Treinta; vendetta

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"La gente es más bonita cuando hablan de algo que realmente aman con pasión en sus ojos"

Aprieto nerviosa la bolsa mientras esperamos de nuevo en casa de aquella familia perfecta. Había estado todo el camino diciéndole a Jared que sentía que algo no saldría bien hoy. Él me había dicho que todo iría bien, que se comportarían.

Era el cumpleaños de Ben y él me había invitado. Habíamos ido hace unos días al parque y a comer un helado, donde me manché la camiseta y el niño se estuvo riendo porque "yo no me he llenado y tú sí".

Él era tan genuino, sonriente y feliz... Su alegría era contagiosa y me caía bien, muy bien. Me había hecho un dibujo que tenía colgado en mi tablón. No, no éramos él, su hermano y yo. Eran robots, del fin del mundo, o eso me había dicho.

La puerta se abre y veo a mi suegra sonreír. Ella lleva un bonito vestido floreado y nos deja pasar. Muerdo mi labio y quiero coger la mano de Jared para poder sentirme segura.

Miro a través de la cristalera a toda la gente que está en el jardín y quiero salir corriendo. ¿Sería la demás familia de Jared así? No me sentía cómoda, por lo tanto, no era capaz de relajarme y estaba en tensión.

Jared coge mi mano y mi corazón bombea con fuerza cuando salimos al jardín haciendo que las miradas se posen en nosotros cuando Ben grita mi nombre emocionado. Por lo menos él se alegraba de verme.

Viene a abrazarnos y Rose me quita la bolsa de la mano para ponerla en una pequeña mesa que había con más regalos.

— Es la nueva novia de Jared —me presenta Ben—, se llama Grace y es pintora.

Hay poca familia, o bueno, me gustarían que fuesen menos. La madre de Jared pone una mano en mi hombro y me invita a pasar para presentarme a todos los presentes.

La abuela de Jared, Laurent, sus tíos, Robert y Lucinda, con sus hijos, Angelina y Jake, Louis y Maga, con sus hijos, Raphael y Thomas.

Cada padre de Jared tenía un hermano y estos, dos hijos cada uno. Tres de sus abuelos habían fallecido y solo quedaba Laurent, que se encontraba sentada en una silla mirándome.

Había varios amigos de Ben y corrían en el jardín detrás de una pelota para poder marcar gol en alguna de las pequeñas porterías de plástico que tenía.

Raphael y Thomas eran gemelos. Rubios con los ojos color chocolate. Tenían una mirada picaresca y una sonrisa sabionda. Tenían dieciséis años.

Angelina, con un año menos que yo, era como su padre, pelirroja y con pecas por todo el rostro. Sus ojos eran azules, como los de su madre, y llevaba el pelo corto por los hombros dándole un aire dinámico y jovial.

Y por último Jake. De la misma edad que Jared, su pelo era negro como el de su madre y sus ojos azules destacan de su piel blanca. Su mirada mostraba desinterés y llevaba un look desenfadado que suponía que iba con él.

— Bueno, esta es mi familia —termina de cuchichear Jared.

— ¡Hola! —Angelina se sienta al lado de Jared y este le sonríe—. ¿Te has tatuado algo más? —Pregunta.

— Aún no, ¿ya te hiciste tu primer tatuaje?

— Sí —ella nos enseña su tobillo y observo el pequeño tatuaje que tiene en él.

— ¿Por qué un gato? —Pregunto.

— Me gustan —se encoge de hombros.

¿Debería tatuarme yo un pez?

— ¿Tienes alguno? —Me pregunta.

— Ahora mismo estoy limpia —sonrío—, pero no descarto hacerme uno pronto.

Efímero (Devil's Touch) Borrador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora