Diecinueve; Nuevos comienzos

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"Cuanto más en armonía estás con el flujo de tu propia existencia, la vida más mágica llega"

Camino a casa feliz porque me han regalado un coche y puedo moverme sin necesidad del transporte público o alguno de los chicos.

Había pensado que Jared se iría en el momento en el que cerrase los ojos. Despertarme y verlo dormido a mi lado me había sorprendido mucho. Sabía que no pensaba quedarse porque ni siquiera se había quitado los zapatos, pero entonces ¿por qué no habia salido de casa cuando volvió y me vio dormida?

Ese pequeño gesto mantenía viva la esperanza de que él quería quedarse esa noche conmigo.

No sabía si por lastima o porque en realidad le gustaba, pero me había hecho volar por toda la casa verlo allí.

— ¡Grace! —su voz hace que me gire asustada porque no me espero verlo corriendo hacia mí.

Se ha cambiado la ropa y se ve fresco, como si hubiera dormido diez horas. Sin embargo, mi rostro está pálido, tengo ojeras y no hablemos del labio.

— ¿Qué ocurre?

— Me he dejado la cartera arriba.

— Oh, vale.

Sigo andando y él se pone a mi lado. Saco las llaves del bolso y no tardo en abrir la puerta.

— Te han comprado un bonito coche —dice.

— Es genial —respondo.

Jared me mira alzando una ceja. — ¿Qué dijimos de la palabra genial?

— Oh —río un poco—, lo había olvidado —paso una mano por mi lado—. Ya no te molestaré más después del gimnasio, podré volver a casa sola.

Las puertas del ascensor se abren y entramos.

— Bueno, echaras de menos mi música —dice.

— Las pocas veces que ponías la radio, sí. No solías ser muy agradable.

— ¿Yo? ¿Qué hay de ti?

Lo miro. — Se llama simpatía selectiva. No eras digna de tenerla. Si le damos al ocho —pulso el botón—, quizás podamos subir algún día.

Las puertas se cierran y miro de reojo a Jared. Su mandíbula definida, sus piercings, su cuello ancho lleno de tatuajes, su nariz y... su ojos, que ahora están mirándome con intensidad.

El ascensor se zarandea y pongo una mano en la pared. — Se ha quedado parado —informo, aunque eso ya lo sabe.

Jared gruñe y golpea todos los números que se encuentran en el ascensor. Ruedo los ojos y me apoyo en la pared.

— Que le des golpes no va solucionar nada.

Él me mira y su mirada de depredador no me asusta en absoluto. Ni siquiera me intimida porque me ha mirado tantas veces así que es algo normal. Le da al botón de la campana y saco mi móvil para comprobar si tengo cobertura. Nada.

— Funcionará de un momento a otro, ¿no? —él me mira y me encojo de hombros.

— Eso espero.

— De acuerdo, toca esperar.

— Ajam.

Jared se acerca a mí y su mano no tarda en estar en la comisura de mis labios. — ¿Te duele? —pregunta.

— No —niego con la cabeza—, ahora mismo no.

Él no separa su mano y me quedo mirando sus bonitos ojos azules, fundiéndome en su mirada como si no existiera nada más. Su rostro se acerca al mío y mi boca se abre un poco dispuesta a recibir sus labios.

Efímero (Devil's Touch) Borrador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora