70. Ataque.

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Lance mantenía su vista en la gran residencia que le pertenecía al hombre más buscado del país, el jefe de los jefes en el mundo de la mafia, tenían la pesada tarea de su captura hoy en día, habían hecho varios tratos con las autoridades de diversos condados, quienes aceptaron con facilidad. El moreno gruñó por lo bajo, descendiendo su vista hacia sus manos para acomodarse los guantes de cuero que únicamente cubrían las palmas de sus manos para después elevar su mirada, posicionándola sobre el azabache, maldiciendo internamente sobre qué hacía ahí si no era su responsabilidad, esto no había caído en sus manos ni siquiera el comandante le había ordenado ser parte de ese operativo, Keith fue por su propia cuenta, fue por su pareja, para protegerse las espaldas.

— ¿Qué me miras?— Acariciaba el volante del vehículo con suavidad, mirando de reojo al moreno mientras le quitaba el sabor a su golosina mediante su saliva.— Deja de mirarme, no me gusta que lo hagas cuando trabajamos.

— ¿Qué demonios tienes en tu cabeza para venir hasta acá?— Se quitó el cinturón de seguridad, desactivando el comunicador que había a un costado de la radio en el vehículo, mirándolo.— Te fui muy claro que esto era mío, que tú no debías venir, ¿quién te crees? No puedes estar aquí.

— Ya estoy aquí, ya estoy preparado y te callas, Lance.— Lo miró con molestia, estando harto de que el moreno le limitara a hacer cosas que él deseaba.— Vine para proteger tu estúpido y moreno trasero de ellos, vine hasta aquí para cubrir tu espalda, para que no te lastime nadie, ¿entendido? Somos compañeros, somos esposos, nunca dejaré abajo a alguien que amo.

— Esto es peligroso, Keith, nunca has estado en una situación así.— Señaló hacia abajo, dando a entender a lo que se refería, aunque entendía sus razones. Suspiró con cansancio, rindiéndose en esta discusión con el azabache.— Escucha, también haría lo mismo por ti, Keith, pero a veces es mejor no meterse en algo que no lo llaman.

— Me vale una hectárea de pepinos, yo estoy aquí para protegerte y punto. Si alguien te lastima, créeme que sufrirá.— Afirmó con total seguridad, mirándolo en silencio por unos cortos segundos para poner su vista nuevamente sobre la propiedad.

Se mantuvieron en silencio después de esa corta discusión, Lance únicamente se dio a la tarea de mirar a su pareja por unos cuantos segundos, tratando de esforzar su mente para que recordara cada facción del delicado y suave rostro del azabache, sabía que esta vez no saldría vivo, al menos eso tenía en mente el moreno cuando asistía a cualquier misión de gran riesgo con su vida. Por otro lado, Keith se concentraba en cualquier cosa que ocurriera en la residencia que atacarían dentro de poco, su sentido auditivo se encontraba alerta en todo momento a cualquier llamado de sus demás compañeros que permanecían en sus vehículo, en cada uno de estos habían dos o tres personas atentas.

Los minutos se hicieron más que eternos para Lance y Keith, sumando el silencio incómodo entre la pareja, no hallaban algo para distraerse, su mente solamente se enfocaba en el trabajo que tenían y en alguna estrategia por si salía algo mal en todo esto. Lance elevó su vista, frunciendo su entrecejo al mirar que había actividad en la resistencia, alarmándose un poco al ver que algunos hombres salían armados, deteniéndose en la entrada.

— Keith...— Murmuró, desviando su vista hacia el mencionado con cierto temor, jamás en su vida había estado dentro de una situación de narcotraficantes, bueno, al menos no tan grave como justo ahora.— Creo que ya saben que estamos aquí.

— Pues hay que hacer presencia.— Sacó la golosina de su cavidad oral, dejando está en un portavasos que se encontraba cerca de la palanca de cambio.— ¿Estás listo?

— Sus traseros antes que el tuyo.— Sonrió levemente, tomando su arma entre sus manos, teniendo cartuchos de reserva en los bolsillos de su chaleco que lo protegía contra las balas.

First time kissing a guy. ↪klanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora