Me desperté con un fuerte dolor de cabeza, sentía que todo daba vueltas, lleve una mano a mi cien teniendo en mente masajear esa zona para espantar el dolor, pero me lleve la sorpresa que mi mano tenia un suero, observe mejor la habitación y deduje que no estaba en mi habitación.
-Veo que despertaste- escucho y entrando por la puerta aparece Matthew.
-¿Dónde estoy?- pregunte sin comprender.
-En mi habitación- responde, se acerca a mi, no sin antes recoger una cajita que descansaba sobre un escritorio.
-¿Qué hora es?- pregunte al notar que el sol se escondía.
-Cinco de la tarde- responde.
-Que bien no es tan tarde- comento.
-Del día martes- contesta.
-¿¡Estuve inconsciente dos días!?- pregunte asombrada.
-No exactamente, te despertabas pero tu salud no estaba bien, tu tensión arterial supero los límites, cualquier cosa te hacía enojar y en segundos te volvías a desmayar.
-¡Rayos!- gruño, -me tengo que ir, para mañana tendré que reprogramar las reuniones.
-Aguarda- me toma de los hombros y me fuerce a sentarme de nuevo.
-No tengo tiempo.
-Por Dios Kimberly piensa en tu salud- gruñe.
-¿Y a ti que mierda te importa?- gruño quitando sus manos de encima, -tú y yo somo socios, solo eso.
-Bien, entonces esto no te pertenece- saca de la cajita un colgante, no se me hizo difícil reconocerlo, era una cadena dorada con un dije en forma de rosa, en ella estaba grabada unas dedicatorias de Danielle para mi, había sido mi obsequio de veinte años.
-¿Tú qué haces con mi colgante? -le arrebato el colgante de las manos.
-Tal cual como tú tienes el collar zafiro- responde.
-Imposible, ese collar es réplica.
-No lo es, era de mi abuela, me lo entrego unos días antes de morir y ese collar lo llevaría mi esposa.
-Esto es una locura- comento, en mi corazón decía que era cierto, pero que significaría todo eso, que en la despedida de soltera de Danielle había quedado embarazada de gemelos y que el hombre es príncipe, futuro rey de Inglaterra, para empeorar es novio de Gabrielle.
-¿Yo soy el padre de los gemelos? -parecía más una afirmación que una pregunta.
-Por supuesto que no- miento, obviamente es él, después de tanto mirarlo pude recordar el momento que cambiamos collares y unos minutos antes de hacerlo.
-Bien, como estas tan segura no habrá problema en hacer un examen de ADN y confirmar, ¿Cierto?
-No puedes obligarme- gruño.
-Soy el príncipe.
-¿Y...?- comento con mi típica frustración, - eso no me importa.
-Pero a mi si- se sienta en la cama después de permanecer tanto tiempo de pie, -pude que yo sea padre de ellos como puede que no- dijo lo último con duda, como si obviamente el 'puede que no' estaba de más, -no quiero perderme la vida de ellos, incluyendo la etapa de embarazo.
-Supongamos que son tus hijos, pero no lo son- me estaba hundiendo en mi propia mentira por temor, -¿Qué harías?
-Lo primero seria casarnos- responde, pero lo interrumpo.
-¿Y si no quiero casame contigo?
-Tendrás que hacerlo, porque no permitiría que un hijo mio sea condenado como niño ilegítimo, y lo segundo es que de igual forma mi padre no permitiría que unos de sus sucesores o descendencia se crié fuera del palacio y mucho menos de Inglaterra- aclara, -dime con sinceridad.
-Bien, no recuerdo muy bien lo que paso esa noche- miento, claro que ya me acordaba pero no iba a admitirlo, -pero si eras tú, entonces si eres el padre, porque yo no he tenido más...- trago el nudo de mi garganta, -más intimidad con nadie.
Nos pusimos a discutir y confirme todo, él sabia secretos míos porque estaba ebria y se los dije, también comprobamos el nombre del hotel en el cual desperté y el bar donde nos vimos por primera vez, yo le comente que lo único que logre ver fueron sus ojos, pero él había visto mi cabello, perfil y ojos zafiro.
-Cuando nos presentaron formalmente te reconocí- comenta Matthew, -ojos como los tuyos son únicos.
-Gracias- digo avergonzada, para luego suspirar, -¿Qué pasará ahora?
-Por ahora nada, primero te recuperaras y mañana temprano lo discutiremos con mis padres- comenta, se levanta de la cama, -traeré la cena, entre más rápido comas volverás a descansar.
Salio de la habitación, miles de temores cruzaro por mi cabeza, cuando estemos frente a sus padres y aseguramos que los niños que crecen en mi vientre son sus nietos, ¿Cómo se tomará tan dura noticia?. Su hijo había salido de Inglaterra, para sabrá Dios que, tuvo una aventura nocturna conmigo y ahora yo estoy en el palacio porque hace unos dos meses acepte el trabajo como cabeza de la empresa McKellen temporal, en unos cuatro meses estaba pautado mi regreso a mi rutina en Estados Unidos, para seguir siendo secretario y tratar de subsistir, pero ahora todo es diferente, cabía la posibilidad de tener que casarme con Matthew para que mis bebés pasen a ser nuestros hijos y príncipes de Inglaterra.
-Muy complicado- gruño, escucho unos toques en la puerta, -adelante- se abre y aparece la reina, me sonríe y se acerca a mi.
-Me alegra verte tranquila- comenta la reina.-Gracias.
-¿Cómo has estado?- se sienta con delicadeza en la cama.
-No muy bien, pero han sido muy atentos conmigo por lo que he estado mejorando.
-Me alegro mucho- toma un cabello rebelde y lo pone tras la oreja, suspira pero sin quitar la sonrisa, -ya Gabrielle nos dijo toda la verdad- en forma de instinto miro al suelo, ella sabia todo de mi, con su mirada a pesar de no ser de juez o de crítica me sentía sucia.
-Me quiero ir a mi casa- digo casi en un susurro.
-Claro, ya Matthew te comento que deseamos hablar contigo mañana temprano, y según me dio la respuesta Matt es urgente que nos reunamos- se levanta con elegancia y mucha gracia de la cama, hasta para algo tan simple como levantarse ella lo hace sin perder la delicadeza, -tú misma de dijiste que tu hermana nunca te dejo contar tu versión de la historia, ¿Cierto?- asiento, -y por eso mismo nosotros decidimos escucharlo por decisión propia, hasta inclusive tu madre ha pedido estar presente- en ese instante tocan la puerta, -adelante- se abre la puerta y aparece Matt con una bandeja repleta de comida, -acabo de entender lo de 'han sido muy atentos conmigo por lo que he estado mejorando'- comenta la reina con un estallido de risa, mis mejillas se ruborizaron y pude notar la mirada de reproche que le hacía Matthew a su madre. -Tengo cosas pendientes, los dejare solos- se dirige a la salida.
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¿Tengo Opción?
Teen FictionError tras error, eso es lo que yo, Kimberly Connor, he cometido a diario. Si me pagaran por mis estupideces, apostaria que seria multimillonaria... ¿No me crees? Pues empieza a leer, te arrenpentiras y me diras rogando '¡Kim tu vida es una mierda!'...