26; Pinta mi alma

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"Tu alma gemela no es quien aparece en tu vida de forma pacífica, es quien pone tu mundo patas arriba"

Meses después, estaba viajando por el país, exponiendo mis obras en pequeñas galerías de arte con la compañía de Adrien, que era oficialmente mi manager, ya que tenía más contactos en este mundo que yo.

Había seguido pintando cada vez que tenía inspiración, a veces vendía cuadros, colgaba fotos por Instagram y daba a conocer mi trabajo, dando un pequeño discurso de cómo me había inspirado. Daba las gracias, siempre las daba a las personas que tomaban su tiempo en ver mis cuadros. Había a gente que no le gustaba y a gente que sí.

A Jared siempre les gustaban. Se ponía a mirarme desde la cama como pintaba, o ponía sus manos en mi cintura y besaba mi hombro, entreteniéndome. Me había alquilado un pequeño estudio donde ir a pintar, donde la luz fuese lo suficientemente buena.

Había un colchón tirado en el suelo, una pequeña nevera y un cuarto de baño diminuto. Ahora ya no vivía con los chicos, me había despedido de ellos pero seguíamos en contacto. Vivía con Jared y en el estudio.

Mi ropa estaba dividida entre esos dos lugares y llevaba una relación estable con Jared, aunque a veces no nos veíamos mucho porque estaba viajando, como ahora, que estaba tirando de mi pequeña maleta por el aeropuerto.

Cuando eran viajes largos, cogíamos un avión, el más barato. Cuando era cerca, es decir, no más de seis horas de viaje, íbamos en coche.

Sonrío cuando veo a Jared con las manos metidas en los bolsillos, esperándome. Al principio no le había hecho mucha gracia que viajase con Adrien, ni a él, ni a la novia de este, pero no podía decir que no a esta oportunidad.

Sus labios se curvan en una sonrisa y lo beso cuando llego a él.

— Te he echado de menos —le digo.

— Yo también —me besa de nuevo y coge mi maleta.

Adrien y Jared se saludan dándose la mano y nos dirigimos al coche. Me despido de Adrien con la mano y me agarro del brazo de Jared.

— ¿Cómo ha ido? —Pregunta.

— Bien. Han alquilado la colección.

— ¿Por qué has dejado mi cuadro en el estudio? —Me pregunta.

— ¿Has entrado a regar el cactus? —Le pregunto con humor.

— Todos los días —se ríe—. He ido a limpiar un poco y a llenar la nevera para cuando regresaras.

Abre el maletero y mete mi maleta. Jared había visto un pequeño cactus en una tienda y se había acordado de mí. Por lo tanto, lo tenía en mi estudio y solo mirarlo cuando estaba pintando, me hacía sonreír.

Cuando entramos en el coche y me pongo el cinturón, me giro un poco hacia él y lo veo concentrado en salir del aparcamiento.

— Tu cuadro es mío —le digo—Es... para mí.

— ¿Solo me quieres disfrutar tú? Eres una egoísta —bromea.

— Sí. Ese cuadro fue el primero que pinté después de un tiempo. Es íntimo.

Jared me mira un momento para después volver a poner la vista en la carretera y pone su mano en mi pierna. Cojo su mano y la aprieto. ¿Lo mejor de todo? Confiábamos el uno en el otro. Incluso la primera vez que comenzamos a salir y me fui a Italia, no dudaba de él, de lo que sentíamos.

Así que ahora no iba a ser diferente. La confianza era la base de nuestra relación. Nos dábamos nuestro espacio y respetábamos al otro. Era la relación que siempre había deseado tener.

Efímero (Devil's Touch) Borrador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora