61. Noche. [ Lemmon ]

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El reloj digital del móvil de ambos hombres daban alrededor de las cinco con veintidós minutos de la tarde, la pareja se encontraba a las afueras de la cabaña después de un largo y tibio baño en ese jacuzzi que Keith ansiaba probar desde que sus padres le brindaron las llaves del lugar. El ocaso se veía maravilloso acompañado del lago, Lance no dejaba de mirar el agua cristalina que reflejaba lo poco que se podía ver del sol, mientras que Keith trataba de encender la fogata que había armado con técnicas antiguas, rocas, aunque no le iba de maravilla, se lastimaba sus dedos de vez en cuando, quejándose, ocasionando que la atención del moreno se posicionara sobre él, al principio se rió por la estupidez de su pareja para después ayudarlo, logrando encenderlo.

— Tenía todo controlado.— Lanzó las rocas hacia un lado, apenado.— ¿Me pasas la bolsa de bombones y esos dos palos, por favor?— Señaló una bolsa de plástico negra que contenía las golosinas y unos palos de dicho material mientras trataba de aumentar la llama.— ¿Ves? No soy tan malo para sobrevivir.

— Yo con un arco y flechas soy feliz.— Guiñó su ojo, lanzándole la bolsa que había pedido para que éste la atrapara entre sus manos.— Debí de ser arquero en mi vida pasada, ¿no crees? O mejor aún: aventurero.

— Lance, le temes a los insectos.— Puso cara de poker ante su comentario, abriendo la bola de golosinas para después tomar el palo de madera, incrustando tres bombones en este, al igual que hizo lo mismo con el otro palo que después se lo dio al moreno.

— Eso, amigo mío, era en mi juventud, ahora soy un hombre, un macho, un rey.— Se señaló a sí mismo con cierto egoísmo y orgullo, recibiendo risas de burla por parte el azabache.— ¿Qué? No te rías, es cierto.

— Como quieras.— Rodó sus ojos para después levantarse del suelo, yendo hacia el tronco en donde Lance se encontraba sentado, tomando asiento a su lado para poner las golosinas en la punta de las llamas.— Oye, Lance.

— Uhm.— Asintió, mirando cómo las llamas doraban parte de sus golosinas incrustadas en ese palo de madera.

— ¿Alguna vez pensaste en cómo sería estar casado?— Esa pregunta aceleró el corazón del azabache, eran los nervios los que causaban esa sensación, teniendo miedo de la respuesta del moreno.— Digo, es una pregunta que... nunca te la he hecho.

— En parte sí, siempre he pensado en cómo sería el matrimonio, en estar en el altar con traje negro, o blanco, siendo observados por los familiares de los dos.— Suspiró, al parecer se encontraba imaginando aquel momento que jamás podría ocurrir.— Y después viajar y estar de luna de miel, ya sabes, cosas de esposos.

— Y... ¿ya encontraste a ese alguien con quién casarte?— Esa pregunta podría lastimar al azabache como no se imaginaría.

— Sí, estoy más que seguro que encontré a esa persona con la que deseo pasar el resto de mi vida, bueno, lo que me resta.— Sonrió levemente, guiando su vista hacia su pareja.— Se podría que estoy satisfecho. ¿Y qué hay de ti? ¿También pensabas en el matrimonio y si estás seguro de con quién?

— Sí, al estar horas conviviendo con Curtis y Victoria me di cuenta de lo fabuloso que sería estar casado, ya sabes, yo veo eso como la gran muestra de amor y confianza entre las parejas, al diablo con los hijos, el matrimonio es la muestra más pura del verdadero amor.— Descendió su mirada, comenzando a jugar con el palo de madera, girándolo de derecha a izquierda constantemente.— Y sobre lo segundo, puedo admitir que estoy más que seguro que viviría lo que resta de mi vida junto a ti y... que, bueno, soy malo en esto, en declarar mis sentimientos... Admito que eres el mejor del mundo, no es porque seas mi primera pareja, sino que me lo demuestras cada día y desde el día en que nos conocimos, a veces me defendías cuando estabas junto a mí y lo agradecía internamente, sin embargo, te demostraba lo contrario mediante discusiones y gritos, hasta peleas que hemos tenido. ¿Recuerdas cuando te rompí el brazo? Fue divertido.

First time kissing a guy. ↪klanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora