Capítulo 80 - La bella Gulliana

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Capitulo 80

LA BELLA GULLIANA

Los preparativos del acto fúnebre de Doña Amelia Angarita, habían recaído en los hombros de Alicia Mendoza. Su eficiencia fue fundamental para la logística del evento. Don José, que mostraba síntomas de depresión, luchó una vez más por ser el hombre fuerte que la concurrencia esperaba ver. Ahora se preparaba para afrontar a su hija, Gulliana, con su mejor cara, una libre de lágrimas, y en esta ocasión no se olvidó de buscarla en el aeropuerto, como la última vez que se vieron.

Hubo silencios y abrazos, aderezados de miradas encontradas entre el prometido de Gulliana y Don José, nada importante, como la causa del encuentro, que rompía la barrera de las desavenencias. La joven, visiblemente afectada por el dolor, tenía una belleza genuina. Cada rasgo de su rostro era digno de admiración, desde su blanca tez, hasta la perfección de sus labios, su larga cabellera negra y sus encantadores ojazos negros. Escultural, como las modelos de las pasarelas europeas, aunque no tan alta, elegante por derecho propio. Eran obvias las razones de porque Bryan estaba enamorado de Gulliana.

Bryan, alto y delgado, permaneció callado, siempre al lado de su novia. Su poco dominio del idioma español lo aislaba del entorno, desterrándolo al silencio perpetuo, confinado a requerir interprete, es decir, se expresaba a través de Gulliana, que traducía sus intervenciones, pero en este viaje, su presencia era meramente ornamental, con un alto valor simbólico, llamado apoyo moral, lo que agradeció Don José, por ser una muestra de respeto a la familia.

Lo que siguió fue un desfile de momentos tristes, personas que llegaban del interior y el exterior del país, un acontecimiento social, que impactó a diferentes estratos sociales. No fue una ceremonia sencilla, había demasiada gente congregada para considerarse un simple funeral y Alicia Mendoza se preparó con la artillería pesada de sus conocimientos. Gulliana quedó conforme y complacida con los arreglos y le expresó su agradecimiento. Nadie preguntó por Vicente, quizás porque los pocos que lo conocían, estaban seguros de recibir prontamente la noticia de su muerte. Y es que para muchos el coma era una especie de fallecimiento en vida, sin embargo, Gulliana, no compartía esa idea. Dos días después del entierro, se arregló con sencillez y le pidió a su padre que la llevara a la clínica, para conocer al famoso Vicente, y formarse su propia visión del personaje.

Cuando Gulliana entró en la habitación, estaba segura de encontrarse con un cuerpo frio, sostenido por una maquinaria complicada y costosa, lo que no se imaginó en sueños, fue la estampa del hombre postrado en cama. Un coctel de sensaciones embriagó sus sentidos, pero a los ojos del mundo se mostró indiferente. Lo observó durante largo rato, hipnotizada por el vaivén de su caja torácica, expandiéndose y contrayéndose. Ni siquiera notó que su padre había ingresado en la habitación, hasta que sus comentarios la devolvieron a la realidad:

-Es una verdadera lástima. Era un joven emprendedor e inteligente.

-¿Era? Esta respirando papa. Esta vivo.

-Esta vivo, por esos aparatos. Ni siquiera garantizan que salga del coma.

-¿No pretenderán desconectarlo?

-Quizás sea lo mejor, así descansa en paz.

-Mi madrina me pidió que lo protegiera. Debo honrar su memoria y hacer lo correcto.

-Dejarlo descansar es lo correcto.

-¡No papa! Darle una oportunidad es lo correcto. Soy su protectora.

-Es un trabajo de tiempo completo y tú vives en otro país. Alicia Mendoza, lo detesta. Yo no la dejaría a cargo de sus cuidados.

-Voy a organizarme. No era el plan que tenía en mente, pero... me quedare una temporada.

Su padre desconcertado por el súbito cambio de planes, intervino recordándole su otra vida, aquella que escogió al lado de su compañero, un americano al que no toleraba, pero que respetaba.

-No tienes que hacer nada, yo me ocuparé de Vicente y te mantendré al tanto. No creo que Bryan acepte complacido esta decisión.- Gulliana le sonrió a su padre, quien por fin se solidarizaba de alguna forma con su relación.

-Papa, yo le prometí, en vida, a mi madrina velar por su hijo para que la transición fuera más cómoda. Bryan entenderá. Es irónico que ahora te preocupes por lo que sienta o piense, cuando lo rechazaste rotundamente en el pasado.

-Da igual, ustedes están viviendo juntos, es tu pareja. Es injusto que cargues con este peso.

-No te dejaré solo. La verdad es que en pocos días, tendré que tomar las riendas de los negocios de mi madrina, y no olvidemos a los policías que continúan investigando el asesinato. Tú no estás bien, me necesitas.

-Me afectó la muerte de Amelia, era mi amiga, es natural que sufra. Por suerte, tengo una asistente sumamente eficiente que ha dirigido las operaciones con tranquilidad.

-Sí, es buena en lo que hace, y no tengo quejas de su trabajo, sin embargo me dijiste que no tolera a Vicente.

-¿Crees que debo cuidarlo de ella?

-Creo que debes cuidarte de ella.

-¡Hija, por Dios! ¿De qué hablas?

-Eres un hombre solitario, vulnerable a cualquier timador de oficio. Yo soy abogada, lidio con todo tipo de gente. No me fio de nadie, ni siquiera de tu eficiente secretaria, y es por eso que lo primero que haré es buscarme mi propia asistente.

-Entonces, es un hecho, te quedaras.

-Si papa, ocuparé el sitio que me corresponde y me encargaré directamente de los asuntos pendientes.

-¿Y que pasara con Bryan?

-Si me ama, lo entenderá.

Gulliana era una mujer independiente, con arraigados valores morales. Prefirió la unión libre, antes que casarse sin la bendición de su padre. Desde su infancia se había preparado para ese momento. Su madrina la entrenó para asumir las riendas, y ser la heredera universal de su fortuna. Ahora miraba con cierta lastima a su rival, el hombre que en cinco años se ganó el corazón de Doña Amelia Angarita, y le robó el liderazgo. No se alegraba de su desgracia, y por extraño que parezca, verlo en esa cama, prisionero de su cuerpo, le causó un profundo dolor. 

ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora