Treinta y uno; ¡Sorpresa!

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"Ella era como un océano; salvaje e indoblame, pero extrañamente relajante para observar"

Ver a mamá a la mañana siguiente en mi puerta, con una maleta y una botella de tequila gritando "¡Sorpresa!" no era lo que me esperaba. Ella había entrado con confianza y había saludado a mis compañeras de piso para después decir que la alegría de sus vidas, es decir, ella, acababa de llegar.

Sinceramente, me había esperado a Jared tras la puerta, pero ambos éramos orgullosos.

En primer lugar, yo no había hecho nada para que esa pelea tuviera lugar.

Vale, estuve acostándome con ese chico, cosa que fue un error, pero no podía dar marcha atrás a mis acciones.

En segundo lugar, si Jared no fuera un gallo peleón, la cosa cambiaría mucho.

Sí, me rompió el labio. Sí, se merecía esa paliza, pero Jared no y había acabado mal parado. Aún podía recordar su rostro ayer, su camiseta llena de sangre y como sus ojos azules miraban con furia, sobre todo a mí.

Mi trabajo no era el mejor del mundo, lo sabía, pero tenía que buscarme la vida. No iba a pedirle dinero a mis padres y tenía unas responsabilidades.

Era un trabajo de fines de semana que podía coordinar con la tienda. Era el trabajo perfecto viéndolo de ese modo. Aunque cuando entra en juego un novio observador que ve a cada tío que está mirándote el culo, eso ya es otra cosa.

Mamá se acomoda en mi habitación mientras habla de un fin de semana de madre e hija del que no tengo muchas ganas.

— Es domingo —le informo—, ¿no deberías de haber venido el viernes? —Alzo una de mis cejas y me cruzo de brazos apoyándome en el armario.

Ella sonríe y mira el caballete con el retrato que tengo mío. Sus ojos pasan por la pintura, mirándola un rato y sé que está pensando que he utilizado muchos colores.

— Has utilizado muchos colores —dice—, aunque me gusta. Es fresco, floreado. Primaveral. Deberías hacerme uno.

— ¿Y qué debería pintarte?

— Podrías pintarme a mí desnuda, ¿qué te parece? —Me guiña un ojo y hace un movimiento seductor con su hombro.

— ¿Y dónde colgarás el cuadro?

— En el salón, por supuesto.

Las comisuras de mis labios se elevan en una sonrisa porque está loca y sé que no está bromeando.

— ¿No prefieres unas flores? —Pregunto acercándome al escritorio y ordenándolo un poco.

— ¿Qué mejor flor que yo? ¿No te gustaría que fuese tu musa?

— Eso ha sonado un poco lésbico —murmuro poniendo los pinceles en su sitio.

Ella suelta una risita y abre más las cortinas dejando que la habitación se ilumine más.

— Tienes unas buenas vistas.

— ¿Hasta cuándo te quedas? —Pregunto después de dejar el escritorio en orden.

— Martes. Hay días libres en Chicago —abre la ventana—. Debes airear más tu habitación.

— Hace poco que me he levantado.

— Lo sé, lo veo en tu cara. ¿Qué tal si te arreglas y nos vamos a almorzar? Estoy deseando beberme una cerveza —sale de la habitación.

Paso una mano por mi rostro cuando escucho el timbre y me acerco a la mesita de noche donde me teléfono aún sigue enchufado al cargador. Lo desconecto y muerdo mi labio inferior entrando en los mensajes para preguntarle a Jared cómo está.

Efímero (Devil's Touch) Borrador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora