Gabriel
Acompañe a mamá hasta que se hizo de noche. Decidí quedarme con ella en casa de los abuelos. Dormí en la misma cama que ella, no lo hacia desde que tenía 7 años, quien diría que después de 10 años volvería a hacerlo. Permanecí a su lado mi cabeza reposaba en su vientre, podía sentir como mi pequeña hermana se movía, momentos así me hacían sentir realmente bien, me ayudaban a escapar de los problemas que me atormentaban.
Al despertar la abuela me preparo un desayuno delicioso, me encantaba la comida de la abuela aun más que la de mamá.
—¿Cómo está tu hermana? ¿Por que no vino contigo?—preguntó la abuela.
—Esta en casa, prefiero quedarse ahí.
—Ah, mándale mis saludos.
—Lo haré—dije dándole una mordida a mi tostada.
—¿No iras a estudiar?—preguntó mamá.
—No lo se, no tengo mi mochila conmigo. ¿Iras a trabajar?
—Si, ¿Iras conmigo o te quedaras?
—Estoy cansado...
—No te preocupes por eso—interrumpió la abuela—Que se quede conmigo, últimamente paro sola en esta casa desde que tu padre falleció, la compañia de Gabriel me hará muy bien.
Me levante de la silla y abraze a la abuela dándole muchos besos en la mejilla.
—Bueno, entonces me iré, regreso temprano—dijo saliendo de la casa.
—Me preocupa verla trabajando en ese estado, embarazada—dijo la abuela.
—Mi madre es fuerte, es capaz de muchas cosas estando embarazada.
—Es verdad, mi hija es fuerte.
Me senté y termine de desayunar mientras que la abuela me contaba anécdotas de su adolescencia, quien diría que la abuela trabajaba en un burdel como camarera, si Emma estuviera aquí estuviera más que sorprendida.
Emma
Gabriel no había vuelto a casa y tampoco a la universidad, estaba sola, las únicas personas con las que me juntaba se fueron teas Violetta y Alex, ahora ellos eran la pareja más popular de la universidad.
Necesitaba a Gabriel, al menos teniéndolo cerca podía sentirme mas cómoda.
—Hola—dijo Violetta acercándose a mí. La mire asombrada, ¿por qué de pronto me saluda?
—Hola.
—Lamento lo de la fiesta...
—No hace falta que...
—No, enserio, me sentí mal al verte así. Quiero contarte la verdad se todo esto.
—Te escucho.
—Emma, te considero mucho sabes, siempre estuve a tu lado para cualquier cosas, incluso te ayude con Alex sin importar lo que sentía por él—«¿Qué? ¿Te gustaba Alex?»—. Cuando supe que terminaron lo vi como una oportunidad, me gusto Alex antes que a ti y ahora que ustedes ya no están puedo ser feliz.
—¿Qué hay de mi hermano? ¿Si te gustaba Alex por que estuviste con él?
—Gabriel es muy lindo, pero aquien amo es a Alex.
—Violetta...
—¿Si?
—Eres una idiota, no puedo cree la clase de persona que tengo en frente, deseo que sufras y llores, no lo digo por mí, lo digo por mi hermano, porque él en verdad te quería.
Violetta se levantó de la silla y salió del salón dejándome a solas.
No puedo creer lo que acabo de escuchar, que le costó decirme la verdad desde el principio en vez de estar jugando con los sentimientos de los demás.Me levante de la silla y caminé hasta la salida, no podia seguir aquí por un minuto más, este aire me enfermaba, me enfermaba la clase de personas que se encontraban aquí.
—Emma—dijo Ángel deteniendome—¿Sabes algo de Gabriel? No vino a clase y me empieza a preocupar—almenos Gabriel si tenia un verdadero amigo después de todo.
—No lo se, no vino a dormir anoche—respondí.
—Entiendo... Si lo ves dile que me llame ¿si?
—Si, adiós.
—¿Adiós? Aun no es salida.
—Lo se, pero debo retirarme—dije comenzando a caminar.
Mientras caminaba me cruce con Frank, el chico que molestaba a Gabriel. Al verme me detuvo.
—¿Y tu hermanito?
—Que te interesa—a unos metros pude ver a Alex con dos amigos, estaban mirándome.
—Oye, dile a tu hermano que lo espero mañana a las 8 de la noche a espaldas de la universidad, tengo asuntos que aclarar con él.
—Dícelo tu—dije tratado de salir de su agarre, pero me tomo del brazo y me acorralo contra el casillero.
—Oye estúpida no me hables así.
—Sueltala—escuche decir de Alex.
—¿Vienes a defender a tu hermana?—dijo sarcástico—Debe ser lindo tener a dos hermanos que te defiendan.
—Te dije que la sueltes—dijo Alex tomando a Farck de la camisa.
—Cálmate—dijo Franck con las manos en el aire.
Alex lo solto bruscamente y siguió su camino. Aproveche que Frank estaba mirando a Alex y me marché. Al salir de la universidad corrí hasta llegar a casa. El camino era lejos pero no me importaba, solo quería estar sola.
Gabriel
Salí con la abuela a caminar al parque, la abuela alimentaba a las palomas mientras que yo las observaba reboloteando por la comida.
Vi al señor de los helados pasar cerca. Me moría de ganas de probar un helado.
—¿Quieres un helado abuela?
—No hijo, come tú.
Me levante de la banca y caminé hacia el señor de los helados. Pedí uno de vainilla y me dirije hacia donde la abuela se encontraba. Mientras caminaba las palomas volaron sobre mi rostro impidiéndome la vista. Escuché el ladrido de un perro y en instantes caí al suelo mi helado cayó al suelo y un montón de babas cayeron en mi rostro.
Escuche la risa de la abuela a lo lejos. Me senté y trate de alejar al maldito perro. Era el mismo de la playa.
—Quítate—dije empujándolo pero este no se iba por mas que lo alejaba.
—Gabriel acaricialo—dijo la abuela entre risas.
—Perro endemoniado aléjate—el perro volvió a saltar hacía mi y me hizo tocar mi helado en el suelo—¡Ag!
Una niña corrió hacia nosotros y apartó al perro sosteniendolo del collar.
—Tobby malo—dijo la pequeña.
—Oye, niña—dije desde el suelo—. ¿que rayos le pasa a tu perro?
—No es mió, es de mi hermana. Parece que le agradas.
—No me gustan los perros.
—Es una lastima—dijo la abuela acernadoce—. Porque son muy cariñosos y fieles a sus amos.
—Si—dijo la niña— Tobby es muy cariñoso.
—Deberías ponerle un bozal a esa cosa—la niña sonrío y se alejó con su perro.
—Es lindo ver a dos amigos tan unidos—expreso la abuela.
—No me gustan los perros—dije levantándome—Ay no, mi helado—puse cara triste insitando a que mi abuela me compre otro.
—Ven Gabriel, vamos por otro helado.
—Siiii