15; Chicos, chicos.

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"Tenemos la suerte de poder manejar nuestro destino con nuestras deciones. Nosotros elegimos nuestro camino"


Grace Anderson

Un chico rubio con ojos azules y bonita sonrisa se acerca a mí con su mano extendida. La acepto y miro con nerviosismo a mi alrededor porque aún no me puedo creer que vaya a trabajar en un lugar como este.

Había pasado dos años sola en Italia, pensando en rendirme muchas veces y volver a casa porque no todo el mundo era agradable conmigo. No todo allí era bonito. Los profesores eran duros y mis compañeros competitivos.

Era una persona que le gustaba ayudar a los demás y eso de la competitividad no iba conmigo. No me consideraba mejor ni peor que nadie, solo intentaba superarme a mi misma en cada práctica y cada examen.

No había ido allí solo a pintar, como la mayoría de creía, había tenido que estudiar densos temas y la mirada cansada que veía Jared a través del ordenador era de mis largas tardes estudiando en la biblioteca.

— Él es Adrien Crowell, te enseñará el lugar, aunque creo que ya lo habrás visitado y te dirá de qué sección te ocuparás. Cuida a la señorita Anderson, Adrien.

— Lo haré —sonríe mi compañero y ambos vemos como mi jefe se aleja en su elegante traje oscuro—. ¿Has visitado alguna vez la galería? —Me pregunta.

— Sí.

— Entonces me ahorras trabajo. Sígueme.

Mis tacones resuenan por el lugar donde apenas hay gente admirando la belleza de aquellos cuadros. Esto no era el museo del Louvre ni mucho menos. No había obras tan importantes, pero había todo tipo de cuadros de pintores que se estaban haciendo un hueco en este mundo o que ya lo habían hecho.

— Siempre damos una oportunidad a los nuevos artistas —dice— Hay mucho arte escondido alrededor del mundo y nosotros queremos encontrar ese arte —dice metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones— Aparte de explicar los cuadros, señorita Anderson, nos encargamos de que nuestros clientes expongan sus obras —señala a su alrededor—, y les damos publicidad.

— Como un manager.

— Algo así.

— ¿No debería estar explicándome esto el Señor Deneuve? —Pregunto refiriéndome a nuestro jefe.

— Hmmm sí —me sonríe— Debería, pero así es él. Ser el director de esto —saca las manos de sus bolsillos y señala a su alrededor— No es su sueño, si no el de su mujer.

— ¿Y por qué no se encarga ella? —Pregunto.

— Le diagnosticaron cáncer hace un año -dice en voz baja-. Bien, continuemos.

Parpadeo un par de veces y me apresuro a seguirlo hacia un cuadro. Puedo reconocerlo.

— Albert Oehlen —digo.

— Exacto. ¿Sabes que tiene de especial? —Pregunta.

— Sus cuadros no son para reflexionar, si no para sentir.

Ambos nos quedamos callados mirando el cuadro que tenemos delante y aún puedo sentir mi nerviosismo en cada extremidad. Adrien no me dice nada y temo haber dicho un disparate, aunque sabía qué era lo que ese hombre quería transmitir.

— Una beca en Blogiasco —dice.

— Así es —paso la lengua por mis labios.

— No mucha gente consigue una beca en Italia para estudiar arte. Tienes que ser buena.

Efímero (Devil's Touch) Borrador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora