo.
-Entonces te espero el domingo aquí a las ocho?- asiento.
-Hasta entonces- hago una reverencia a los reyes y me marcho a mi departamento, observe mi reloj de mano y todavía es temprano, lo que significaba que podría hablar con Danny.
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¿Tengo Opción?
Teen FictionError tras error, eso es lo que yo, Kimberly Connor, he cometido a diario. Si me pagaran por mis estupideces, apostaria que seria multimillonaria... ¿No me crees? Pues empieza a leer, te arrenpentiras y me diras rogando '¡Kim tu vida es una mierda!'...