Capítulo 116

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Helena

Eran las 9 de la noche, se que no era muy tarde, pero Nathaniel había salido esta mañana y me preocupaba que algo malo le pasara.

—Mama—dijo Emma desde el sofá —. Ya deja de dar vueltas,  me marea verte así.

—Lo siento—me senté a su lado—. Es solo que…

—Estas angustiada por mi padre y mi hermano—completó.

Tomé a la bebe en brazos. Acaricie su carita recordando la vez que me entere que estaba embarazada de Gabriel.

—Lo quieres demasiado ¿Verdad? —me pregunto Emma entristecida por mi estado emocional.

—Hubiera preferido tener a todos mis hijos chiquitos—confesé —. Así poder cuidar de todos.

—Gabriel te ama—dijo tomando mi mano—. Estoy segura que volverá, si no es por mi padre, al menos lo hara por ti.

Escuchamos la puerta abrirse. Ambas nos levantamos del sofá esperanzadas con la llegada de Gabriel, pero nuestra decepción fue notoria al ver a Nathaniel solo.

—Lo intente —nos dijo.

—Papá —dijo Emma refugiándose en los brazos de Nathaniel.

Nathaniel acariciaba el cabello de Emma tratando de consolarla, pero parecía que él también necesitaba ser consolado.

Gabriel

No quería hacerlo, pero Jane  halló la forma de convencerme. Con el auto que había recibido como premio en las carreras, conduci hasta llegar a la casa de mis abuelos. No estaba listo para ir a la casa de mis padres, sí lo hacía tendría que hacerlo solo, si Jane estaba conmigo me sería muy difícil.

Con nerviosismo tome la mano de Jane y la correa de Bobby, Y toqué el timbre de la casa, esperaba que nos atendiera la antigua nana de mi madre, pero fue una gran sorpresa que quien nos abriera la puerta fuera mi abuelo.

—Gabriel—dijo mi abuelo sorprendido.

—Hola abuelo—tartamudee —. ¿Podemos pasar?

Asintió y se hizo un lado permitiéndonos la entrada. Jean sintiéndose nerviosa no dejaba de mirar los cuadros de la sala, apreciando lo bella que se veía la casa, era  mucho más elegante que la de mis padres.

—Por Dios hijo, estás aquí —dijo mi abuela bajando las escaleras.

—Tu madre estaba muy preocupada por ti—comentó mi abuelo.

—Ni lo digas—agregó mi abuela—. La pobrecita no quería comer.

Me preocupaba escuchar eso de mi madre. Me hacía sentir como un hijo ingrato, y es que no podía ser menos que eso.

—Yo—dije nervioso—. Viene a hablar con mis padres.

—¿Volverás a casa?—preguntó mi abuela emocionada.

—Eh… no, no lo sé.

—Deberías hacerlo—aconsejó mi abuela—. La calle no es buena para ti.

—Las mentiras tampoco lo son abuela.

Mis abuelos me miraron preocupados, sobre todo mi abuela. Al parecer este tema era algo que se había esparcido como la pólvora.

—Bueno, cambiando de tema, les presento a Jane, ella es mi novia.

Mi abuela dibujó una sonrisa en sus labios.

—Es un placer —dijo mi abuelo.

—Igualmente —respondió Jane.

—Necesito apoyo—les dije—. ¿puede Jane quedarse con ustedes?

Maldita SensaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora