Veintisiete; tiempo

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"Qué suerte tienen dos personas que se enamoran el uno del otro exactamente en el momento correcto y la manera correcta"

Paso una mano por mi rostro para después mirar de nuevo a la pantalla. Grace aún no se ha conectado esa mañana y dudo en hablarle. Ayer no había podido controlarme y había reaccionado de una mala manera, pero no podía quedarme quieto mientras esos tíos le decían cosas a Grace.

Era su trabajo, lo sabía, pero no me gustaba que trabajase ahí. Ella debería estar los fines de semana por la noche divirtiéndose con sus amigas o conmigo y no detrás de la barra de un bar poniendo copas.

Dudaba que me dejasen entrar de nuevo al bar sabiendo que voy a saltar a la mínima si le dicen algo.

Me levanto de la cama sabiendo que tengo que hablar con ella y disculparme por lo de ayer, aunque sabía que mis palabras habían sido duras, era lo mejor.

Debería volver a la universidad y dejar ese estúpido trabajo.

En la cocina está Adam con la mirada perdida bebiéndose un café. Lo miro extrañado para después coger la cafetera y servirme una taza.

— ¿Ya te has arreglado con Sarah? -Pregunto.

— ¿Con Sarah?

— Hay un bolso en el salón.

— Es de Megan —murmura con una mueca de disgusto.

Casi escupo el café y lo miro. — ¿Qué?

Llaman al timbre y miro a mi amigo, que no se mueve de donde está. Dejo el café en la encimera y me acerco a la puerta. Pongo mi ojo en la mirilla y veo a Sarah. Me giro y asomo mi cabeza por la cocina.

— Es Sarah —informo a Adam.

— Mierda —murmura.

— Esconde el jodido bolso —digo en voz baja.

Veo a mi amigo coger el bolso y desaparecer por el pasillo. Abro la puerta y los ojos de Sarah se ponen en los míos. No tiene maquillaje en su rostro y la sonrisa con la que siempre está ha desaparecido.

Ella lleva dos cafés y una bolsa de una de las cafeterías de aquí cerca.

— Hola —saluda—. ¿Está Adam?

— Claro, pasa.

Me aparto y ella entra dirigiéndose hacia el salón. Cierro la puerta y la sigo para ver que está poniendo las cosas en la mesa pequeña frente al sofá.

Se levanta y Adam aparece.

— Hola —dice.

— Hola —responde ella—. Yo... he traído el desayuno —señala el café encima de la mesa—. Quería disculparme.

Sé que sobro allí y cuando voy a darme la vuelta la puerta de una habitación se abre. Miro hacia el pasillo para ver a Megan aparecer con solo una camiseta de Adam puesta. Lleva el maquillaje de anoche y ha recogido su pelo en una coleta.

Miro a la novia de mi amigo que mira a Megan intentando entender qué hace allí. La verdad es que yo también estaba igual.

Puedo ver a Sarah juntar sus labios y Adam habla: — Sarah... no es lo que parece.

— ¿No? ¿Y entonces qué es? —Observo sus ojos brillosos y ella cierra sus manos en puños.

— No hemos dormido juntos —aclara Adam acercándose a ella.

— ¡Mierda, Adam! —Lo empuja— ¡Eres un imbécil y tú eres una perra! —Señala a la morena, que está allí impasible.

— Sarah —Adam intenta tocarla y ella se separa como si mi amigo tuviera la lepra.

Efímero (Devil's Touch) Borrador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora