Emma
El dolor de mi madre era el mayor de los que estaban presentes. Gabriel siempre había sido todo su mundo, y ella lo era el de Gabriel. No podría decir que mi familia se estaba rompiendo porque ya lo había estado hace mucho.
—Gabriel—dijo mi madre tratando de subir las escaleras, pero inmediatamente fue detenida por Michael.
—Tal vez sea mejor dejarlo un tiempo a solas—sugirió.
Mi padre quien se encontraba sentado en el comedor se levantó y se apoyó en uno de los muros de la casa dándonos la espalda. Aunque solo sea una probabilidad, sabía que mi padre también sufría. Diga lo que diga, Gabriel era parte de la familia, y él era el hijo que tanto anhelaba desde que mamá se embarazó por segunda vez.
—Papá...
Quise dar a entender mi propia opinión pero las manos de Andrés sobre mis hombros me dieron a entender que era mejor callar.
A comparación de todo el sufrimiento que tuve que pasar, este era el más fuerte de todos. Porque venía de la persona que más amaba en todo el mundo; mi hermano.
Durante toda la noche Gabriel no salió de su habitación. Permaneció encerrado y eso entristecía el corazón de mi madre, quien lo único que hacía era tocar la puerta de Gabriel con la esperanza de poder verlo y abrazarlo. Pero Gabriel no era de los que están dispuestos en todo momento. Su dolor era enorme, y no se podía remediar con un abrazo de alguien quien no lo lastimo.
—Mamá—dije apartándola de la puerta.
Ambas bajamos las escaleras. Mamá estaba totalmente desanimada, y mi padre...él solo permanecía en él mismo lugar de anoche. No daba la cara, probablemente porque nunca le gusto que las personas vieran sus sentimientos.
Tocaron la puerta. Eran las 7 de la mañana, y me sorprendía que alguien pudiera venir a esta hora.
—Iré yo—dije evitando que mi madre fuera hacia la puerta.
Al abrir la puerta me di con la sorpresa de encontrar a Jane. A diferencia de la primera vez que la vi, hoy se veía diferente. Era como si cargara en sus hombros un dolor insoportable, algo difícil de curar.
—Hola Jane.
—Hola Emma.
—No creo que hoy sea el mejor momento...
—Gabriel me llamó.
Me quede un poco impactada. Gabriel no había salido de su habitación y ahora resulta que llamó a Jane así como así. No sé por qué pero esto no me gustaba para nada.
—Pasa—dije.
Al entrar dirigió su vista a mi madre. Mi madre al verla se impactó un poco. Sabía que de igual forma que yo, mi madre pensaba que hoy no era un buen momento para las visitas.
Mi madre quiso hablar, pero al hacerlo un pequeño ruido desde las escaleras llamó nuestra atención.
A mi madre se le rompió el corazón la ver como su hijo bajaba las escaleras con una mo9chila lo bastante grande en sus hombros. Mi madre nos había enseñado todo lo necesario sobre la familia, pero lo que nunca nos enseñó fue dejar ir a un familiar. Y es que ¿cómo se dice adiós a un hijo?
Gabriel
Terminé de bajar las escaleras con la mirada al suelo. Ni siquiera era capaz de mirar a mi madre a la cara y decirle que me iría. Mi madre me tomo del brazo, sus lágrimas se volvieron puñales, puñales que me rogaban que no me fura de su lado. Pero no puedo seguir en un lugar en el cual soy un desconocido.
Con delicadeza aparté la mano de mi madre y caminé hacia mi padre. Los pasos se volvieron lentos a medida me acercaba más a él. Mi temor era enorme comparado al dolor que me causaba. Y es que lo que más esperaba de él fuera que me detuviera y me dijera que me amaba.
—Perdón...
—Me has lastimado—dijo fríamente sin darme la cara.
El silencio que había a nuestro alrededor era más hiriente que el tono de su voz. Tenía muchas cosas que decir, pero Noel suficiente valor para decir todo lo que sentía.
—Solo quise ser como tú. Y lo único que conseguí fue ser alguien a quien tu tanto odias.
—Solo has lo que tenías en mente tras bajar por aquellas escaleras.
Lo único en que pensaba al bajar las escaleras con mi mochila en los hombros era irme, en otras palabras él también quería que me fuera.
—Buen, pero por favor no digas que te eh lastimado.
Me giré al ver a mi madre. Me acerqué queriendo refugiarme en ella pero lo único que alcancé a hacer fue a besar su frente y secar sus lágrimas.
—Lo siento—apenas puede decir por el ardor que sentía en la garganta.
—No, Gabriel no...
Trató de detenerme pero logré que me soltara. Camine hacia Jane, ella miraba al suelo asustada y con las lágrimas apunto de brotar. Tomé su mano y antes de poder salir de la casa miré a Emma y traté de sonreír, pero mis lágrimas fueron más rápidas que mis labios.
— ¡Gabriel!— el grito de mi madre al momento de cruzar por la puerta fue lo único que logró destruirme por completo, y más el hecho de que Emma tratara de detenerla.
—Mamá por favor.
Emma la detuvo tratando de mostrarse fuerte, pero no logró que una lagrima callera por su mejilla.
Jane
Había salido de la casa de Gabriel sujeta a su mano. Pero los gritos de la madre de Gabriel me hicieron mirar atrás a medida que avanzábamos. Me dolía tanto esta escena porque sabía lo que era perder una familia. Traté de detener a Gabriel pero él ponía resistencia y las lágrimas en sus ojos me hacían dejarle continuar con su camino.
Estando lo bastante lejos de su casa me solté de su agarré haciendo que se girara a verme a los ojos. Las lágrimas ya no estaban pero sus ojos aún seguían rojos e hinchados.
—Es tu familia—dije—debemos volver.
—Acaba de decirme que me vaya—su voz se quebrantó— soy un desconocido para él—la forma en que hablaba y las lágrimas me hizo querer abrazarlo y llorar junto a él—me convirtió en un desconocido.
Nos abrazamos con fuerza como si solo nos tuviéramos él uno al otro. Y es que ahora era así, el ya no tenía una familia y yo tampoco.