XVIDEOS

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— ¿Pero... Por qué? Me hace esa mierda y el zapatazo que le va a caer en la mano y en el hocico. –me  paré cerca de los sillones, mirándola mientras bebía de la botella de cerveza sabor a "miel".

— ¿De qué hablas? –caminé un poco más y miré a la pantalla del ordenador. No escupí la cerveza porque simplemente nadie lo iba a limpiar.— ¡¿Por qué andas mirando eso?!

— Es porno. Ando husmeando tus carpetas y me sorprende que descargues vídeos como estos.

— Pe-ro...

— Veo que te van muy bien el tema de las asiáticas y las rubias. ¿Me estás jodiendo? –por cada segundo que sus dedos se movían para deslizar la pantalla, sentía la bilis subir por mi garganta.– Shawn, no sé... No sé qué tan idiota eres para buscar tablas. Es decir, no soy la chica con las tetas más grandes pero ellas me superan.

— Cariño, no...

— ¡Había solo una con lindos pechos! La verdad es que siempre supuse que estabas subscrito a alguna página porno. Tu estado de cuenta bancaria te delata en muchas cosas pero... Descargas cosas de forma ilegal, tonto.

— ¿Podemos dejar de hablar del porno y las cosas que hay allí? Es incómodo. –por fin pude decir una frase completa sin querer esconderme bajo siete metros de tierra. Es cierto, descargaba "esas" cosas cuando tenía 16 años y hasta había olvidado por completo la existencia de esos vídeos.– Los eliminar-...

— ¡¿Por qué se deja azotar!?

— ¡Córtala!

A mí no me gritas, pendejo. Ahora te jodes porque voy a seguir mirando. Quieras o no.

— Es que... Bah. Mira lo que quieras. –me senté a su lado cruzándome de brazos. No sé cuánto tiempo pasó pero la frase que más escuché fue "esto es asqueroso" y "ya sé qué rollos te van". Un rato después, ella entró al buscador y escribió un nombre, a los segundos, una serie de enlaces aparecieron. Parecía ser una experta en lo que andaba buscado. Me colocó el portátil en el regazo y le dió play.

— Apolonia Lapiedra es mi actríz porno favorita.

— ¿Eh? –mantuve la mirada quieta en la pantalla batallándome internamente si: ser un caballero y mandar a la mierda todo esto, por respeto a mi novia o seguir mirando porque ella parecía disfrutar de la escena. Hasta podía sacar provecho.
Quinto vídeo y la chica era una jodida maravilla. Me costaba respirar por alguna extraña razón y ya no se lograba sentir cómodo. ¿Cómo invierto la situación? Dos putos minutos pensando y fui por la vía fácil. Afuera hacían unos 4 grados pero me lancé con mi propia calentura y su estúpida forma de ponerme. Imaginé que el sonido de mi portátil cayendo, me iba a doler porque le traía un cariño especial pero me creía, mentalmente, un millonario arrogante que podía comprarse unos mil ejemplares de distintos tamaños y colores para seguir.
Fui así como me tiré en mi propio abismo de precipitado aliento besándola cuanto más me permitiera mis pulmones. No me alejaba sin que sintiera otra vez, ahogarme. ¿Importaba?

Bajé sus pantalones de licra y separando sus piernas posicionándome desde abajo, lamiendo por sobre la tela de sus bragas. Tantas quejas por lo turbio que llegaban a ser los vídeos pero, su sabor en mi lengua, la delataba. Oírla jadear, me perdió.

Si de algo debía sentirme culpable, era de que no ponía mi lengua ni lamía cuando sus manos me empujaban a ella. La estaba haciendo enojar. Giramos en el suelo, dejándome abajo y sus uñas se clavaron con rabia en mis clavículas. Gemí de dolor más que de placer pero supe que nos estábamos desafiando con la mirada. Apreté mis dedos en sus piernas y ella, clavó más fuerte. ¿Que si estábamos siendo brutos? Demasiado. No quería que me dirigiera la palabra ahora mismo porque me estaba enfureciendo por las nuevas heridas, en una zona poca discimulada. No iba a ganar. Nos íbamos a someter los dos.

Rodamos otra vez ya sin ropa y hacía uso de su fuerza para querer quitarme de encima. La abracé por atrás, entrelazando nuestras manos y las suyas apretaban demasiado. Estaba subestimando su rudeza. Mi pecho ejercía presión en su espalda, paralizándola en el suelo y entré.

Juré sentir sus dientes mordiendo el dorso de mi mano sin querer hacer daño

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Juré sentir sus dientes mordiendo el dorso de mi mano sin querer hacer daño. No la oía emitir ruidos como las otras mil veces. Suspiraba contra mi piel y, otra vez, mi orgullo me decía que debía ser el ganador. Los vecinos podían sacar sus conclusiones con solo escuchar nuestros cuerpos chocar. El sonido no era para nada silencioso y la solté algo agotado. Me miró y después sonrió.

— Eres un ridículo, Shawn. ¿Ya te cansaste?

Si ella ya traía una buena cantidad de marcas rojas, no quería imaginarme.

— No.–su mano me sujetó por la mandíbula acercándose algo amenazante. Sentí su cálido aliento golpearme por segundos y luego, soltárme dándome un empujón. Estábamos siendo unos totales masoquistas solo para provocar al otro.

***

Ya entro al colegio. Sufro lpm :c


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