15. Salvaje Pidge.

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Acomodó las gafas en el puente de su nariz mientras caminaba hacia el departamento del azabache acompañada de Shiro, quien no dejaba de mirar a la joven con un cierto temor al sentir ese ambiente de autoridad por parte de la castaña. Alzó sus mangas una vez que estuvo frente aquello que separaba de ella y del joven, elevando su brazo para golpear sus nudillos repetidas veces contra la dura madera, dando un paso atrás para después juntar sus manos por detrás de su cuerpo. Era totalmente verídico que la joven podía hacer entrar en razón a cualquier persona con palabras crueles y hasta algunas cuantas cachetadas, ya que al tener en cuenta que no habían entendido por la buena madera debía de enseñar la mala manera de las cosas. Siempre le había funcionado.

– Toc, toc.– Mencionó Pidge al no obtener respuesta del azabache, comenzando a retroceder poco a poco, ganándose una mirada llena de extrañeza del mayor.

– ¿Quién es?– Respondió el azabache del otro lado de la puerta, estando recostado sobre el sofá, ocultando su rostro en el cojín. Se encontraba de esa manera desde la última vez que tuvo contacto con el moreno, se sentía realmente deprimido al pensar que había echado todo a perder por su cobardía en esos momentos.

– ¡Tu puta madre!– Corrió en dirección a la puerta para impactar su pie contra la madera, causándole un daño al seguro que la puerta contenía, abriéndola de inmediato, ocasionando que el azabache cayera al suelo ante el repentino estruendo de algo sólido, mientras que Shiro se llevaba su dedo índice y pulgar al puente de su nariz en gesto de decepción, pero aún así decidió entrar para restablecer la puerta.– ¡Tú y yo tenemos un asunto pendiente!

– ¿¡Qué demonios, Pidge y Shiro!? ¿¡Qué diablos les pasa para interrumpir mi privacidad!?– Se levantó de inmediato del suelo, sacudiendo después sus prendas para mirar a la joven con enojo.– ¿Qué carajos quieren?

– Yo hablar contigo y Shiro arreglar la puerta que he roto más de quince veces para hacerte recapacitar, niñita.– Se cruzó de brazos, mirándolo por unos cortos segundos de manera intimidante para después acercarse, tomar su brazo y llevárselo hacia la habitación del propietario.

– Siempre es lo mismo, solamente me utilizan para arreglar cosas... No tengo una mousquerramienta... Bueno, sí, pero no para esto...– Murmuró, suspirando por lo bajo, dirigiéndose hacia la cocina donde se encontraría lo que necesitaría para arreglar lo que la menor había destruido.

Pidge y Keith se hallaban en silencio, mirándose uno al otro con ese toque timidante con el que ambos contaban en su persona, cruzados de brazos y en la misma posición de su anatomía. La castaña suspiró, desviando su vista hacia cualquier punto de la habitación que le fuera de ayuda para encontrar algún objeto valioso del azabache, pero al parecer no encontraba nada, hasta que su vista se vio fijada sobre el peluche de hipopótamo que Lance le había conseguido hace unas semanas atrás, sonriendo levemente. Su cuerpo se movió con rapidez para conseguir subirse a la cama del joven sin ser atrapada por el mismo, tomando el obsequio tan valioso para Keith junto con el arma blanca tan especial para él que ocultaba en el cajón de su buró, poniendo el filo de esta en el cuello del objeto.

– Suéltalo.– Murmuró entre dientes, señalando a la castaña, acercándose poco a poco hasta que una acción de la joven ocasionó que se detuviera, había apegado más el filo a su apreciado peluche.– Lo haces y destruyo lo que más amas en esta vida, Katie.

– Habla con Lance.– Soltó, viendo que el azabache se negaba una vez más, rodando así sus ojos al tener en mente que de ninguna amenaza podría hacer que hablara con el moreno. Aventó ambos objetos al suelo, acercándose con rapidez por encima de la cama hacia el joven, impactando con fuerzas la palma de su mano contra su mejilla para después tomarlo del cuello de su camisa, ejerciendo fuerza para tumbarlo sobre la cama de un sólo movimiento, poniéndose encima de su cuerpo.– Hablas con Lance justo ahora o te juro que me llevaré a tu estúpido hipopótamo y en cada día que pase te enviaré partes de él... Así es, no tengo piedad ante ti, greñudo gay...

– Bien, pero quítate y no me llames gay.– Gruñó por lo bajo, no podía cree que fuera manipulado con facilidad por un simple juguete, aunque era realmente significativo para él.

– Es que lo eres, obvio que te llamaré así, duh.– Se quitó, bajando de la cama del azabache para alisar sus prendas, mostrando un gesto más que elegante en esos momentos.– Me voy, que mi mamá hará mi comida favorita y pay de manzana. Ahí te ves, sumiso.

–... Te odio...– Decidió callar, bufeando con molestia al momento en que la joven se fue. Desvió su vista hacia el peluche, levantándose de la cama para poder recogerlo del suelo, quitándole algo de polvo que posiblemente tendría en su suave pelaje de un color morado, rodeándolo con sus brazos al tener una imagen del moreno con una bella sonrisa.– Te extraño...

*

El azabache y el hombre de flequillo albino se encontraban de pie frente a la puerta del departamento del moreno, en el gesto que tenía Keith se podía notar los grandes nervios que habían inundado por completo su anatomía al tener el pensamiento de ese día donde había arruinado todo y la posibilidad de tener algo con Lance, sin embargo, no quería dejar las cosas así, no se quedaría con los brazos cruzados para nada. Un movimiento de Shiro lo sacó por completo de sus pensamientos, había tocado la puerta sin ni siquiera avisarle, aunque pensó que lo había visto muy temeroso para que él diera ese paso por su cuenta, en cierta manera le agradecía al mayor que llamará, y segundos después la puerta se abrió, mostrando a un Lance un poco sorprendido al tener frente a él al joven azabache con un gesto lleno de pena y vergüenza, siendo totalmente extraño para él ver esa pequeña fase de su amigo.

– Solamente venía a dejar a Keith para que pudieran hablar con tranquilidad, ¿está bien? No quiero gritos y golpes, estaré con Hunk, saben que se escucha cuando pelean.– Sentenció el mayor, mirando a ambos jóvenes con una ceja alzada, recibiendo una aceptación por sus palabras.– Nos vemos luego.– Y se marchó, dejando a ambos jóvenes solos.

– Pasa.– Lance decidió romper el hielo después de algunos segundos que se le hicieron más que eternos, por lo que el azabache asintió, cabizbajo, ingresando a la propiedad del moreno para que éste cerrara la puerta por detrás de él, mirando cómo Keith se sentaba en el sofá.– ¿Quieres hablar sobre algo, Keith? ¿Tienes problemas nuevamente? Te dije que hay muchos cubiertos para todos, el mundo no gira alrededor de ti.– Sonrió y el corazón de Keith comenzaba a latir a mil por hora, vaya que le encantaba cuando el moreno sonreía.

– Solamente vine a disculparme por lo que pasó en el parque... Tenía miedo...– Se ganó total atención del moreno al decir esas palabras como si se tratase de simple agua fluyendo con facilidad por el río.– Lo siento...

– ¿Por qué sentirlo?– Frunció su entrecejo, admirando la belleza que desprendía Keith al tener ese gesto de pena, con sus ojos fijados en sus manos que jugaban entre sí con nervios, Lance podía notar con simpleza los nervios y temor del joven.

El silencio volvió a inundar el departamento, Lance mantenía su vista fija en Keith, teniendo alguna esperanza de que hablara y le respondiera su pregunta, pero al sentir que los minutos pasaban se dio por vencido, soltando un suspiro de cansancio, pasando su mano por sus finos cabellos castaños caoba para después dirigirse hacia su habitación, pero sin antes indicarle al azabache que estaría jugando algunos videojuegos que no había terminado desde hace unos meses y que podía acompañarlo cuando se sintiera mejor.

Keith sentía tremendas ganas de golpear su cabeza contra la pared por más de cien veces hasta perder la consciencia, se sentía la persona más estúpida al saber que ninguna palabra saldría de sus labios ante las indicaciones del moreno, se había quedado en blanco por completo. Posó sus manos en su rostro, apoyando sus codos sobre sus muslos, teniendo unas tremendas ganas de estallar en llanto por lo sucedido, sintiéndose más que cobarde ante la situación, porque parte de él no quería enfrentarse ante esto y decidía huir, pero otra parte de su ser le decía, le indicaba que debía mantener su frente en alto y decirle todo al moreno de una buena vez. Decisión que tomó.

Hello, babies.
Terminé de escribir este capítulo mientras iba de camino a Estados Unidos, hahaha, es que la imaginación me llegó durante el camino y pues, ya ves xdxdxd
Bueno, solamente les dedico un buen fin de semana. c:
Espero que les haya gustado muchísimo este capítulo. Ya saben que apoyan la historia mediante sus votos y comentarios, además que siempre los respondo
Nos vemos en el próximo capítulo, babies

First time kissing a guy. ↪klanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora