Capítulo 70

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No puedo creer lo que está pasando, no puedo creer cómo es que sucedió todo tan rápido. Lo que más bronca me da es que estaban los muchachos para cuidarnos, pero el muy mierda cumplió con su misión. No me malinterpreten, los muchachos hicieron lo posible, pero todo sucedió tan rápido; Dios, no lo puedo creer. Todo venía perfecto, la cena fue hermosa, Brando estaba contento con la inauguración, con los pequeños. Y viene una mala persona y genera todo esto. Nos íbamos a casar dentro de unos meses y ahora estoy con el corazón en la garganta, ya que Brando se encuentra en coma. 

Cuando la ambulancia se lo llevó hacia el hospital, yo continuaba en estado de shock en el auto, mismo cuando llegamos al establecimiento. Lo único que me importaba era saber que Brando estaba bien y que tenía esperanzas de vida. Lo que más me molestaba es que no sabía en dónde fue el disparo, y eso me tenía de aquí para allá.  Carlos intentó calmarme, pero no pude. Lo único que quería era verlo a él. 

Carlos se encargó de llamar a mi familia, ya que yo no podía hablar. Seguía en este estado aislado, pensando y recordando todos los momentos con Brando. Uno de los muchachos, intentó darme algo para hidratarme, pero no podía tragar. El nudo que se me formó en la garganta no me permitía hacer nada. 

Un infierno después, el doctor salió y nos informó sobre el estado de Brando. Resulta que la bala pasó rozando el pulmón izquierdo, pero gracias a Dios, Brando no está en peligro. Lograron sacar la bala y lo que hicieron fue inducirlo al coma, ya que tiene el cerebro un poco hinchado. El problema es que no se sabe cuando se va a despertar, ni tampoco cómo.

Lo quiero ver, pero me dicen que debo esperar ya que se encuentra en terapia intensiva. Llegó con muy poco oxigeno y poco a poco lo van poniendo en su estado. Un poco del peso que sentía se fue disminuyendo, pero no del todo, ya que no sé cuándo se va a despertar y les juro que no sé cuánto podré aguantar.

No soy digna de estar con alguien como él, lo que hizo fue la muestra de amor más grande que vi en mi vida. Solo en los libros románticos y de ficción se puede llegar a leer, y él cumplió con su promesa, me dijo que daría la vida por mi y los niños y eso hizo, fue muy fiel a su palabra. Lo único que le pido a Dios es que no se lo lleve, no creo poder superarlo. Quiero que mis hijos conozcan a su padre, que vean cuan buena persona es, cuan cariñoso; y además quiero que Brando pueda cumplir y hacer todo lo que planeó para cuando nazcan los niños. 

-Señorita Olivia, por favor tome un poco de agua -dice Carlos, niego con la cabeza- Olivia, hágalo por los pequeños. No puede parar, debe seguir comiendo, hidratándose, descansando. Los tiene que cuidar, así cuando el Señor Brando despierte, todo siga igual -lo que me dice Carlos me baja de un tirón a la tierra. Por Dios que mala madre soy, solo pienso en mi y no en los dos pequeños que están en mi vientre. Ellos no tienen la culpa de todo lo que está pasando. 

-Gracias Carlos -es lo único que logro decir. Agarro la botella de agua y comienzo a hidratarme, siendo consciente que somos tres y no yo sola. 

-Llamé a su madre, están en camino. Les mandamos el avión del Señor, estará llegando en unas horas -comenta Carlos, mientras manda un mensaje. 

-Gracias Carlos, no sé qué haría si no fuera por vos -le digo y recuesto mi cabeza en la pared. En verdad necesito descansar; los ojos comienzan a cerrarse, pero no me pienso ir hasta ver a Brando con mis propios ojos. 

-Ya pueden ver al Señor Harrit. Lo único que les pido es que pasen de a dos, no más -dice el doctor. Claro, estoy con los muchachos, somos 10 personas en una sala, todos me están cuidando a mi y a Brando. Carlos está a mi izquierda, luego los muchachos están repartidos por toda la sala de espera. 

No lo dudo ni un segundo y me paro a toda velocidad. Acomodo mi vestido, tomo una respiración profunda y abro la puerta. Lo que veo me deja helada, los pelitos de la nuca se me erizan y los ojos se me llenan de lágrimas. 

Brando se encuentra acostado en la camilla, con sus hermosos ojos cerrados. Puedo escuchar como pita el aparato que señala los latidos de su corazón, miles de cables lo atraviesan. Su torso está descubierto, puedo ver todos sus tatuajes, pero una venda tapa parte de ellos. Con pequeños pasos me acerco a su lado, Brando sigue inmutado, sin hacer ningún movimiento. Tiene puesto un respirador. Me está matando verlo así, pero debo recordar lo que me dijo Carlos, debo ser fuerte para sostener a nuestra familia. 

-Hola Bonito -susurro en su oído, mientras dejo depositado un beso en su frente. Su piel está un poco más fría de lo normal. Siempre Brando tiene su piel caliente, su cuerpo siempre me protege del frío y de cualquier cosa, si no miren cómo terminó. Puedo sentir como una lágrima se me escapa, la corro con mis manos temblorosas, me acerco una silla y me siento a su lado. Comienzo a pedirle que se levante, que los niños y yo los estamos esperando. Le cuento como Carlos y los muchachos me cuidan y sobre todo le digo cuánto lo extraño, cuánto lo amo. 

Dicen que las personas cuando están en este estado, pueden escuchar, deseo y espero que Brando me escuche. Quiero que regrese pronto, junto a nosotros, pero también sé que su cuerpo necesita descansar, ya que lo que ocurrió dejo a su cuerpo destruido. Pero en verdad, espero que no se tome mucho tiempo. Luego me quedo sentada observándolo, le acaricio su mano, como él me hace a mi cuando va manejando. Le toco la mejilla, ya que ahí tiene una marca, no sé de qué, pero tiene una especie de cicatriz que atraviesa su mejilla izquierda. 

-Señorita Olivia, tiene que ir a la casa, así pueden descansar. Mañana a primera hora la traigo devuelta -no me quiero separar de él. Le propuse a Carlos de ponerme una camilla aquí, pero me dijo que no. Y lo peor de todo es que me dijo que Brando no estaría de acuerdo, así que simplemente asiento triste, me levanto y me despido del amor de mi vida. Le digo cuánto lo amo y le prometo que voy a cuidar más a los niños, ya que últimamente pienso solo en mi. Soy la peor madre, pero gracias a Dios, tengo personas que me bajan a la tierra. Con el último beso en su frente me despido y le digo que mañana vuelvo. 

El viaje a casa fue sin vida, Carlos conducía y yo simplemente miraba el paisaje, dando pequeñas caricias en mi vientre. Cuando llego a la casa, las chicas ya están al tanto de la situación. Me hicieron un te y me lo llevaron a mi habitación. Carlos me dijo que le avisó a sus hermanos, así que en este momento mi teléfono suena y comienzo a hablar con Vera, está muy preocupada, pero estoy tan molida, tan fusilada, que no puedo hablar mucho. Le pedí disculpas y se lo pasé a Carlos, así él la mantiene al tanto. Apenas me saqué el vestido, me di una ducha rápida y me coloqué una remera de Brando.

Cuando me recosté en la cama, agarré la almohada de Brando y la abracé. Automáticamente su olor invadió mis fosas nasales. Algunas lágrimas se me escapan, pero intento ser fuerte, así que las limpio y pienso en mis hijos. Me acaricio el vientre y poco a poco el sueño me va ganando. En lo último que pienso es en Brando y los niños. 



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