Dieciocho; ella

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"Me tiene jodido"

Jared Fischer

Abro los ojos y miro a mi alrededor para darme cuenta que estoy en la habitación de Grace. Ella no está a mi lado y sigo vestido encima de las mantas pero tengo una por encima. Suspiro pesadamente y froto mis ojos.

Me incorporo y me siento en el borde para pasar una mano por mi pelo aún engominado.

Paso una mano por mi boca y me levanto. Observo la habitación de Grace y me dirijo al escritorio para coger las llaves del coche.

Las guardo en mi bolsillo y aparto una prenda de ropa para fijarme en el dibujo que tiene en un cuaderno. Lo cojo y me doy cuenta que soy yo. Es mi mirada. Ojeo las demás páginas y veo diferentes dibujos. Retratos, flores, paisajes...

Dejo el cuaderno de nuevo en su sitio y salgo de la habitación. Escucho ruido en la cocina y me asomo para ver a Grace de espaldas vestida con su pelo recogido en un moño.

Me apoyo en el quicio de la puerta y me cruzo de brazos pensando en el dibujo que he encontrado. Estaba dibujándome pero no lo ha terminado.

Ella se gira y se asusta. — Mierda, Jared, me has asustado.

— Lo siento.

Observo su rostro y tenso mi mandíbula cuando veo su labio. Quiero matarlo. Quiero coger el cuello de Max entre mis manos y golpearlo como si fuera un saco de boxeo.

Cuando Adam me había llamado diciéndome que le habían roto el labio a Grace y que había sido Max, casi me subo por las paredes porque se lo dije. Le dije que se alejara de él.

Aunque al final resultó que por una vez en su vida, Grace Anderson había dejado su orgullo de lado y me había hecho caso.

— ¿Quieres un café? —me pregunta.

Asiento y ella se gira de nuevo.

Ella me había visto esa noche con Karen. Me había dicho ese día en el gimnasio que había estado en el mismo sitio que yo.

Quizás por eso estaba enfadada. Lo que ella no sabía es que me encantaba verla así.

Lo de Karen había sido un tremendo error. Había aguantado todos los años que llevaba trabajando allí y ni siquiera sé por qué acepté ir después de la reunión a tomar algo con ella.

A lo mejor fue cuando vi a Grace irse con ese chico, rechazando amablemente mi oferta de llevarla a casa.

— Toma, aquí tienes.

La voz de Grace me saca de mis pensamientos y veo sus preciosos ojos mirando los míos con inocencia, tristeza y un toque de nerviosismo.

Su mirada confiada, dura y alegre había desaparecido ayer y esta Grace parecía que iba a quebrarse de un momento a otro.

Cojo la taza de café y mis dedos rozan con los suyos, delgados y fríos, siempre fríos.

Ella se da media vuelta para ir a por su café y me apoyo en la encimera para empezar a beber.

— Hay que ir a la comisaría a poner la denuncia —le recuerdo.

— Sí —murmura.

Nos quedamos los dos en silencio pero sé que no tardará en hablar.

— ¿Por qué estás tan enfadado? —pregunta.

— No estoy enfadado.

— Siento que tuvieras que venir ayer —la miro y ella está mirando su taza de café—. No era mi intención arruinar tu noche con tu familia.

Efímero (Devil's Touch) Borrador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora