Capítulo 3

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Mi nombre es Katherine, tengo diecinueve años y soy estudiante de medicina becada en Berlin (Alemania) en la Charité - Universitätsmedizin Berlin. Charité es el hospital y escuela de medicina más antiguo y prominente de la ciudad de Berlín. Hace tiempo me catalogaron como una de las mejores del área de salud por mi alto conocimiento sobre la medicina con la ayuda de mi padre, el cual es doctor, y mi pasión por dicha profesión comenzó con mi interés en la bioquímica. El señor Hegel próximo candidato al liderazgo del continente Europeo me ha pedido en varias ocasiones que trabaje en uno de los mejores laboratorios de España debido a mi "habilidad" y que de hecho el fue quién me otorgó la beca en antes mencionado país, en una universidad de mucho prestigio. Dicha propuesta la acepté y estar con esas personas que ya son expertas en su trabajo me hacían sentir como una novata y a la vez en mi propio mundo.

Estando allí trabajando en Madrid y a la vez estudiando es algo muy estresante debido a los constantes viajes aparte de tener que practicar si idioma, pero a decir verdad he conocido a muy buenos compañeros del área. Hoy estaba con una de mis compañeras de laboratorio, una de las mejores enfermeras graduada en varias áreas de la medicina incluyendo bioanalisis, y estando allí soportando ese frío que  helaba los huesos hasta de los vivos examinábamos distintos casos de anatomía en el cuerpo humano después de fallecido.

Estar a diario en este lugar ya era considerado como una costumbre, usando batas blancas, tapa bocas y como siempre el cabello recogido en una cola de caballo, esos son algunos de los requisitos para estar dentro de este lugar que ya de por si será mi segundo hogar.

-Katherine, ve y busca unas pinzas por favor- pidió Esther, una de las científicas un poco mas mayores del lugar y que al parecer estaba examinando un cadáver en una especie de autopsia.

-Aquí tienes- le dije.

-Gracias Kath- dijo tomándola.

-¿Qué le haces al cadáver?- pregunté frunciendo mi ceño mientras veía que le inyectaba algo.

-Estoy tratando de hacer algo un poco estúpido, pero interesante- respondió.

-¿Ah? ¿Como?

-Estoy tratando de hacer que este cadáver de unos 20 años de edad recién accidentado experimente su rigor mortis antes de tiempo, no hace falta la autopsia, yo a simple vista y por la experiencia que tengo aquí, es lógico que fue un accidente y debe de tener una o dos horas como mínimo, lo trageron hace un rato y quiero establecer la rigidez un poco antes para comprobar algo.

En lo personal admiro mucho a Esther, ella es una mujer morena de estatura alta y una figura un poco robusta de unos 40 años, pero sin embargo es muy agradable... Hay varias cosas sobre anatomía que las he aprendido gracias a ella. Adoro la forma en que me trata, yo la considero como mi segunda madre.

-Ah, entiendo... pero eso depende de las horas que tenga de muerto porque se distinguen tres fases en el proceso de rigidez cadavérica natural y estas son:
Fase de instauración: Que desde que se inicia la rigidez hasta su máxima intensidad (3-24 horas post mortem). En esta fase, la rigidez se puede vencer aplicando cierta fuerza, pero si dejamos de aplicarla, al cabo de cierto tiempo se vuelve a instaurar. Y la Fase de estado: Comprende desde que la rigidez alcanza su mayor intensidad hasta justo antes de empezar a desaparecer (24-36 horas post mortem). En esta fase la rigidez es invencible sin producir desgarros o fracturas.
Fase de resolución. A partir de las 36 horas post mortem, donde si se vence la rigidez muscular mediante fuerza ya no vuelve a instaurarse, y pasada esta fase vuelve a aparecer la laxitud cadavérica.

-Si, tienes razón, pero... Son cosas que nosotros los médicos forences o de cualquier area vinculada a esto tenemos que manipular de diferentes maneras... Y aprecio tu trabajo, eres muy inteligente y al parecer sabes un poco de todo igual que tu padre el Dr. Streench. Hago esto para beneficio, aunque acelere su descomposición esto sería un avance en la medicina moderna y como siempre mas dinero para los gobiernos si logramos una manera para descomponer los cuerpos mas rápido.

-Gracias Esther- agradecí a su comentario que no me dejaba de asombrar.

-Sabes, no soy racista por el motivo de que estoy segura de que porque eres rubia tal vez algunas personas no te tomen en cuenta, pero siempre he dicho que la capacidad mental no está en nuestro color de ojos, cabello o piel, sino en nuestro esfuerzo y habilidad para las cosas.

En ese momento sentí que mis mejillas se ruborizaron un poco y no pude evitar sentirme un poco incómoda con su elogio.

-Muchas gracias, ahora debo volver a casa- le dije.

-Está bien niña,  a tu padre de mi parte.

-Lo haré- dije mientras salía de aquel frío laboratorio, no sin antes quitarme la bata y lo demás.

Fui un momento al baño y al salir lavé y sequé bien mis manos. Mientras me miraba al espejo me solté la cola de caballo que traía puesta y peiné un poco mi cabellera rubia.

Salí  de aquel hospital con mi bolso en mano y mientras me iba caminando por la calle no pude evitar ponerme a pensar en estupideces, pero es algo normal, no siempre tenemos el control de lo que pensamos. Un perro de esos callejeros iba a cruzar la calle y  recordé en ese instante aquel día cuando tenía doce años, yo estaba montando bicicleta por la calle cuando vi un cachorro de perro tratando de cruzar la calle, recuerdo alarmarme un poco y detener la bicicleta para intentar llamar al animal, pero mi corazón se rompió en pedazos cuando un automóvil arroyó aquel animalito, fui corriendo a socorrerlo después de que dicho automóvil se había ido, para ese entonces aun yo no entendía por qué las personas eran así crueles con criaturas tan indefensas. Recuerdo que recogí el cachorro y lo llevé a casa, utilizando el botiquín de mi padre intenté curarlo, pero... No sabía si lo hacía bien, mamá luego me ayudó a pesar de que sabía que no tenía mas remedio que dejarlo morir  y aquella noche no pude dormir pensando en aquella escena tan perturbadora de mi infancia.

***

Al llegar al café me encontré con Steven, hijo de Marcus Hegel, el cual aparte de ser mi mejor amigo estudia en la misma ciudad que yo. Steve es el tipo de chico apasible que le agrada a cualquiera y que sin embargo es lo contrario, ya que muchas personas lo rechazan por su posición como hijo del próximo líder sin explicación alguna.

Rigor Mortis//La Fiesta De Los Muertos//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora