Capítulo 4

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-Kath... Qué raro verte por aquí- dijo Steve saludando a su amiga a la vez en que le regalaba la mas amistosa de las sonrisas.

-Si... Lo sé, pero tenía deseos de salir a dar un paseo- dijo la rubia de la misma manera mientras tomaba asiento.

-Supongo que vos estaba en el laboratorio ¿cierto?- dijo el haciendo un ademán. Realmente le sorprendía ver a su bella amiga por estos lados, el sabía que Kath es muy cerrada para querer salir hacia algún lugar que no fuera a estudiar.

-Oye Steve ¿Quieres un café? Yo invito. Claro si es que no os vais a hacer algo- preguntó Kath con una leve sonrisa tratando de hacer que su mejor amigo la acompañara. Para Kath salir o estar sola en lugares públicos no eran sus cosas favoritas y de igual forma adora la compañía de Steve, a quien ella considera su hermano desde hace años por ser hija única al igual que el.

El asintió sin decir nada. Estando dentro del lugar estuvieron conversando sobre cosas sin sentido de ambos, al fin que Kath sólo quería su compañía, pero tampoco iba a permitir que el se aburriera o que se sintiera obligado a estar ahí...

Steven y yo duramos un buen rato conversando en aquel café donde yo iba muy a menudo desde hace un tiempo. Se sentía extraño ver como las personas nos observaban. Sin embargo Steve con su piel canela y pelo crespo en forma de un pequeño afro no era el típico chico guapo que pintan las expectativas de los hijos de los millonarios, para ser sincera el era demasiado "humilde", un chico de 20 años con una mente llena de sueños.

-Kath ¿Has vos a hablado con mi padre últimamente?- preguntó el frunciendo el ceño mientras entrelazaba los dedos.

-No ¿Por qué me preguntáis eso?- dijo la rubia con algo de confusión mientras le daba un pequeño sorbo a su café.

-Es que lo he notado algo extraño estos últimos días y pensé que...

-Steven, yo no soy la mejor amiga de tu padre. Yo sólo soy una chica a la cual el quiso ayudar con su sueño de ser enfermera y nada mas- interrumpió ella un poco molesta.

-Ah, disculpame Kath. Olvida lo que dije, de igual forma mi padre no hablaría de sus problemas con nadie, apenas logra hablar conmigo y es para tratar de convencerme de entrar a su gabinete de política ambiciosa. 

-No hay problema en eso, supongo... Aunque estoy consiente de que estudias leyes por obligación- respondió Kath mientras tomaba nuevamente un sorbo del café que  tenía en mano. En el fondo no quiso responderle de esa forma a su mejor amigo anteriormente, pero la pregunta que le hizo no fue para nada de su agrado.

***

Edwin decidió salir de su casa a dar un paseo y en el camino observó a una hermosa chica rubia de unos llamativos ojos color azul salir del café que estaba a una esquina y acompañada de un muchacho de piel morena, el creyó haberlos visto antes, pero le era imposible recordarlos debido a que estaba seguro que no eran de su mismo índice social porque a ninguno los ha visto en su universidad o.muy a menudo por ese lugar.

El dejó de pensar en eso por unos momentos y se le ocurrió visitar a su amigo Tadashi, cuya casa queda en la misma calle. Mientras iba caminando el viento ondeaba un poco su rizado cabello y rozando su hombro con el de alguna persona que por allí caminaba, pensó en lo que ya su mente estaba acostumbrado a pensar, pensaba en su vida actual, aburrida y sin sentido. Aquella rubia por alguna razón había dejado su rostro pintado en la mente de Ed, y era algo involuntario que lo obligaba en ese momento.

Ese pudo ser su novio... O quizás no. Lo mejor es olvidar aquello, lo cual no tiene sentido.

Al llegar finalmente al hogar, Edwin tocó la puerta de la casa de su amigo un par de veces y en unos momentos este le abrió y le invitó a entrar, luego saludó a los padres de su amigo y prosiguieron a subir a la habitación, la cuán tenia una decoración un poco exótica entre lo asiático y lo normal, entonces allí conversando entre uno y que otro tema fueron haciendo tiempo, hasta que Ed guardó un extraño silencio.

El asiático notaba a su amigo un poco distante mirando a la nada, como si su mente estuviera vagando en algún recuerdo y no pudo evitar preguntarle.

-Amigo ¿Qué pasa?

-¿Eh? nada- respondió mientras alzó su cabeza un poco para dirigirle atención.

-Sabes que no puedes Mentirme, te conozco bien y se que algo te atormenta.

-Tad, amigo acabo de ver a dos personas que... La verdad me han dejado muy confundido.

-¿De que hablas Ed?- preguntó el asiático frunciendo el ceño mientras jugaba uno de esos videojuegos avanzados de la época.

-Es una chica rubia y un negro...

-Vaya descripción, yo veo personas así a diario- respondió con ironía y sarcasmo.

-Es que ambos me resultan familiares, o sea que ctro que los he visto en algún lado.

-Ed, creo que tengo la respuesta a tu duda, creo recordar o mas bien saber a quienes te refieres- dijo Tadashi dejando en pausa el vídeojuego para mostrarle algo a su amigo desde su Smartphone.

-No me digas que en tu celular sólo hay fotos de Beatríz- dije mientras ponía una mano en mi frente al ver que tenía una foto de la susodicha de fondo de pantalla.

-Es que... Sabes adoro esa chica, su cara siempre regia y su duro carácter hacen que la admire y esos ojos color demonio, uff ni que decir de su cabello- dijo riendo un poco con cara de estúpido.

-Estás obsesionado con ella- le dije con seriedad mientras me cruzaba de brazos ante su reciente comportamiento.

-Tal vez.. - respondió el asiático mientras se encogía de hombros.

-Amigo date prisa con lo que me vas a mostrar- dije mientras estaba dando vueltas lentas en su sillón de escritorio con la vista puesta en el techo.

-Ed ¿Acaso aquel negro es parecido a el?- dijo mientras me mostraba una foto en su celular.

-Tadashi es increíble pero... Si, era el- dije abriendo mis oscuros ojos como platos.

-Ese tipo es Steven Hegel, hijo de Marcus Hegel próximo líder de esta nación Europea.

-No puede ser...- dije con asombro mientras ponía una mano en mi barba.

-Yo veo a ese sujeto tanto en la TV como en anuncios publicitarios, estudia en Alemania y ya debes imaginar lo demás. Cualquier rubia o morena andaría con el hijo de un magnate, algo que nosotros nunca alcanzaremos.

-Ánimos amigo, no somos tan espantosos. Tu sólo debes mostrarles tus katanas a Beatríz para que se vuelva loca- le dije riendo un poco.

-O talvez se vuelva tan loca con ellas que las quiera usar conmigo, he escuchado que su pandilla asalta y asesina personas sólo por gusto-susurró con sarcasmo y temor.

Rigor Mortis//La Fiesta De Los Muertos//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora