Capítulo 22

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Estaba sentada al lado de Brando, mis padres están ubicados cada uno en una punta de la mesa y mi hermano se encontraba sentado frente nuestro junto a Carla. ¡Me olvide de contarles! ¡Ya son novios! Mi hermano la presentó como su novia. Hacen una muy linda pareja, la verdad es que es preciosa. Tiene un cuerpo estupendo, no es ni gorda ni flaca, lo justo, pero lo que más me llama la atención son sus ojos verdes agua y su cabello es rojizo. Parece una muñequita. A mi hermano lo veo muy contento y para mí eso es lo más importante.

En este momento están riéndose de las anécdotas que cuenta Carla, es muy divertida. Brando tiene apoyada su mano derecha en mi rodilla izquierda. Menos mal que la mesa tiene un mantel. Por mi parte, yo no le dije a mis padres que estoy saliendo con Brando, no sé cómo se lo tomarían. Siento que mi madre me va a apoyar pero mi padre es un poco celoso y bueno eso complica un poco las cosas. Durante la cena mi madre nos mira a mí y a Brando de una manera extraña, no sé cómo explicarlo. Como que pareciera que ella ya sabe lo que está pasando, pero no comenta nada. Luego voy a hablar con ella. Mi mamá me conoce muy bien, y debo decirles que creo que le gusta Brando para mí. En una ocasión ha comentado la posibilidad de que yo este con Brando. En su momento me parecía un tontería, pero miren me ahora.

Brando pensó que me iba a dejar en esas circunstancias y no me iba a vengar. Pobre, está muy confundido, ahora va a conocer un lado mío que ni yo sabía su existencia. Todos en la mesa siguen riéndose de las anécdotas que cuenta Carla, Brando está distraído y creo que es tiempo de actuar. Coloco mi mano en su rodilla, noto cómo se tensa un poco, pero luego sigue igual. No lo puedo ver a la cara, pero lo estoy observando de reojo. Mi mano comienza a subir poco a poco por su pierna, siento como la mano de Brando me aprieta la rodilla, pobre, piensa que voy a parar. Continúo con mi camino, mientras tanto sigo hablando con los demás al igual que Brando. Ya llega un punto donde mi mano para su recorrido, un poco más abajo de su miembro. No sé de dónde saqué el coraje para hacer semejante cosa, pero estar con este Dios griego causa este efecto en mí.

-¿Hija me acompañas a buscar el postre?

-Claro mamá. Con permiso -me paro y me encamino a la cocina. Me viene bien este momento sola porque me estaba acalorando allí. Pensé que solo le iba a causar ciertas sensaciones a Brando, no a mí también. Marta no se encuentra en la cocina, solo estoy yo. Mejor todavía, me apoyo un momento en la mesada y pienso. Hasta que en eso siento como un cuerpo se pega a mi espalda y al instante ya sé quién es. Me corre el cabello del hombro y comienza a darme pequeños besos en el mismo. Muerde un poco el lóbulo de mi oreja, yo me siento en otro planeta, siento como mis piernas tiemblan. Sus manos me agarran de las caderas y me pegan más a él.

-Brando nos puede ver alguien, por favor -digo en un susurro. Siento como sigue repartiendo besos por mi cuello, si no para la situación se va a pasar a mayores.

-Vos comenzaste, poniéndome la mano en ya sabes dónde. No te creía capaz, me sorprendiste, pero me encendió de una manera que no hay ducha de agua fría que me calme –me ruboricé al instante, él hablaba con tanta naturalidad y yo me estaba muriendo.

-Brando, mi amor, podemos continuar luego, ahora llevemos el postre -le digo mientras lo miro a los ojos, sus preciosos destellos. Su cara se transformó de excitación a ternura.

-¿Cómo me dijiste?

-Te dije que tenemos que llevar -y siento como me interrumpe.

-No no, antes.

-Mmm no sé, ¿Brando?

-¿Después? -no entiendo a dónde quiere llegar, hasta que se me enciende la lamparita.

BONITADonde viven las historias. Descúbrelo ahora