SHAWN's IMAGINES

⚽❤

Shawn andaba muy emocionado porque a escondidas, se dedicó a organizar una noche de jueves muy relajante. Buena comida, tragos, postre para que pudieran pasar una linda noche. Un gran detalle de su parte hacia ti.

— ¿Y/n?¿Babe? –se secó las manos con una toalla de papel y la tiró a la basura saliendo de la cocina. Al entrar a la habitación, te vió frente al espejo haciendo líneas en tus mejillas con los colores de la selección de futbol. Simplemente no entendió que por qué usabas la camiseta de tu país y por qué te "maquillabas".– ¿Puedes explicarme qué es todo eso?

— ¡Hoy juega mi país!

— O-okay... Y ¿por qué esa vestimenta?–se sentó en la cama y giraste una vez terminado todo.

— Se nota que eres gringo.–dijiste en son de burla pero eso no le hizo gracia porque siempre le gustaba querer integrarse en las culturas pero es que la gente de ahí se volvían loco por el futbol americano, basquet, jockey y el futbol de verdad, era muy poco visto.

— No me gusta eso. Lo sabes.

— Ya, ya. A ver. Cada vez que juega tu selección, es normal que se te salga lo patriota de adentro. Si tienes una camiseta como esta, la usas. No todos se pintan la cara.

— ¿Todo eso por ver futbol?

— Da igual si tienes entradas para el partido o no. Apoyas en la cancha o desde tu casa.

— Y...–quería decirte que había hecho todo un banquete para ustedes dos pero tus ojos destilaban ilusión. Besó cortamente tus labios y se puso de pie yendo al tocador y agarró las pinturitas.– Yo también quiero estar como tú.

— Esto es muy tierno. Definitivamente.

— No pensaba que eras tan apasionada por el futbol pero desde ahora, veremos cada uno de los partidos juntos. ¿Entendido? –marcaste sus mejillas con los colores haciendote aplaudir pegando mini saltitos. Era gracioso como Shawn se quería vincular en todo.

— Sí, papá.

— Uhmm... Solo te llevo dos años pero eso marca la diferencia. Oye, yo no tengo la camiseta.–hizo muecas.

— Eso no importa. Luego compramos una y estaremos iguales. Mientras alientes, vamos bien.

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Alrededor de los diez minutos en adelante, Shawn no dejaba de gritar por las faltas, las llegadas al arco, lo que cobraba el árbitro. En conclusión, gritaba más que tú. Incluso, reclamaba tarjeta roja por cualquier mala entrada en el jugador de tu país. Andaba algo molesto y su rostro lo demostraba. Sus mejillas andaban algo rojas y sus labios contrastaban de igual forma de tanto que se los relamía por nervios.

— Shawn, Shawn, no grites tanto... Tu voz.

— ¡Es que llevan demasiado tiempo y no son capaz de meter un puto gol! –apartó la mirada de la televisión pero no duró mucho mirándote porque el partido se puso interesante.–¡¿Qué mierda?! ¡Ni siquiera le ha tocado! ¡Deja de cobrar mierdas, árbitro inútil! ¡Número 13, mueve las piernas, corre! O ¡¿Acaso quieres que te lo den en los piesecitos, princesa?! ¡Paren de modelar!

Shawn era la típica persona que mirando futbol, era el reclamón y ese con el que nunca volverías a ver el partido por lo gritón que era. Hay que admitir que esa vena que se le marcaba en el cuello y el rojo de su cara, era mejor que el paisaje de alguna de las maravillas del mundo.