Capítulo 19 - Aquella tarde en la Biblioteca

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Capítulo 19

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Capítulo 19

AQUELLA TARDE EN LA BIBLIOTECA

Doña Amelia también realizó un viaje imprevisto. Se ausentó sin dar muchas explicaciones para pasar una temporada fuera del país. Don José no emitió comentario alguno y cuando alguien le preguntaba, respondía de manera automática "ella tiene negocios en el exterior, y una finca en el interior. Extraño es que se quede mucho tiempo en un lugar". Vicente no comprendía muy bien las respuestas que recibía, pero el solo era un empleado muy querido, con privilegios especiales. Era mejor no creer tanto en la gente, no valla ser que nuevamente la vida lo dejara solo. Pero su interés, era preocupación. Tenía un mal presentimiento que rondaba su mente constantemente, y una pesadilla recurrente en la que ambas mujeres gritaban y clamaban ayuda. Doña Amelia y Jade sufrían en sus pesadillas y esta idea atormentaba a Vicente, que no conseguía una interpretación lógica a sus sueños, siempre llegaba tarde y no podía socorrer a ninguna.

Vicente se sentía paranoico, sabiendo que las mujeres más importantes de su vida se encontraban lejos de su alcance. Se adentró en los motores y las máquinas, pues en ellas conseguía una paz inmensa. Sabía en su interior que Jade era misteriosa y ocultaba su vida personal, no creía completamente en la historia que le contó, pues carecía de argumento lógico. Él era observador y detallista, no comprendía la relación de Jade con su familia. Ella evadía ese tema, era imposible que buscara el contacto y la cercanía con ellos. Era mejor no pensar tanto en el amor.

Ese fin de semana Vicente visitó la Biblioteca de la Universidad, se encontró con algunos compañeros y realizó algunas investigaciones para desarrollar su proyecto. Era socialmente aceptable, con algunos problemas para interactuar con otros estudiantes, lo percibían como un muchacho tímido y extremadamente inteligente. Ocupó varias horas sin notar siquiera que lo observaban a lo lejos, se concentró en la pantalla de un ordenador y se alejó del tumulto de gente reinante, acariciaba en su mente la velocidad de un motor patentado por él. De pronto una voz susurró su nombre justo en su nuca. Sintió el calor de una respiración y un perfume floral impregnó el ambiente. Reconoció esa voz dulce y juguetona, pero se giró para comprobar sus sospechas, ese cabello rizado y rojo era inconfundible:

-¡María!..

-Ni en un millón de años hubiese pensado que estudiabas en esta Universidad tan cara... tengo horas observándote desde mi rincón – estiró el brazo y señaló un escritorio situado en una esquina del amplio salón.

-¿Trabajas aquí?- preguntó extrañado Vicente.

-¿Crees que soy estudiante? ¿Cómo pagaría la matricula? Veo que te va muy bien- María empezó a guardar algunos libros dejados en un mesa cercana, para disimular su conversación personal.

-¿A qué hora sales de trabajar? ¿Puedo esperarte? Te invito un café.

María esperaba esa invitación calladamente. Por dentro sintió un vacío en el estómago y por fuera fue mucho más serena. Quería demostrar madurez, distinción, ser más inaccesible y por fin despertar el interés dormido de su eterno amor platónico.

ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora