Porque ustedes lo pidieron...
Gabriel
Emma salio tras de Andrés, estaba feliz de ella almenos ella tenga algien quien la quiera de verdad. Angel me contó que vio a Alex y a Violetta muy juntos, me sorprende que me pudo olvidar tan rápido. Es mas no paso ni una semana y lo hizo.
—¿Estas bien?—preguntó Daniel.
—Si—respondí.—No parece, tus ojos te delatan, parece que quieres llorar, si es así no te detengas, llorar es bueno.
—No lo haré. Estoy bien.
Me levanté de la arena y caminé hacia la orilla del mar. Necesito estar a solas, necesito pensar mejor las cosas. Mi mundo se cae en trizas, ¿Qué más puede suceder? Asesine a alguien, mi medio hermano me robo mi novia, mis padres están separados y la tía Alice tiene que luchar por su vida en una camilla de hospital. Aveces quisiera desparecer.
Me acosté en la arena fría y húmeda, cerré los ojos y pensé en como seria mi vida si nada de esto hubiera pasado. Sin imaginarlo me quede dormido a orilla del mar.
Me desperté al sentir gotas de agua caer en mi frente, quise abrir los ojos pero la luz del sol me lo impedía. Mis tenis estaban húmedos de tanto haber hecho contacto con la espuma del mar. Abrí los ojos con dificultad y descubrí que aquellas gotas que caían en mi frente no era agua, si no baba de perro.
—Ag—levante mi trozo apoyándome en la arena. El pastor alemán se acercó y comenzó a lamer mi rostro dejándome más babas en la cara—Perro estúpido déjame en paz—dije tardo de alejarlo de mi.
—Tobby—escuche una voz a lo lejos. El perro al escuchar la voz salio corriendo hacia aquella joven de blusa blanca y short celeste, el viento hacia que su cabellos rebolotearan sobre su rostro, por su aspecto parecía tener la edad de Emma.
Me levante de la arena y vi al perro jugar con su dueña, pero en segundos el perro volvió a correr hacia mi. Salto sobre mi y logró tirarme en la arena, estando encima mio comenzó a lamer mi cara. ¿Qué le pasa a este perro?
—Tobby—volvió a decir la joven tomándo al perro del cuello alejándolo de mi—. Lo siento, es así cada que lo saco a pasear...
«Un momento... Yo te conozco» Claro, era la misma chica de la fiesta, la misma que me dio una mano con ese tal una y la misma quien empuje.
La quede mirando tratabdo de que ella me reconociera pero me puso una cara de disgusto.
—¿Qué me ves?—preguntó irritada.
—No, nada—al parecer no me reconocía. Pues mejor para mi, puede que su novio ande cerca y me pueda llegar traer problemas.
La joven le coloco la correa al perro y se lo llevó sin quitar iesa expresión de su rostro.
Decidí irme antes de que ese perro endemoniado vuelva a lamer mi rostro.
Emma
Estaba despierta pero no quería salir de la cama, estaba avergonzada por lo de anoche. No sabia como mirara a Andrés después de esto.
—Emma... —dijo Daniel entrando a la habitación—hora de desayunar, Andrés preparó el desayuno, y déjame decirte que todo lo que él prepara es delicioso.
Lo mire y asentí, me levante de la cama y caminé hacia el baño a lavar mis dientes y la cara. Al terminar acompañe a Diego hasta el comedor. Estaban todos menos Gabriel ¿Seguirá dormido?
Me senté en la mesa junto a Michael y al asiento vacío que le correspondía a Gabriel.
—Toma—dijo Michael alcansandome la ensalada de frutas—es bueno para empezar el día con energía.
—Garcías—dije sonriendo. Por alguna razón sentia que Andrés me miraba pero no era capaz de comprobarlo pues sentía vergüenza.
A los pocos minutos Gabriel apareció por la puerta. Llevaba una mala cara, y alto brillaba en su rostro.
—¿Dónde estabas?—preguntó Michael—. No llegaste a dormir.
«¿Qué no llegó a dormir?»
—Fuí a ver el mar más de cerca y me quedé dormido.
—¿Qué es ese olor?—preguntó Andrés arrugando la nariz.
—Un perro me lamio todo el rostro y me dejo su olor en la ropa, ah y nis tenis huelen a pescado.
—Deberías darte un baño—sugirió Daniel.
—Si lo haré—dijo entrando al baño de la habitación.
Andrés se levantó de la mesa sin decir nada y salio de la casa. Sus hermanos no decían nada solo comían y me miraban de reojo.
—No me digan que quieren que vaya tras de él—dije.
—No hace falta decir lo que tienes que hacer—comentó Michael.
Me levante de la mesa y salí de ma casa. Estaba a orilla del mar sentado en la arena con unos lentes de sol puestos. Me acerqué y me senté a su lado.
—¿Cómo estas?—pregunté. Se giró a verme, me resultó más fácil verlo a la cara ya que los lentes cubrían su ojos. Pero admito que se veía muy atractivo, ¿Desde cuando me llama la atención tanto?
—Estoy bien—respondió. La brisa del mar jugaba con su cabello. No se por que pero no dejaba de verle los labios.
—Perdón por lo de ayer—dije mirando el mar.
—No te preocupes, fue mi culpa.
—No lo fue, fui yo quien te hizo sentir mal...
—Esta bien, ya no digas nada, ya paso.
Baje la mirada. Andrés se levantó de la arena, comenzó a caminar hacia el mar, al llegara a la orilla me levante y corrí hacia él, lo tome de un hombro haciendo que girara al verme, rápidamente rodie su cuello con ambos brazos y me impulse a besarlo. Cerré los ojos con fuerza, era la primera vez que le robaba un beso a alguien.
Andrés me tomó de la cintura con fuerza y me atrajo más a él. Nuestros cuerpos estaban muy juntos, tanto como para sentir los latidos de su corazón en mi pecho.
Nuestro beso fue largo y apasionado, como si fuera el ultimo beso de una pareja la cual no se volveria a ver nunca más. Nunca antes había sentido esto por alguien, creía averlo sentido por Alex pero parece que Andrés logra hacer que este sentimiento sea más fuerte.
Nos separamos al sentir que nuestros corazones ya no podían seguir con tanta emoción. Andrés colocó su frente junto a la mía, su respiración era agitada y cálida, me hacia sentir segura.
—No soy el dueño de tus sentimientos, pero luchare por lograr serlo—susurro. Sonreí y volví a besarlo de manera tierna.
Queria que lo fuera, queria amarlo aun más que a Alex, quería que él formara parte de mi vida, lo quería intentar.