CAPITULO 46
UNA CURIOSA CONVERSACION TELEFONICA
El semblante de Vicente, mejorado, atravesó la puerta del Taller, anunciando su reincorporación al oficio, después de algunos días de reposo. Alicia Mendoza, cruzó miradas por algunos segundos con el inquietante y gallardo joven, el desagrado fue mutuo. No se toleraban. Walter y Raúl armaron un bullicio, emocionados al ver tan recuperado a su compañero de labores. Don José, estaba receptivo. No mostraba incomodidad, ni molestia, su saludo fue breve y su permanencia en las instalaciones también. Una hora después de haber llegado, se retiró.
Había gran cantidad de pendientes. Cada quien se dedicó a lo suyo. Raúl, no perdió tiempo, y silbó durante toda la mañana la marcha nupcial. Sus conversaciones previas con Vicente lo mantenían informado de los nuevos planes de la pareja. Walter, comprendió todo con facilidad. Cuando por alguna causa, Alicia pasaba alrededor del grupo, un silencio extremo asolaba el espacio. Cuando se retiraba, nuevamente retomaban la típica armonía. La almidonada asistente se ausentó por unos minutos. Por fin conversaron con tranquilidad:
-Desde el día que viniste, con tus muletas, y se encerraron en la oficina para hablar de sus asuntos, todo cambió.- Dijo Walter, mientras revisaba el motor de un auto antiguo.
-Entre Don José y ella pasó algo. Pero nadie nos comenta, qué... Así que, la única alternativa eres tú.- Agregó Raúl.- Queremos saber que se traían ustedes en esa oficina, y por qué "La Señora Perfecta", te come con la mirada.
-Es bien complicado y muy personal. Por ahora solo les diré que sigo siendo el mismo. Que nada ha cambiado y que no reparen en las actitudes de la Sra. Alicia.- Vicente se salió por la tangente evadiendo políticamente el tema que tantas amarguras emocionales le había causado.- Ustedes son mis amigos, y es de ustedes que espero buena cara.
-¿Entonces no vas a contar lo que sucedió en aquella oficina?...- Reiteró Walter.
-Al menos no lo hare hoy.
-Cuenta entonces lo de la boda ¿Por qué habrá boda?- Anuncio emocionado Raúl, el nuevo tema de conversación.
- Pues sí, habrá boda. Culminare primero mis estudios. Por suerte falta poco y ya la novia me aceptó gustosa. – Vicente contaba emocionado el evento que acaparaba su mente y su corazón aquella mañana, cuando escucharon el repique de la línea telefónica principal, del taller.
-¡Dejen sonar el aparato, esa tarea es de la Señora Perfecta! –gritó Walter.
-¿Y si la llamada es importante? Don José no está. Podría ser el. – lanzó ligeramente Vicente, con su típica actitud servicial. – Yo voy a contestar un momentico.
Se lavó rápidamente las manos y literalmente corrió hasta el teléfono que repicaba incansable.
-Buenos días – Atendió Vicente.
-Buenos días. Por favor comunícame con Alicia. – respondió una voz de mujer joven, con tono autoritario.
-Se ausentó, pero puedo tomar el mensaje.- agregó mientras buscaba un lapicero y un papel.
-Necesito que ubique a mi padre. Ya estoy en el aeropuerto. Tal como lo sospechaba, no vino a buscarme y me tocará pagar un taxi.- su tono orgulloso, refinado y arrogante, le permitió entender a Vicente, que era más una orden que un mensaje para Alicia.
-Disculpe... ¿Su padre?...
-¡Si, mi padre! ¿Con quién estoy hablando? – La mujer estaba evidentemente molesta por tener que dar explicaciones.
-Con Vicente. ¿Con quién habló yo?
-Con Gulliana, la hija de José Santamaría... No tengo tiempo que perder en presentaciones absurdas. Por favor, dile a su asistente que me llamé. El no atiende su celular, ni responde los mensajes. – Colgó.
Vicente, que sostenía un lapicero en su mano, mientras en la otra aún tenía el auricular apoyado en su oído, quedó perplejo con la demostración de soberbia, en un pavoneo digno del reino animal. Su única alternativa fue dar por concluida la conversación, que no tuvo despedida decente, y anotar en una minuta el nombre de "Gulliana", agregando "tomara un taxi, su papa no la buscó".
De regreso a sus motores, Raúl que percibió el extraño gesto de su amigo. Su curiosidad creció:
-¿Y quién era?- preguntó con falsa indiferencia.
-¡La presumida hija de Don José! ¡Me trató como a un sirviente! – en su voz se podía sentir la indignación.
-Gulliana siempre ha sido la niña consentida, ha vivido con lujo. No conoce la humildad, porque no la enseñaron a ser humilde.- Walter justificó un poco la malcriadez de la juzgada hija ausente.
-¡Se le perdona, porque es bella la condenada!- Confesó Raúl, con un aire risueño en el rostro, que enfatizó su apreciación del buen porte de la aludida.
-La mala educación, no tiene excusa, ni se le perdona a nadie. No la he visto y por lo que a mí respecta, no la quiero ver. Trabajamos honestamente y merecemos el mismo respeto que le concede a su grupo de amistades, seguramente más favorecidas económicamente.- Vicente fue radical en su punto de vista, su primera y única impresión era negativa.
-Hablas como un dirigente político, que defiende gente pobre. Apuesto lo que sea, que si te conociera, cambiaria de opinión. – Walter, atizó el fuego de la conversación.
-¿Qué quieres decir, que la hermosísima hija de José Santamaría, caería a los pies del pata en el suelo de Vicente?, ¡Eso es algo que quiero ver!- El despropósito de la sentencia de Walter, fue causa de burla para Raúl. Sin embargo, Vicente, en su orgullo propio y conociendo que en su destino no todo era pobreza, se vanaglorió con una frase crucial.
-Es probable que no siempre sea "pata en el suelo". La vida da muchas vueltas y en alguna de esas vueltas, tal como dice Walter, la gente puede cambiar de opinión. – Concluyó con el tema y se concentró en su presente lleno de grasa y motores.
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ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)
RomanceEn vísperas de sus dieciocho años, Vicente, un joven huérfano, sabe que tiene que abandonar la casa hogar y comenzar su vida como adulto. Una vez afuera de las cuatro paredes que protegieron su infancia, tiene acceso a un nuevo mundo, lleno de opo...