Capitulo 72

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Gabriel

—Sin duda fue... El mejor día de mi vida—dije mientras trataba de no pisar las grietas de la vereda del parque.

—Si, solo no lo disfrutes tanto—dijo la aguafiestas.

—¿Por qué lo dices?

—Supongo que ya todos saben que fuimos nosotros, tarde o temprano quedran vengarse.

—No, eso nunca sucederá. Ellos tienen que aprender a nunca  meterse conmigo.

—Eso se llama tener mucho ego.

Pare en seco.

—¿Recién te das cuenta?

—Eres de esos niñitos consentidos que se creen intocables—expresó haciendo muecas.

—Tal vez lo sea, ¿y eso que?  Ahora eres mi amiga así que acostumbrate—dije dándole un leve empujón en el hombro.

—¿Amiga?  Yo nunca dije que...—la interrumpi.

—Desde el momento que accediste a ayudarme en esto te convertiste en mi amiga, asi que no hay reclamos.

—Pero...

—Sin peros... Mira el lado bueno, nos divertimos juntos planeando nuestra venganza para todos los que nos hicieron daño.

—Ahs... Solo eres otro idiota mas del montón—dijo cruzándose se brazos.

Le saqué la lengua, en forma de aceptación a lo que acabada de decirme.

Emma

Las clases terminaron, no había vuelto a ver a Gabriel desde el insidente en los pasillos,  insidente el cual estoy mas que segura que Gabriel causo. Si, definitivamente alguien tiene que darle un alto a todo esto, estoy dispuesta en ir y golpearlo en la cabeza con un palo para hacer que su cerebro empiece  a funcionar como debe de ser.

Al llegar a casa,  abrí la puerta con la esperanza de que Gabriel este en casa. Deje mi mochila en el sofá y subí a su habitación, abrí un poco la puerta y ahí lo encontré jugando con su tableta. 
Abrí la puerta haciendo que esta hiciera un fuerte sonido al ser golpeada con la pared. Gabriel dió un salto en la cama al escuchar tal estruendo.

—¿Se puede saber... ¡Qué rayos tienes en la cabeza!?

—¿De–De que hablas?

La voz de Gabriel temblaba por primera vez, quizá se debia a que era la primera vez que le hablaba de esta manera.

—Eres un idiota—dije abalanzandome sobre él.

—Ah—grito al sentir como tiraba de su cabello con fuerza—¡Suelta!—me senté sobre su espalda y con una de las almohadas comencé a golpearlo en la cabeza, desee en ese momento tener un palo en la mano—Ah, Ay, Virgilia suéltame.
Pare en escucharlo decir mi segundo nombre.

—¿Como le llamaste?

—Virgilia—volvió a repetir.

Con todas mis fuerzas sujete su cabeza con fuerza y la hundí en la almohada, Gabriel trataba de levantarse pero cada ves que lo intentaba le golpeaba con mi rodilla.

Me aleje de Gabriel al escuchar el sonido de la puerta principal.

—¿Quien podrás ser?—dijo mi hermano levantándose de la cama.

Caminé detrás de él, no esperábamos a nadie, dudo mucho de que sean nuestros padres.

Gabriel miró por aquel orificio de la puerta y luego se apartó de ella velozmente.

—Emma—dijo—ve a tu habitación.

—¿Qué? —no entendía muy bien a lo que se refería.

—Ve y no salgas—dijo empujandome hacia la escaleras.

No dude y accedí, la actitud de mi hermano era mas que suficiente como para saber que se trataba de algo malo.

Gabriel

No puedo decir exactamente de quien se trataba, ya que llevaba una máscara de gato en la cara, tampoco me daba buena espina ,por eso le dije a Emma que se alejara.

El sujeto volvió a tocar el timbre. No dije nada ni tampoco me alejé de la puerta. Este toco oa puerta con insistencia, empecé a preocuparme, había visto esto el una de las películas de terror, en donde el asesino lleva una máscara para asustar a todos.

Desde el pequeño agujero en la puerta pude ver un auto estacionarse frente a la casa. El sujeto salio corriendo al ver como las puertas del auto se abrían. Ver a mamá bajar del auto me calmó. Abrí la puerta y salí de la casa,  al caminar hacia mamá vi a un hombre bajar del auto. Era extraño, nunca lo había visto en toda mi vida, y eso que conozco a todos los amigos de mamá.

—Gabriel—dijo ella.

—¿El es Gabriel?—preguntó el acompañante de mamá—Así que tu eres el famoso Gabriel—comentó estrechando la mano.

—¿Y usted es...?

—El es Manuel—dijo mamá—Es un viejo amigo de la infancia.

—Oh, ya veo.

—Es un gusto—dijo el amigo de mamá—Desde que tu madre me contó la forma en que te metías en problemas aumenaron mis ganas de conocerte.

No pude evitar reír.

—¿Y tu hermana?—preguntó mamá.

—En su habitación.

—Bueno debo irme. Nos vemos luego, fue un placer conocerte Gabriel—dijo para luego despedirse de mamá con un beso en la mejilla.

Entró al auto y con una sonrisa echó a andar el auto.

—Tiene buena apariencia—comenté—Debió ser muy guapo de joven. Quizá hasta te llegó a gustar.

—¿Qué? No digas tonterías Gabriel—dijo mamá nerviosa.

Me dió un golpe en el hombro y entró a la casa cerrando la puerta. Me acerqué y toque la puerta, pero mamá no me abría.

—Mamá.

—No pienso abrirte.

—¿Qué? Ábreme, tengo frio.

—No, eso es para que aprendas a respetar.

—¿Qué? ¿Qué hice? Mamá, ábreme la puerta.

—Te dije que no.

—Ahh,  pero admite que es apuesto, a lo mejor el pudo haber sido mi padre.

—¡Cállate! Me estas faltando el respeto mocoso.

—¡Mamá! Me congelo, te voy a denunciar si no me abres la puerta. Esto es delito.

—Me vale, ahora te quedas afuera hasta que llegue tu padre.

—Pero Mamá...Mamá...  ¿Mamá?

Mamá no respondía así que supuse que ya se había ido. ¿Cómo puede tratarme así?  Quizá lo que le dije le chocó, quizá si le gustaba.

«Ahhh te atrape, traviesa»

Maldita SensaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora