32. Consuelo confortante.

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Lance no dejaba de abrazar al azabache, ambos recostados sobre el cómodo colchón en el departamento del moreno, su mirada permanecía en su pareja, reflejando serenidad y dulzura para tratar de calmar sus llantos, pero no lo conseguía, Keith seguía desahogando su dolor y la apuñalada en su corazón que esas dos personas le habían hecho hace un par de horas atrás. La noche había caído sobre ambos, las cortinas permanecían abiertas, teniendo la bella imagen de la ciudad siendo iluminada por las luces artificiales de las calles, casas y algunos edificios, algo que posiblemente calmase al azabache.

— Keith...— Lo llamó después de estar varios minutos en silencio, quería darle ese tiempo para que se desahogara lo suficiente.— Tranquilo, ellos no son nadie ni nada para que te hablen así... Ni siquiera se hicieron cargo de ti, Keith...

— Cállate...— Murmuró, apegándose más al cuerpo de su pareja, era la única forma en que conseguía relajarse poco a poco, sintiéndose seguro de la misma manera.— No quiero oír nada sobre lo ocurrido...

— Pero debes afrontarlo.— Lo separó con suavidad y cuidado, llevando una mano al mentón del joven para alzar su cabeza, estableciendo así un contacto visual.— Escucha, lindo, sé que esto fue difícil para ti y más con esas palabras que te había dicho aquel hombre, sin embargo, quiero que mantengas mis palabras en mente para que las anteriores se esfumen...

— ¿Cómo quieres que haga eso?— Frunció levemente el ceño, mirando al moreno con esos ojos rojizos por el llanto, imagen que destruía a su pareja por completo al tener frente a él a un Keith devastado.— Me dejé llevar por sus comentarios y, mírame, soy un chico maricón que no deja de llorar. No sé por qué estás conmigo, no sé por qué tengo amigos, Lance, muy bien escuchaste, soy un error.

— No, no lo eres, porque para mí y los demás eres de lo mejor, aunque tú eres maravilloso para mis ojos, Keith.— Sonrió levemente, llevando ambas manos sobre los pómulos del joven, limpiando esas lágrimas que seguían frescas.— ¿Tú creías que vivía feliz y que las risas son a cada rato? No, Keith, nadie es feliz en esta vida al cien por ciento, todos tenemos nuestras decaídas, hasta Hunk las tiene. Keith, no eres eso lo que te dijeron, tú eres más de lo que piensas, tú eres maravilloso y superaste mis expectativas sobre ti, resultase ser el mejor de todos, hasta me iba a tus campeonatos, sólo por ti y no por obligación, a ver cuándo vuelves.— Rió levemente.— Anda, sonríe, para mí, por favor.

— Déjame solo...— Masculló, bajando su vista, apretando sus labios para aguantar las inmensas ganas de seguir derramando lágrimas, alejó su rostro de las manos del moreno para volver a recostarse, dándole la espalda al joven al igual que se arropó completamente.— Estoy demasiado triste, tanto como Shiro cuando se enfermó y no podía ir al gimnasio...

— Entiendo...— Suspiró con cansancio, negando levemente con su cabeza sin tener la remota idea de qué hacer para alegrar al azabache, hasta que su vista se posó sobre el ukulele que había traído desde Cuba hace un mes, sonriendo.— Iré a... a comer algo. Si necesitas algo estaré en la cocina.— Recogió su móvil de la pequeña mesa, escuchando un pequeño "ajá" por parte de su pareja para después abandonar la habitación con su móvil y en instrumento en mano, dirigiéndose hacia el salón principal para sentarse en el sofá.

Lance tenía buenas ideas para animar a las personas y era algo que en verdad le gustaba hacer, hacerlos reír y subirles el ánimo aunque se pusiera en ridículo, hacía de todo por la felicidad se sus amigos y pareja. Desbloqueó su móvil para entrar a la aplicación donde podías ver diversos vídeos de todo tipo, sus dedos teclearon con rapidez la canción que tenía en mente, sacó sus audífonos de un pequeño cajón que tenía la mesa de centro, los cuales conectó a su móvil para comenzar a escuchar el pequeño tutorial que había buscado. Lance era bueno para crear música y en esos momentos había creado una pequeña canción que podría animar al azabache, no perdería esa oportunidad.

Al momento en que terminó hacer lo que tenía en mente se levantó del sofá, teniendo ambas cosas en mano, dirigiéndose hacia la habitación donde seguía el azabache, ahogándose en su lamento, pero Lance era la luz en su oscuridad, siempre había sido así. Se sentó a su lado, flexionando una de sus piernas mientras la otra la dejó colgando, dejando su móvil sobre su muslo, mirando la letra de la pequeña canción que había escrito para el joven, posicionó el instrumento cerca de su torso.

Do you hear me? I'm talking to you...— Comenzó a canturrear al mismo tiempo que comenzó a tocar el instrumento, dejando que una sonrisa apareciera en su rostro.— Across the water, across the deep blue ocean... Under the open sky...— Alargó un poco las últimas dos frases, aunque desde que comenzó había llamado la atención del azabache, quien lo miraba fijamente con sus pequeños ojos rojizos.— Oh my baby, i'm trying...— Terminó, dejando el instrumento frente a él.

— ¿Por qué eres lindo conmigo?— Preguntó por lo bajo, desviando su mirada del moreno al sentir que el rubor en sus mejillas había aumentado.— ¿Desde cuándo se te hizo costumbre cantarme?

— Te lo mereces y porque eres mi novio.— Sonrió ampliamente, acercándose al joven azabache para rodearlo de su cintura, el joven se apegó a su cuerpo sin que él se lo pidiera.— ¿Te sientes mejor?

— Creo que sí...— Rió levemente, mirándolo con una pequeña sonrisa en su rostro.— Quisiera darme una ducha...

— Tengo una tina y dos bañadores.— Aconsejó el moreno, alzando levemente su ceja.— Para después dormir, ¿te parece bien?

— De acuerdo...— Asintió el azabache, dejando un pequeño beso en la mejilla del moreno, rodeándolo con sus brazos en un cariñoso abrazo.— Gracias por acompañarme y... hacerme reír... Eres como mi estabilidad...

— Eso no lo sabía.— Lo miró, sonriente, acercando su rostro al de él para unir sus labios en un cariñoso beso.

Lance había preparado la tina para que después ambos jóvenes se metieran a la calidad agua de la misma que desprendía un olor a lavanda, el favorito del moreno y el cual siempre lo relajaba cuando se encontraba tenso a causa de una situación. Los jóvenes se hallaban dentro de la tina, el moreno rodeaba ala azabache con sus brazos mientras jugaban con sus manos, entrelazando estas de diferentes maneras mientras sus risas se escuchaban en el cuarto del baño, conversando de cualquier cosa que se les viniera a la mente y, al ver el estado de Keith, Lance pudo confirmar que lo había vuelto feliz en simples minutos, lo llenaba de felicidad ver a su pareja sonreír y no derramando lágrimas.

First time kissing a guy. ↪klanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora