Trece; ¿celos?

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"¿Estás celoso?"

Pasan varios días hasta que estoy bien y puedo seguir con mi vida normal. Tengo una sonrisa radiante en el rostro mientras voy a casa a pesar de que voy en autobús porque sigo sin coche.

Quizás voy tan feliz porque tengo mis auriculares puestos y la música me anima. Saco las llaves del bolso y hay un chico de espaldas cerca de la puerta. Me quito un auricular y meto la llave en la cerradura. Abro la puerta y llamo su atención.

— Perdona¸ ¿vas a entrar?

Él se gira y observo su pelo rubio corto peinado hacia arriba. Sus ojos azules se posan en los míos y mi ceño se frunce un poco porque recuerdo esos ojos que me observan con un brillo infantil en ellos.

— Grace Anderson.

— ¿Elliot Cohen? —Pregunto asombrada mirando al hermano pequeño de Sarah.

— Exacto.

— Es impresionante cómo has crecido —él se acerca a mí y rodeo sus hombros con un brazo y nos damos un pequeño abrazo.

Se separa de mí y observo su rostro. Su mandíbula ahora es definida y está más alto. Sus hombros son anchos y a su lado tiene una maleta.

— ¿Vienes a quedarte? —le pregunto.

— Unos días. ¿Mi hermana no ha dicho nada?

— No, la verdad es que no nos ha dicho nada, entra.

Lo dejo pasar y él entra con su maleta. Llama al ascensor y ambos lo esperamos. — Mi hermana no me coge el teléfono.

— Estará llegando o algo.

—  O se ha olvidado.

— Puede ser.

Abro la puerta del ascensor y lo dejo pasar a él primero. Me pongo a su lado cuando pulso el número ocho y miro sus facciones de nuevo. Ahora es mucho más alto que yo, su nariz es puntiaguda, su mandíbula podría cortar mi dedo si lo pasara por ella y me doy cuenta que se está convirtiendo en todo un hombre.

— ¿Qué tal el instituto? —le pregunto.

— Lo terminé y me han dado la beca para poder jugar baloncesto.

— Eso es genial, te lo has currado.

Elliot sonríe y llegamos al octavo. Abro la puerta y lo dejo pasar. — Me dijo mi hermana que has dejado la Universidad.

— Sí —abro la puerta de casa y entro.

— ¿Sigues pintando? —pregunta cerrando la puerta.

— No, lo he dejado.

— ¿Por qué? Lo haces muy bien.

Me encojo de hombros y lo acompaño a la habitación de Sarah. Él deja la maleta a un lado y me sonríe.

— Has cambiado —pone las manos en su cintura y alzo mis cejas.

— ¿Yo he cambiado? ¡No me tomes el pelo! —me río y me giro para ir a mi habitación y soltar las cosas.

—¡En serio! —Me sigue— Estás... diferente.

— Tú estás diferente —dejo el bolso y el abrigo encima de la cama para después girarme y encontrarme con Elliot observando mi habitación.

Admitía que no estaba muy ordenada, pero él no se estaba fijando en eso, si no en la decoración.

— ¿Y el caballete? —Pregunta.

Arrugo mi nariz. — Te he dicho que he dejado de pintar, está guardado.

— ¿Y los cuadros?

— Casa de mi padre, aquí no había sitio. Tenía otras prioridades, Elliot. La pintura no era uno de ellos cuando me vi estresada con tantos exámenes y trabajos.

Efímero (Devil's Touch) Borrador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora