Gabriel
—Esto es totalmente inaudito. ¿cómo es posible que mi universidad haya este tipo de problemas?—dijo el director— creí haber hablado antes con ustedes y veo que no sirvió de nada llamar a sus padres. Así que ahora serán suspendidos.
<<Genial, ¿Qué más puede pasar?>>
—Señor —intervino la secretaria entrando a la oficina—Se requiere su presencia en la reunión.
—Pueden retirarse—dijo mirándonos—Están suspendidos por 3 días.
Me levante de la silla y fui el primero en salir. Por lo menos no quería verle la cara a Alex después de saber la verdad. Pensar que es mi hermano hacia que me hierva la sangre de frustración.
— Gabriel ¿Qué pasó?—preguntó mi hermana cercanos a mí.
— Me suspendieron por 3 días.
— Gabriel...—dijo suspirando— ¿Cómo es que te metes en estos líos?
— Sólo espero que por lo menos te mantengas alejada de ese tipo, después de todo es lo mínimo que podrías hacer.
Me alejé de Emma y camine con dirección a mi casillero. Saqué mis libros y los guardé en mi mochila.
—¿Por cuántos días?—oí la voz de Violetta detrás de mí.
—3 días—respondí.
— Quisiera decir que te lo mereces pero sé por lo que estás pasando. Pero también sé que esa no es la forma de solucionar los problemas.
— Te pareces a mi hermana hablando así.
Violetta caminó hacia mí y me abrazó. Quise hacer lo mismo pero mi mal humor me lo impedía. Estaba enfadado, sé que no era su culpa, pero de alguna u otra manera me sentía con ganas de estar solo.
—Nos vemos—dije comenzando a caminar hacia la salida.
Helena
Habían pasado 2 días desde la declaración de Miranda. Sentía que debía hablar con Nathaniel y aclarar las cosas como personas adultas que éramos, después de todo Nathaniel no puedo darme su versión de cómo sucedieron las cosas.
Decidí ir a verlo a su trabajo. Subí por el ascensor y caminé por los pasillos con dirección a su oficina. Pero al llegar pude notar a una persona parada afuera de ella. Era Miranda, traía un sobre de color amarillo en las manos <<¿Acaso se trataría de alguna excusa de trabajo sólo para verlo?>>.
—¿Qué haces aquí?—pregunté acercándome a ella.
— Vine a entregarle este sobre.
— No hace falta yo se lo entregó.
— No es necesario, prefiero ser yo que se lo entregué.
— ¿Es tan privado que prefieres entregárselo tu misma? Te recuerdo que soy su esposa y no me gusta este tipo de trato.
— Bueno si tanto quieres saberlo tómalo—dijo entregándome sobre— Adelante léelo.
Sentía como Miranda me retaba con la mirada abri el sobre y saque una hoja. Esta provenía de un hospital. Se trataba de una prueba de parternidad. Leí cada palabra de la hoja y en ese momento desee tanto no haber venido.
Abrí la puerta de la oficina y entré. Caminé lo más rápido que pude hacia Nathaniel y al tenerlo lo suficientemente cerca le di la bofetada.
Me miró sorprendido mientras se tocaba la mejilla sin entender nada.
—Merecía saberlo—comencé a levantar la voz—¿Dime cuando pensabas decírmelo?
—¿De qué hablas?—preguntó confundido.
— Asume tu responsabilidad. ¡asúmelo! asumen que es tu hijo, asume qué Emma, Gabriel y yo no somos tu única familia.
— ¿Por qué dices eso?
Le entregue el mismo sobre que me había entregado Miranda. Al terminar de leerlo su expresión fue la misma que la mía al enterarse del contenido.
— No puede ser cierto—dijo acomodándose el cabello.
—¿Que esperas para reconocerlo? ¿Es tu hijo no?
Nathaniel no dejaba de mirar el papel. Me sentía mal, realmente mal. Saber que no fuimos su única familiar por todo este tiempo me dolía bastante, quizá mi error fue creer que Nathaniel en verdad había cambiado, es decir, si hubiera sabido desde mucho antes que tenía una familia no me hubiera entrometido y hubiera vuelto a rehacer mi vida.
—Adiós Nathaniel.
—Helena espera.
Muy tarde pues ya me había ido y esta vez planeada no ver a Nathaniel nunca más.
Emma
Desde la pelea no volví a hablar con Alex. Mi hermano paraba encerrado en su habitación, mi padre paraba todo el día en el trabajo, mientras que mi madre... no recibia ningún mensaje ni llamada de ella, podía entenderlo, no se sentía bien por el bebé. Después de todo es una etapa en la cual se sienten más vulnerables y sentimentales.
Quizá Gabriel tenía razón, debería dejar de hablar con Alex. Era lo mejor tanto para mí como para él, como también para mi familia, si es que eso lo incluía.