48. Trabajo desagradable.

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Sus manos descansaban sobre sus caderas, su vista se fijaba en la gran residencia que habían logrado comprar desde hace uno meses atrás, estaba preparado para comenzar con la limpieza del hogar y la decoración de su interior, mientras que Keith permanecía con sus brazos cruzados, mirando una casa del árbol que los antiguos dueños habían construido para, tal vez, su hijo o hija. Lance suspiró, tomando esas fuerzas y motivación para comenzar una nueva etapa en su vida y en su relación con el azabache, se giró hacia él, mirándolo con una pequeña sonrisa para después dirigirse hacia el vehículo, abrió la cajuela de este para mostrar algunos trapeadores, escobas y recogedores, junto con baldes de pinturas que utilizarían al día siguiente.

— Keith, toma.— Tomó una escoba, lanzándola hacia el azabache, quien en un acto rápido la tomó en su mano antes de que fuera golpeado en su rostro.— Buena atrapada, amigo.

— Anda, rápido.— Ladeó levemente su cabeza, recibiendo de igual manera el recogedor para después ingresar a la residencia, asombrándose demasiado ante el grandísimo espacio con que contaba, hasta el suspiro que había dejado escapar resonó por todo el lugar.— Es bonita.

— Y más bonita se verá cuando la pintemos y pongamos muebles que hagan juego con la sala, comedor y esas cosas de la casa.— Sonrió ampliamente el moreno, mirando a su alrededor y asombrándose demasiado al alcanzar a ver un gran ventanal en la sección del comedor, dando la perfecta vista de la costa.— Ahí podemos hacer el amor.— Apuntó el lugar, sonriendo.

— ¡Lance!— Un gran sonrojo apareció sobre las mejillas del azabache, dándole un golpe en el hombro al moreno para después marcharse hacia las escaleras.— ¡No vuelvas a decir eso, bastardo!

— ¡Sabes que sí quieres, lindo!— Rió al escuchar un gruñido por parte del azabache cuando éste se encontraba en la segunda planta, riendo nuevamente.— Ese es mi chico.

Ambos hombres se habían dividido el trabajo, Lance se había encargado de la limpieza y orden de la planta de abajo, Keith hacía lo mismo en la segunda planta, ya que tiraba las cosas que no servían para nada por las escaleras, asustando al moreno repetidas veces, aunque habían terminado de limpiar la residencia por completo, aunque habían durado hasta muy tarde. La residencia era demasiado grande, contaba con cinco habitaciones distintas en la planta superior con un suelo del bellísimo material de mármol, la cocina era de un buen tamaño y contaba con una gigante isla en el medio, arriba de esta podían colgar los sartenes o espátulas, Lance no encontraba palabras exactas para describir el hogar en donde habitarían dentro de unas pocas semanas.

— ¿Comenzamos a pintar?— Preguntó el moreno, dejando el último balde de pintura, suspirando.— Keith, no te quedes dormido.

— Mh, lo siento.— Parpadeó varias veces, levantando su cabeza de su dorso para después dejar la escoba a un costado, bostezando.— Estoy cansado, Lance, sólo quiero dormir.

— Anda, Keith.— Y el móvil del moreno resonó en el lugar, causando que rodara sus ojos con molestia.— Un minuto, lindo.— Sacó su móvil, desplazando su pulgar hacía la derecha, llevándose esto a su oreja.— Lance McClain, ¿qué onda?— Alzó levemente su ceja y un bufido escapó de sus labios al escuchar al hombre a través de su móvil.— Sí, para allá vamos, jefe.— Respiró profundamente, colgando la llamada para guardar el móvil en el bolsillo de su pantalón, guió su vista hacia el azabache, indicándole con la mirada que tenían trabajo por hacer en una hora.

(...)

El moreno permanecía encima de un no tan alto edificio, mantenía un ojo cerrado mientras que con el otro miraba a través de un pequeño telescopio que el arma tenía en la parte superior, su cuerpo apegado al suelo duro de concreto de la azotea, su vista permanecía sobre el azabache, quien se encontraba de espaldas, seguido de otro de sus compañeros del trabajo.

First time kissing a guy. ↪klanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora