Manuel
No tuve más que insistir en mis llamadas, Helena al fin habia contestado y habíamos quedado en vernos en la cafetería del centro para poder hablar. Según su voz, parecia estar afectada por algo y eso me preocupaba de igual forma de lo que me preocupaba encontrar a mi sobrino.
-¿Pasa algo?-quise ser el primero en hablar.
-No es nada- respondio volviendo la vista hacía mí.
-Quisiera creerte.
-Yo también.
Y diciéndome eso, una lagrima logro escapar y correr por su mejilla. Quise abrazarla, pero estar rodeados de personas lo hizo ver algo incomodo, así que solo tomé su mano y la acaricie dandole a entender de que yo estaba con ella y que todo estaría bien.
-Manuel...-su voz era débil- Gabriel se fue de la casa.
Quise dar mi opinión pero esto era mas serio de lo que me imaginaba, y un tema así no podia ser resuelto en una cafeteria llena de personas.
-Ven- dije poniéndome de pié para ofrecerle mi mano.
Ella la tomó y de esa forma salimos de la cafetería hasta llegar a un parque que afortunadamente estaba casi desolado.
Estando ahí, ella no resistió más y comenzó a llorar lanzándose a mis brazos. Acaricie su cabello como solia hacer cada que se lastimaba cuando jugábamos de niños. Esta era la misma situación, estaba lastimaba pero la unica diferencia esque ya no éramos niños.
-¿Cuándo es que pasó?
Se separó de mi para poder responderme tratando de calmar sus lagrimas.
-Ayer.
-¿Nathaniel lo sabe?
Asintió.
-Y no hizo nada para impedirselo.
-¿Por qué se fue?
-Cometió un error, bueno muchos errores...en realidad todos lo hicimos.
Si se trataba de Helena, tenia todo el tiempo para escucharla, era la mejor amiga de mi hermana y de alguna forma la veia como si fuera una hermana.
Me quedé ahí toda la mañana, escuchándola y apoyandola en su dolor. No queria abrumarla con mis problemas asi que lo mejor que podía hacer era esperar al momento adecuado.
Emma
-No puedo irme contigo- dije mirándolo a los ojos.
-Lo sé- respondió con la vista fija al suelo- no puedes dejar todo e irte aun sabiendo por lo que está pasando tu familia.
-Lo siento.
-Descuida. No es tu culpa- dijo dándome un beso en la frente.
Estaba apunto de irse en ese taxi negro de camino al aeropuerto pero lo detuve sosteniendolo del brazo.
-¿Cuando volveré a verte?- pregunté.
Me sonrió y me rodeó en sus brazos brindandome un calor el cual no quería que terminara nunca.
-Promete que me mandaras cartas-dijo sonriendo.
-¿Cartas?- pregunté confundida- eso ya no se usa.
-Me gustaria ver un "te extraño" en una hoja de papel escrito por ti.
Andrés era muy tierno, y me agradaba pensar que le gustaba lo que se conoce como "Amor a la antigua".
-De acuerdo, pero solo si prometes responderme con un "Te amo"
Volvió a sonreír y me dio un último beso en los labios antes de irse en ese taxi.
Hace tan solo unos segundos que Andres se marchó en ese auto y ahora me siento hundida en mi soledad, y en situaciones así, una de las personas que me sacaban de esta situación era alguien que ya no regresaría, mi hermano.
Nathaniel
-Cada que vienes a verme se debe por dos razones- habló Jesús desde el otro extremo de la mesa.
Lo miré, me conocia tan bien. Siempre llegué a pensar que ese desgraciado y yo eramos hermanos de diferentes padres y es que como no pensarlo si sabe hasta mi marca favorita de ropa.
-¿Me lo dices tu o prefieres que lo reduzca?
No respondí, pero para él mi silencio lo decía todo.
-¿Tiene que ver con tu familia no es así?
Suspire con la vista fija al techo.
-Viendote puedo saber que no se trata de Helena, ni mucho menos de tu hija...
-Dejé que Gabriel se fuera de la casa- confesé.
-¡¿Qué hiciste qué?!
Gabriel
Tuve que levantarme muy temprano para poder conseguir una casa estable en la cual Jane, el perro y yo pudieramos vivir. Esta vez queria hacer las cosas bien, y lo principal era conseguir una casa. Tenia suerte, este pueblo es pobre por así decirlo, y con suerte logre comprar una pequeña casa. Tuve que gastar todo el dinero que me quedaba, pero era para algo importante así que lo valía.
Regrese al hotel y al estar dentro de la habitación me senté al borde de la cama, al pié de Jane para poder ver como se veia durmiendo. Era una angel, muy diferente a todas las veces en que estaba despierta. Sabía que me amaba, pero su amor no era tan superior a su carácter.
-Te preguntaría si dormiste bien, pero es obvio que me diras que no, ya que el colchón parece hecho de piedras.
Me miró y rió. Poco a poco se levantó y caminó en dirección al baño a lavar su rostro y dientes.
Me asomé a la puerta del baño y comencé a hablar mientras la miraba recostaba en el marco de la puerta.
-Conseguí una casa a un buen precio, y digo buen precio porque ya no me queda nada.
Jane de lo que estaba con la cabeza baja se levantó al escuchar que ya no me quedaba mas dinero.
-¿En serio?
-Pues la casa no es muy grande, la sala es pequeña, la cocina y el baño también pero almenos hay dos habitaciones una para los dos y la otra seria para el perro pero solo antes de que nasca nuestro hijo...
-kha?...- dijo sorprendida.
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