Capítulo 3
LA PRIMERA CERVEZA
Walter, trabajaba desde hace quince años con Don José, era el más antiguo de los actuales empleados y por su personalidad el más receptivo y sociable de los hombres del taller. Admiraba la habilidad natural del joven novato para entender las máquinas. Su disposición en todo momento para trabajar, lo ubicó en un puesto privilegiado. Se dio cuenta de su orgullo, al ver como se apartaba en un rincón para comer. No lo perdía de vista ni un momento, manteniendo una distancia prudencial para no ser notado tampoco.
El día que cobraron el sueldo, vio como el muchacho dividía el monto total en pequeñas pacas, observó en su viejo reloj la hora y se dirigió un momento al banco más cercano. No almorzó. De alguna manera Walter comprendía la naturaleza callada de Vicente, su estilo discreto y conciso. No compartía información, no interactuaba con el resto de las personas, pero si se acercó a la descuidada oficina del jefe y cerró la puerta. Raúl, de unos veintidós años, de piel morena y dentadura perfecta, no se guardó sus comentarios:
-Ese carajito es raro...-Lo decía mientras la puerta se cerraba a su paso -¿No te parece?
-Trabaja bien, y es lo que al jefe le importa – respondió Walter de manera tajante.
-¿Pero tú qué piensas? – Insistió Raúl.
-El no pertenece a este lugar. No te preocupes por él, no estará por mucho tiempo aquí.
Vicente entró sin hacer ruido, pero al cerrarse la puerta delató su presencia. El Don José estaba concentrado en revisar unas facturas, sin embargo dejó lo que estaba haciendo para dedicar su atención al joven que se sentó frente a él.
-¿Todo en orden? – le preguntó a Vicente.
-Todo bien – Vicente titubeo y tomó una bocanada de aire antes de hacer la respectiva pregunta – Tengo una inquietud y no sé cómo preguntar esto...
-Puedes confiar en mí ¿Cómo te puedo ayudar muchacho? – A José le pareció extraño este comportamiento en un hombre que había demostrado tanta seguridad.
Vicente no fue capaz de decir lo que sentía. Y de pronto se le hizo un nudo en la garganta. Deseaba con fervor recibir orientación, no sentirse tan solo. Su crianza era contraria a su instinto natural. Improvisó otro discurso para evitar el tema que realmente lo atormentaba.
-Hoy abrí una cuenta bancaria y deseo su asesoramiento para poder ahorrar una buena cantidad en corto tiempo.
-Es una excelente noticia, no te veo trabajando mecánica en el futuro, tienes talento para dar más al mundo y me agrada que recurras a mí. Me siento honrado.
José estaba complacido por la inminente confianza del joven Vicente. Por su parte, el muchacho entendió que ese camino lo tenía que recorrer en soledad y por su propia seguridad mantener discreción al respecto, así que escuchó con atención los otros consejos que le proporcionaba un emocionado José. Casi finalizando la entrevista, el jefe se tomó un tiempo para profundizar en otros aspectos:
-Vicente, me he dado cuenta que no compartes mucho con los muchachos, estas muy solo y eso no es bueno para el alma. Estas en edad de salir, disfrutar de una cita. Tampoco te veo con nadie y teniendo tu estampa, te aseguro que las chicas deben caer a tus pies.
-No sé a dónde ir para conocer esas chicas de las que me habla... en verdad me gustaría tener alguna cita.
-Bueno, yo tengo una hija bellísima de tu edad, pero está estudiando en el exterior, fue de las primeras de su clase, y me insistió para optar por una beca, con tan buena suerte que salió seleccionada y ahora mi pequeña flor está lejos de mí. No es porque tenga mi sangre, pero ella es hermosa.
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ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)
RomanceEn vísperas de sus dieciocho años, Vicente, un joven huérfano, sabe que tiene que abandonar la casa hogar y comenzar su vida como adulto. Una vez afuera de las cuatro paredes que protegieron su infancia, tiene acceso a un nuevo mundo, lleno de opo...