Alex
—¿En que piensas?—me preguntó Violetta a medida caminabamos por la vereda.
—En nada en especial—contesté.
—¿Seguro? Te noto muy pensativo desde que salimos de tu casa.
—Estoy bien, eso es todo.
—Bueno...—dijo no muy convencida—Ah, por cierto, invité a Emma y a Gabriel a mi fiesta.
—¿Qué?—me detuve para mirarla a los ojos—¿Por que hiciste eso?
—Oye calma, solo quería ser amable, ¿tanto te molesta que los haya invitado?
—No, es solo que... No creo que vengan.
—Conozco muy bien a esos dos, se que irán—dijo abrazándome—Además... —empezó a susurrarme al oído—Seria lindo que los 3 hermanos pasaran mas tiempo juntos.
La empujé sin medir mi fuerza tras escuchar tan incomodas palabras. Me miró sorprendida y avergonzada. Quizo hablar pero la interrumpí.
—No lo vuelvas a decir ¡Núnca!
—A-Alex—empezó a tartamudear—yo solo...
—Me voy, te veré mas tarde. Quiero estar solo.
Comencé a caminar alejándome de ese lugar. Podía escuchar a Violeta gritar mi nombre pero decidí ignorarla. No me importa cuales fueron sus intenciones, pues su comentario logró incomodarme lo suficiente para dejarla sola en plena vía pública.
Gabriel
Me encontraba caminando por la vereda rumbo a casa cuando una camioneta frenó de golpe a pocos centímetros de mi. De esta salió mi padre con una expresión terrible, que me advertia que mi hora de muerte estaba por llegar.
—Papi—dije. Me agarro del polo con brusquedad y me dió un golpe en la cara el cual me tiro al suelo. La sicatris de mi labio se había vuelto a abrir y nuevamente volví a sangrar—¿Papi por que me pegas?—Hijo de ...—lo interrumpí.
—Ah, recapacita lo que estas por decir. Mas respeto con mi santa madre.
Se quedó en silencio y se sentó en frente de mi quedando a la misma altura que yo.
—Recuerdo la primera vez que te tuve en mis brazos...desde ese momento supe que serias mi dolor de cabeza.
Las palabras de mi padre me hicieron reír.
—Ou, yo también te extrañé papá—dije abrazándolo.
Se levantó del suelo y abrió la puerta del copiloto indicándome que entrara. El golpe de mi padre me había hecho sangrar, bueno me lo merezco, debí haber preocupado a todos.
Al llegar a casa, en el preciso instante en que entre por la puerta. Me topé con la expresión preocupada y asombrada de mi madre al verme.
—Gabriel—dijo abrazándome—¿Donde estabas?
—Estoy bien mamá—dije tomando sus manos—Ya regresé.
—Lo dices como si fuera fácil. Estuve tan preocupada.Mamá volvió a abrazarme y esta vez correspondi a su abrazo.
Alex
—¿Que era lo que quería? —pregunté desde el marco de la pared del despacho de mi madre.
—Nada importante.
—No me mientas mamá. No lo hagas.
—Alex... No es nada.