Capítulo 18

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Steve caminaba por los alrededores de su enorme y lujosa casa con las manos agarradas detrás de su espalda y pensando en la manera de que su mejor amiga salga de ese estado de depresión en el que ha caído, pero eso no era lo que realmente le preocupaba... sino también el hecho de lo que está pasando en el exterior con las personas.

Mientras caminaba escuchó la transmisión de una radio desde el despacho de su padre, y notó que la puerta estaba abierta, entonces entró y vio que el no estaba ahí. Le pareció muy extraño encontrar la puerta del despacho de su padre abierta, pero centró su atención en la transmisión de aquella radio moderna de tecnología satelital.

-¡Atención a todas las unidades! ¡Repito! ¡Atención a todas las unidades! La ciudad se pondrá en cuarentena a partir de las siguientes tres horas, si usted tiene familiares que no han sido infectados con el virus por favor evacuen la ciudad, es posible que estén preparando un ataque contra nosotros. Toda Europa debe estar atenta, España está siendo atacada por infectados...- se escuchó la voz de lo que al parecer era un militar o algún capitán de ejército dando la información a medida en que se cortaba la transmisión.

En ese momento Steve no se molestó en saber si aquel hombre era realmente de España, porque en pleno 2046 se podía transmitir en vivo desde cualquier lugar y el cualquier idioma, porque la frecuencia sería transmitida en el idioma del país en que se esté  escuchando y el acento era lo que menos importaba.

Sin mas que pensar dejó aquella radio sobre el escritorio de su padre y corrió de prisa hasta la habitación donde se encontraba Kath para contarle lo que había escuchado.

***

Katherine aun seguía encerrada en la habitación. Se sentía deprimida por el hecho de pensar que sus padres ya no estaban, y que ya nada era lo mismo de antes todo por su culpa en llevar a cabo un simple experimento.

Estando acostada boca arriba en la cama con los ojos irritados de tanto llorar, no paraba de pensar en su familia, y en el hecho de que ya las calles no son transitables, que ya no podrá compartir con sus amigos porque ahora están muertos y sus cadáveres andan por las calles destruyendo todo a su paso y todo por una estúpida guerra. Una arma biológica dañina para el ambiente y todo eso sólo para ganar poder cobrando millones de vidas inocentes.

En ese momento Kath escucha que tocan la puerta desesperadamente y ella se pone de pie, de inmediato va a abrir dicha puerta, y cuando la abrió se encontró con una horrible cara de pánico que tenía su mejor amigo Steve.

-Kath, tenemos que huir de aquí. Acabo de escuchar la radio y están pidiendo evacuación de emergencia para todos- dijo el moreno rápidamente incluso sudando y nervioso.

-Calma Steve, cuéntamelo un poco más despacio- dijo la rubia haciendo un ademán, a la vez en que fruncía su ceño.

-Mi padre será atacado y van a bombardear la ciudad y el de seguro no querrá moverse de aquí, tu y yo debemos irnos lo mas antes posible. No me importa dejar a mi padre, él tiene a sus hombres para que lo protejan.

-Eso es muy grave Steve, pero... ¿Y tu madre?- dijo la rubia poniendo sus azules ojos como platos por la noticia que le dio su mejor amigo.

-Si, así es. Sabes... Mi padre tiene muchas propiedades lejos de aquí, podemos refugiarnos en cualesquiera de ellas y en cuanto a mi madre... Se que va a estar bien.

-No lo se... Tengo mucho miedo Steve.

-Lo se, pero yo no te voy a dejar aquí. Eres la única que me escucha, mi padre está obsesionado con esto de las conquistas de naciones- le dijo tomándola de los hombros y mirándola fijamente.

-Steve...

-¿Si?

-Nada, olvidalo. Iré a prepararme, estoy dispuesta a huir de aquí contigo- dijo soltándose de su agarre.

-Gracias Kath- dijo el abrazando a su amiga.

Mas tarde ambos estaban intentando como salirdel edificio, pero habían muchos guardias merodeando en el lugar. A Steve se le ocurrió tomar uno de los vehículos de su padre y disfrazarse con una gorra y lentes oscuros.

-¿Seguro que es buena idea?- preguntó la rubia frunciendo en ceño.

-Tranquila, ya verás que todo saldrá bien- le dijo haciendo una media sonrisa.

Kath se hallaba escondida en la parte de atrás del vehículo, y para no levantar sospechas Steve subió los oscuros cristales.

Al salír en dicho vehículo hasta la salida, unos guardias los detuvieron. Kath rezaba para que no fueran descubiertos y metidos en algún lío.

-Motivo de salida. El señor Hegel prohibió la salida de cualquier vehículo a menos que sea para algo importante- dijo uno de los guardias encargado de la supervisión del gran portón.

Steve bajó un poco el cristal a media cara y le dijo al guardia que era orden de Hegel para buscar armas y municiones.

El guardia tomó el pretexto como bueno y válido para dejarlo salir, pero en ese momento Hegel había salido del edificio y vio cuando aquel vehículo oscuro iba saliendo. Steve sintió un vuelco en el corazón y en ese momento Hegel ordenó que cerraran el portón, pero Steve con el corazón agitado pisó el acelerador haciendo un molesto sonido con las ruedas y el suelo de concreto debido a la velocidad. Katherine estaba feliz y asustada al mismo tiempo, ella no tenía idea de que iba a suceder con ellos de ahora en adelante a la vez en que se golpeaba con los movimientos del vehículo logrando huir a tiempo.

-¡Steve ten cuidado!- le dijo Kath.

-Lo tendré...- respondió mientras tensaba sus manos en el volante.

***

-¡Señor no pudimos detenerlo!

-Mal nacidos, nunca hacen algo bien- gruñó Hegel con ira.

-Señor el dijo que iría por armas.

-¿¡Y como pudieron creerle!? ¡Son un montón de idiotas! Nadie puede salir de aquí sin tener un permiso con mi firma y lo saben buenos hijos de puta- expresó Hegel sacando una pistola de su bolsillo y con la misma le apuntaba directo a la cabeza de uno de sus hombres.

-Señor por favor... Tenga piedad- dijo con la voz temblorosa aquel soldado con ambas manos levantadas.

-Debería asesinarte, pero por lo menos quiero que me digas si sabes quién fue que huyó.

En ese momento el civil que estaba siendo apuntado con el arma a la cabeza decidió bajar el rostro y dijo:

-No pude ver quien era señor, llevaba gafas oscuras y una gorra del mismo color.

-¡MALDICIÓN!

En ese momento la ira de Hegel lo llevó a tal punto de halar el gatillo quitándole de inmediato la vida a aquel hombre que cayó de rodillas en el suelo haciendo un pequeño charco de sangre.

El sonido del disparo alertó a algunos de los civiles que andaban por esos lugares y fueron de inmediato a ver que había pasado.

Rigor Mortis//La Fiesta De Los Muertos//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora