Efímero (Devil's Touch) Borrador.

16; Amarga Navidad

"Navidad, dulce y amarga Navidad."

La anterior noche, para mi sorpresa, mamá había venido a celebrar la Navidad conmigo y habíamos cenado juntas. No, no tenía más familia salvo yo. Ella y mi padre eran hijos únicos, por lo tanto, yo ni siquiera tenía tíos o primos.

Triste, pero cierto.

Mamá me había confesado que estaba enamorada y yo me había quedado sorprendida ante eso. Estaba enamorada de una mujer y yo había abierto la boca tanto que ella me había tirado la servilleta para que la cerrara.

Mi madre odiaba a los hombres, así que, ahora estaba con una mujer. O por lo menos "conociéndola". Me daba igual dónde encontrara el amor mientras ella fuese feliz.

Así que, el día de Navidad, ella volvía a Chicago para comer con su chica mientras yo comía con papá, el abuelo, su novia y su hija.

Había estado toda la noche pensando en cómo sería. No necesitaba a alguien con malas vibraciones, y lo que encontré en casa cuando bajé al salón no fue lo peor que había pensado, sino todo lo contrario. Ella tenía una enorme sonrisa en su rostro y parecía sincera, por lo que yo sonreí igual al verlas.

— Grace, ella es Angelina —dice mi padre—, y bueno, ya conoces a Emma.

Sonrió a esas dos personas nuevas para mí y el abuelo me guiña un ojo porque, sorpresa, ya estaba toda la comida lista.

— ¿Quién ha cocinado? —Pregunto.

— Ellas llevan aquí desde muy temprano —dice el abuelo sentándose en la mesa.

— Tu padre se maneja en la cocina —dice Emma—, pero yo cocino mejor —suelto una risita.

— Oh, no lo dudo —sonrío.

Ayudo a terminar de poner la mesa y cuando nos sentamos y bendecimos la mesa como cada día en Navidad empezamos a comer y con ello, a conocernos. Emma era enfermera y Angelina estaba estudiando magisterio.

— ¿Te gustan los niños? —Le pregunto.

— Sí, me encantan y más enseñar —me sonríe.

— Espero que tengas suerte.

— Gracias. Me ha dicho mi madre que pintas.

— Eso es.

— ¿Es bonita Italia? —Pregunta Emma.

— Es preciosa, podría vivir allí.

— ¿Y por qué no te quedaste? —Pregunta Angelina.

No me quedé porque una parte de mi corazón aún seguía aquí. Porque a pesar de que yo tenía que hacer mi vida, aquí estaba mi familia y no podía dejarla. Aquí tenía mi vida.

— La familia —digo.

— Y el novio —dice el abuelo.

— No, el novio no. Nada de novios.

— Oh... —El abuelo arruga su ceño— Es verdad.

No le había dicho a nadie que Jared me había dejado hasta que no volví. No tenía ganas de dar explicaciones por teléfono porque ni yo misma tenía esas explicaciones. También porque sabría que me pondría a llorar y no quería preocupar a nadie.

Porque sí, estaba sola a pesar de tener a Angelo allí y a alguna que otra amiga.

— Siempre le digo a Angelina que primero son los estudios y después, lo que surja —sonríe Emma y Angelina hace una mueca.

— Moriré virgen —se queja.

Me río junto al abuelo y Emma y mi padre juntan sus labios en una fina línea mientras se miran.