First time kissing a guy. ↪klance

55. El nuevo vecino.

Los ojos del moreno se entrecerraron cuando pudo visualizar al otro lado de la calle un gran camión de mudanza, la compuerta trasera se abrió, apoyándose en el duro concreto en un ángulo de, al menos, treinta y cinco grados para poder bajar los muebles del vehículo, al parecer también habría nuevas personas como ellos dos. Cerró la persiana después de algunos minutos, tirándose sobre sus talones para dirigirse hacia la cocina en donde el azabache se encontraba preparando una pequeña merienda para ver una divertida y entretenida película, se acercó sigilosamente por detrás del hombre, rodeando con rapidez y suavidad sus caderas, dejando un cálido beso en su cuello.

— ¿Qué traes?— Alzó su ceja al sentir los brazos del moreno en su anatomía, vertiendo las rajas de manzana que había cortado en un tazón.— ¿Qué andabas haciendo en la ventana?

— Estaba viendo que se están mudando nuevas personas gente de nuestra casa.— Avisó, alejándose un poco del azabache para que éste pueda girarse, quedando así frente a frente con él.— ¿Vamos a presentarnos? Tienen una mesa de billar muy hermosa y genial, ¡vamos!— Su entusiasmo se notaba en sus ojos y tono de voz, sonriendo.

— ¿Y qué piensas llevarles? ¿Solamente tu cara de baboso?— Bromeó, rodeando su cuello con ambos brazos con suavidad para dejar un pequeño beso sobre sus labios.— Tenemos un adorno que está del carajo, el que nos dio Shiro, ya sabes cuál es, el que está colgado en las escaleras, está del asco.

— Qué malo.— Rió al saber de qué objeto hablaba el azabache, se separó para tomar una raja de manzana, llevándose esta a su boca.— Pero opino lo mismo, Shiro tiene un mal gusto para decorar interiores, se nota que Matt es el experto.

— Vayamos de una vez, luego mensa flojera y no querré levantar mi trasero del cómodo sofá.— Dejó una palmada sobre el pecho del moreno para después abandonar la cocina, caminó hacia los escalones principales de las escaleras, tomando aquel cuadro pequeño con una pintura espantosa.

Keith suspiró, estando preparado para entrar a la residencia en donde vivirían nuevas personas, o a lo mejor una única persona, sí ese fuera el caso sería la persona más feliz de tener una gran zona para sí solo, haría lo que quisiera; se hizo a un costado al escuchar un silbido proveniente por detrás de él, viendo cómo dos hombres pasaban con un sofá, al igual que otro hombre que estaba cargando un espejo más ancho que su cuerpo, el azabache pensó que aquella persona tendría buenos gustos para interiores. Su vista se guió hacia la puerta, había escuchado una voz gruesa,  logrando ver a un hombre de cabellos anaranjados de al menos veintidós años de edad, vestía una camiseta blanca, jeans azules y unos tenis bastante cómodos, al menos es parentaban, el pelirrojo señalaba lugares al interior de la gran casa, al parecer daba órdenes de dónde quería cada mueble, luego él los acomodaría por sí solo.

— Me gusta su piercing en su nariz.— Opinó el moreno, dándole un pequeño codazo al azabache para que reaccionara.— ¿Acaso te quedaste admirándolo?

— ¿Qué? Claro que no, realmente estaba viendo la mesa de billar, sí está genial.— Señaló rápidamente la entrada y, como decía, se veía aquella mesa de superficie verde.— Tantas ganas de jugar y ganarte.

— Quiero meter las bolas ahí.— Sonrió, escuchando una carcajada por parte del azabache, guiando su vista hacia él con el ceño fruncido.— ¿Qué?

— ¿Acaso no te escuchaste? Demonios, qué asco.— Otra carcajada, llevándose una mano hacia su abdomen.— Me hiciste el día, baboso.

— Olvida ese comentario, por favor.— Suplicó, apenado al recordar la frase que había dicho hace pocos segundos.

— Eh, ¿hola? ¿Son vendedores o contempladores?— Interrumpió el hombre de cabellos anaranjados, teniendo una sonrisa ladeada en su rostro, descansando sus manos sobre sus caderas.— ¿Son mis vecinos?