Treinta y dos; Cocoa Beach

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"Cuando te miro, veo las olas acariciando la orilla y la luz del sol escabulléndose a través de los árboles. Ser sostenida en tus brazos se siente como el calor de una hoguera suave y la sutil brisa de verano."

El verano había llegado. El sol brilla con fuerza en Florida y Avicii suena por los altavoces del coche. Jared va conduciendo a pesar de que llevamos mi coche porque yo quería disfrutar del camino.

Sarah se había graduado y todos habíamos ido a verla, aunque después, Adam se había tenido que ir a trabajar y ella se había ido a celebrar con sus compañeros, que antes habían sido también los míos.

Llevo la ventana abierta y el aire está despeinando mi pelo. Miro a Jared a través de mis gafas de sol y no puedo evitar sonreír porque las raybans son, en definitiva, sus gafas de sol ideales. Sarah y Sam van en la parte de atrás echándose fotos y grabándose algún que otro video.

También han estado bromeando con Jared intentando picarle, porque mi novio era muelle, saltaba cuando menos te lo esperaba.

Él coge mi mano y entrelaza nuestros dedos dejando descansar nuestras manos en mi regazo. Me río por algo que ha dicho Sarah y Jared también lo hace.

Los demás vendrían después, ya que debían trabajar. Habíamos intentado coincidir todos un fin de semana para poder ir a la playa.

La playa Cocoa era nuestro destino. Solo estaba a una hora de Orlando y habíamos alquilado una pequeña casa entre todos para poder pasar el fin de semana. Jared aparca y nos bajamos para observar la casa con paredes blancas que se encontraba frente a nosotros.

— Es bonita —dice Sam.

— Nunca juzgues un libro por su portada, ingenua Sam —bromea Jared.

Un coche aparca detrás de nosotros y un hombre canoso sale del vehículo con una sonrisa. Se saca del bolsillo unas llaves y las mueve de un lado a otro.

— ¿Jared Fischer? —Pregunta.

— Soy yo —responde Jared.

— Soy Will, aquí tienes la llave. ¿Lleváis mucho tiempo esperando? —Pasa su vista por nosotras.

— No, acabamos de llegar —responde él.

— Bien, estaré aquí el domingo a las doce. Si hay algún problema, no dudes en llamarme, ¿tienes mi teléfono aún?

— Sí.

— Perfecto. ¡Pasad un buen fin de semana!

Will no tarda en montarse de nuevo en el coche y dar marcha atrás para salir de la propiedad. Jared nos mira con las cejas alzadas y después mira la casa.

— Pensé que nos iba a enseñar la casa —digo.

— A lo mejor nos ha timado —sugiere Sarah.

— Puede ser —responde Jared—. Serás la que lo comprobará —le tiende la llave y mi amiga arruga la nariz para después coger la llave y dirigirse hacia la puerta mientras nosotros sacamos las maletas del maletero. 

Arrastro mi maleta hacia la casa seguida por Sam y Jared —que lleva también la de Sarah— y miro a mi alrededor cuando entro directamente en la sala de estar.

— No está mal —Sarah baja las escaleras—, solo tenemos que retirar esto —señala la pequeña mesa— para poder poner el colchón hinchable.

Había tres habitaciones y dos cuartos de baños. Las habitaciones no eran muy grandes pero una de ellas tenía dos camas individuales, donde dormirían Sam y Jason. Christopher y Giselle dormirían en el colchón hinchable que traían y los que quedábamos, en las habitaciones con camas de matrimonio.

Efímero (Devil's Touch) Borrador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora