23; Celestina

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Ojeo la carta viendo lo más caro que hay. Ya que me invitaba a comer, iba a hacerlo bien. Arrugo mi nariz y levanto la vista porque me está mirando y es un poco incómodo. Levanto la carta tapando todo mi rostro y escucho una risita de su parte.

¿Qué le hacía tanta gracia?

Habíamos pedido de beber vino, por supuesto. Jared se había mostrado conforme y yo había sonreído satisfecha para después mirar la carta.

— Voy a pedir lo más caro de la carta —le informo—¸ ¿traes dinero suficiente?

Bajo la carta hasta que solo se ven mis ojos y él sonríe abiertamente. Su postura denota confianza, como si lo tuviese todo controlado. Está apoyado en el respaldar de la silla y me mira, no deja de mirarme.

— Pide lo que quieras.

— Lo que quiera —murmuro mirando de nuevo la carta.

El camarero llega con el vino y cierro la carta, dejándola lentamente en la mesa mientras miro a Jared mientras nos sirven el vino.

— ¿Podrías tomarnos nota cuando puedas? —Pregunta Jared sin dejar de mirarme.

— Por supuesto, ¿Qué van a pedir?

— Yo quiero unos espaguetis a la boloñesa —dice Jared mirando esta vez al camarero.

— Yo quiero lo mismo —digo.

Mi acompañante sonríe abiertamente y cuando el camarero se va, se echa sobre la mesa, reposando sus antebrazos en ella y juntando sus manos.

— ¿Lo más caro?

— No me gusta lo más caro que hay —hago una mueca—¸ has tenido suerte.

— Eso parece —coge la copa entre sus manos y mueve un poco el contenido para después llevarse la copa a sus labios.

— ¿Estás intentando seducirme? —Pregunto haciendo que Jared deje de beber para reírse.

— Pensé que te tenía seducida, ¿hace falta que lo haga?

— Han pasado mucho tiempo, claro que tienes que seducirme.

Jared tiene una gran sonrisa en su rostro que no quita ni un segundo. Estaba controlando la situación porque, aunque él siguiera en mi cabeza y en mi corazón, no iba a ser fácil. Y para qué engañarnos, si querías algo, tenías que luchar por ello. Eso y que a mí me gustaba jugar.

— ¿No te tenía seducida el día que fui a tu casa? Pareciste bastante satisfecha —su voz es intima que hace que junte mis piernas porque no sé si estoy temblando.

— Un momento de debilidad.

— Debilidad —repite.

— Ajam —paso la lengua por mis labios secos y cojo la copa de vino para beber.

— De acuerdo, ¿Qué tal tu último año en Italia? —Se apoya de nuevo en el respaldar de la silla.

— Muy bien —me encojo de hombros—, estuvo entretenido.

— ¿Con ese chico italiano?

— Oh, con muchos chicos italianos. Son muy guapos, por cierto.

Jared ladea la cabeza mientras una sonrisa cruza su rostro. Ojalá pudiera saber lo que está pensando. Me encantaría meterme en su mente y saber cómo se siente por mí realmente, si soy solo yo la que siente esta atracción.

— ¿Muchos chicos?

— Muchos.

— No te creo.

Efímero (Devil's Touch) Borrador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora